El Eternauta es la miniserie argentina que es furor en Netflix, es la más vista hoy en el mundo a través del streaming y hay que detalles que no se pueden escapar a la hora de observarla. Por ejemplo, los autos que se ven en la impactante obra audiovisual creada por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín. Los coches recorren en líneas generales las calles de la Ciudad Autónoma y de la Provincia de Buenos Aires, en especial en la zona Norte.
Desde vehículos muy antiguos hasta algunos más modernos, los autos están muy presentes a lo largo de los seis capítulos de este material, con un promedio de 50 minutos de duración cada uno. Con apariciones en diferentes momentos de la trama, los "fierros" prometen ver más acción a partir de la segunda temporada, que todo indica que será entre finales del 2026 y principios del 2027.
Los autos que aparecen en El Eternauta, la serie argentina que es la más vista en el mundo hoy en Netflix
El IKA-Renault Torino, un histórico símbolo argentino
Si hay un vehículo de industria nacional emblemático de todos los tiempos, ese es sin dudas el viejo y querido "Toro", que tiene miles de fanáticos por su presencia en el Turismo Carretera. Este modelo fue fabricado entonces por IKA y luego por Renault, se empezó a hacer en 1966 y resultó rediseñado por Pininfarina. Con el tiempo, se transformó en una referencia de potencia, diseño y calidad. Se destacó, por ejemplo, en la mítica competencia de automovilismo de Las 84 Horas de Nürburgring.
La Ford F-100, la "rendidora" de siempre
Esta unidad única y casi irrepetible por su versatilidad se fabricó desde 1959 hasta 1992. Con su diseño robusto, tracción trasera y motor de seis cilindros, se convirtió en un ícono especialmente en las zonas rurales y para las actividades industriales. Es señalada hasta el día de hoy como una de las camionetas con más "aguante" de la historia: aquellos que la tuvieron aseguran que "no se rompía nunca".
El Renault 12 Break, el "accesible" para la familia
Si bien la versión tradicional aún circula por las calles argentinas, en esta ocasión el que apareció fue la edición rural. Fue utilizado mayormente en el campo, por lo que no se lo veía tanto en el territorio urbano sino más bien por las rutas albicelestes. Producido localmente con un motor de 1.4 litros, combinaba durabilidad, confort y un impresionante e inusual baúl de más de 500 litros, que podía ampliarse replegando los asientos traseros.
El Citroën Méhari, el sorpresivo descapotable para la época
Este coche sí que fue un verdadero batacazo en la obra que protagoniza Darín. Con una carrocería de plástico ABS termoformado, liviano y sin lujos, fue fabricado en Argentina entre 1971 y 1980. Solía usarse en playas y zonas rurales. Se trata de un contraste absolutamente llamativo con relación a lo que intenta exhibir la miniseria y hasta fue tendencia en X durante un día.
El Ford Taunus, un tributo a la popularidad
Todavía se ve por las calles argentinas a este histórico coche, que resultó uno de los más vendidos en las décadas de 1970 y 1980. Fue muy utilizado por los taxistas, por las autoridades oficiales de la Nación y, más tarde, llegó en un mayor número a la población en general. La coupé SP5, con caja de cinco velocidades y motor 2.3 de 133 CV, era el modelo más buscado.
La IKA Estanciera, la "norteamericana criolla"
Otro de los clásicos "argentos" que se destacan en esta obra nacional audiovisual. Estaba basada en el diseño de la Willys estadounidense, aunque con algunas modificaciones que le aportaron ese toque sudamericano necesario. Muy usada como una herramienta de trabajo en el campo también, la posibilidad de optar por la tracción 4x4 y el motor Tornado OHC de 133 CV la hicieron ideal para el campo y las zonas rurales, como ocurrió con el mencionado Citroën Méhari.
¿Qué significa la palabra Eternauta?
La respuesta más directa comienza por descomponer el término, se trata de una palabra construida con una intención evidente. Se compone de dos partes: “eter-”, que remite al éter, lo eterno, aquello que trasciende el tiempo, y “-nauta”, del griego nautēs, que significa navegante o viajero. Así, la palabra completa puede traducirse como “el viajero de la eternidad” o “navegante del tiempo”.
Lejos de ser un nombre decorativo, esta construcción anticipa el espíritu de la historia que Héctor Germán Oesterheld escribió en 1957, con ilustraciones de Francisco Solano López. El protagonista, Juan Salvo, sobrevive a una nevada mortal —producto de una invasión extraterrestre— que cae sobre una Buenos Aires reconocible pero distorsionada. Su lucha por sobrevivir, resistir y reencontrarse con su familia lo lleva, literalmente, a convertirse en un viajero a través del tiempo y el espacio. Pero su viaje, a diferencia del de un astronauta, no es elegido ni glorioso. Es forzado, colectivo, doloroso.
Ese matiz es clave. Juan Salvo representa al hombre común enfrentado a lo extraordinario. No actúa solo ni por voluntad propia, sino que se convierte en héroe junto a otros. Como explicó Martín M. Oesterheld, nieto del autor y consultor creativo de la serie, El Eternauta encarna “la épica del hombre común frente a lo extraordinario”. Es una figura que se construye en comunidad, a partir de la solidaridad y la resistencia.
Este significado simbólico se intensificó con el paso del tiempo. Durante la última dictadura militar argentina, la historieta fue reinterpretada como un alegato político. Oesterheld fue desaparecido por el régimen en 1977, junto a sus cuatro hijas. Desde entonces, El Eternauta dejó de ser solo una obra de ciencia ficción para convertirse en un emblema de la memoria, los derechos humanos y la lucha colectiva. Juan Salvo dejó de ser un personaje individual para representar a todos los que resisten, organizan y enfrentan lo desconocido en tiempos de deshumanidad.