The Lemon Twigs en Argentina: algunos todavía escriben canciones como en los años dorados

The Lemon Twigs debutaron en los escenarios argentinos con una velada breve pero cargada de canciones hermosas ante un público que solo supo disfrutar de la visita de los hermanos D'Addario.

10 de junio, 2025 | 15.38

En una época donde la música parece hecha para pasar rápido –como un video más en el algoritmo de reels–, The Lemon Twigs se toman el tiempo de componer, arreglar y tocar con la dedicación casi artesanal de otra era. Su canción My Golden Years no solo rememora los años dorados del Bowie más glam, también parece una declaración de principios. Una búsqueda por recuperar esa época en la que las canciones duraban más que un trending topic y los artistas llegaban a los charts a través de sus canciones, y no por una estrategia de marketing.

El martes por la noche, los hermanos Michael y Brian D’Addario trajeron por primera vez su arsenal de hits a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y aunque el presente esté lejos de parecerse a aquellos años de gloria, ver a The Lemon Twigs en vivo es una forma de recordar que todavía hay quienes insisten en hacer las cosas con amor, con detalles y con melodías que no temen ser bellas.

The Lemon Twigs en Argentina (PH: Lucia Sorichetti).

Un universo propio, sin imposturas

A lo largo de la hora y diez que duró el show en Niceto (sí, en muchas ocasiones: menos es más), quedó claro que no estamos ante una banda que solo imita el pasado. Por supuesto que los outfits vintage, los pantalones acampanados, los teclados farfisa y las armonías vocales remiten a los años sesenta. Pero los Lemon Twigs hacen algo más: se apropian de ese lenguaje y lo reescriben. Suenan como algo que ya conocimos, pero reimaginado. Son clásicos sin ser una caricatura.

En I've Got a Broken Heart, dejan entrever la fragilidad envuelta en armonías beatles. En A Dream Is All I Know se acercan al sonido más luminoso de los Beach Boys, con esos coros doo-wop tan característicos. Y en temas como They Don’t Know How to Fall in Place, el nervio power pop se mezcla con una melancolía que solo puede nacer en el siglo XXI. En determinados momentos, suenan como si los Teenage Fanclub fueran la continuación orgánica de The Troggs.

El nivel de detalle tampoco es casual. Los hermanitos graban con cinta analógica en su estudio de Brooklyn, rechazando el uso intensivo de herramientas digitales. No lo hacen por nostalgia, sino por enfoque artístico. Sus canciones están llenas de ornamentos, arreglos, yeites y filigranas que son un deleite. Y también un verdadero desafío a la hora de llevarlos al vivo con auténtica precisión.

Rotación de talentos y carisma escénico

Más allá de las canciones, con especial foco en su último álbum (tocaron 9 de las 12 canciones), el show fue también una demostración de virtuosismo juguetón. Michael y Brian rotaron instrumentos varias veces. El baterista, Reza Martin, después de pasarse al bajo, terminó tocando la guitarra un buen rato; el bajista, Danny Ayala, se pasó a los teclados en varias oportunidades. En I Wanna Prove to You, uno de sus himnos más pegajosos, se notaba que se estaban divirtiendo. Y eso, cuando sucede de verdad, se contagia.

The Lemon Twigs en Argentina (PH: Lucia Sorichetti).

Cada gesto –los saltos, las patadas, los gritos– parecía sacado del manual de escena del mejor rock and roll. Pero nunca desde el artificio. No eran poses, más bien ganas. Por momentos, la guitarra sonaba más cercana a Oasis que a los Byrds, y ese filo noventero le daba a las canciones un contraste eléctrico que equilibraba la dulzura melódica con un poco de sudor.

Conexión local y un final para el recuerdo

Cuando llegaron los bises, el clima cambió por completo. Brian D’Addario volvió solo al escenario, con una acústica al hombro, y tocó When Winter Comes Around. A pocos días del inicio del invierno porteño, la elección casi que parece no haber sido casual. Se sintió tan íntimo como el silencio, como contar un secreto en voz alta. Por si todavía no había quedado claro quién es el verdadero líder de esta agrupación.

Unos minutos después, sorprendieron con un cover afilado de Mother’s Little Helper, de Rolling Stones. Pero todavía faltaba una vuelta más. Y entonces, como un guiño inesperado, los Lemon Twigs se lanzaron con una versión de I'll Feel a Whole Lot Better, el clásico de The Byrds. Lo que no se esperaban es que, abajo del escenario, buena parte del público iba a superponer otra letra: “Y yo sé que me siento mucho más fuerte sin tu amor”, se cantó en coro, versionando con naturalidad el cover castellanizado de Charly García. Un momento hermoso. Un puente inesperado entre Nueva York, Los Ángeles y Buenos Aires, entre lo propio y lo ajeno.

The Lemon Twigs es una banda que revive el pasado y lo habita y lo moldea a su manera. El martes, en Buenos Aires, nos invitaron por un rato a una dimensión donde las canciones importan, los estribillos tienen sentido, y los músicos tocan como si eso fuera lo único que vale la pena hacer. En tiempos de inmediatez y de listas dominadas por fórmulas y repeticiones de poco talento, ellos insisten en la belleza. Y por suerte, desde este lado, todavía hay quienes escuchamos.