Diego Maradona, el genio sin pelota: un análisis táctico de su Mundial en 1986 con la Selección Argentina

Diego combinó su amplio repertorio técnico individual con una enorme disciplina para posicionarse y moverse por el campo de juego.

25 de noviembre, 2025 | 06.00

Volver a ver los partidos de la Selección Argentina campeona del Mundial de México 1986 significa encontrarse una y otra vez con maravillosas jugadas de Diego Armando Maradona. Sutiles toques de primera, pases precisos a los pies de sus compañeros, largas escapadas con la pelota apilando rivales y goles que quedaron grabados en la memoria popular: el torneo del '10' fue consagratorio. Sin embargo, la genialidad individual de esas acciones esconde, en muchos casos, una faceta poco explorada de su juego: su inteligencia táctica.

Diego combinó su amplio repertorio técnico individual con una enorme disciplina para posicionarse y moverse por el campo de juego"Maradona entendió que tenía que jugar en función del equipo", sentenció el entrenador Carlos Salvador Bilardo en una entrevista post Mundial, y con mucha razón: los rivales no sólo debían enfrentar a un futbolista capaz de gambetear entre dos o tres pares de piernas en pocos metros, sino también con un equipo que entendía cómo funcionaba su esquema y lo ejecutaba a la perfección. Esta simbiosis es la gran clave de la segunda Copa del Mundo que obtuvo la 'Albiceleste'.

Con Diego como figura, cómo jugaba la Selección Argentina de Bilardo en el Mundial 1986

Argentina mutó a lo largo de la competición hasta llegar a la formación 3-5-2 que buen resultado le dio a Bilardo en los duelos definitorios contra Inglaterra, Bélgica y Alemania: en ella, Nery Pumpido se paraba bajo los tres palos, José Luis Brown como líbero de la línea de tres hombres, y Oscar Ruggeri y José Luis Cuciuffo en la famosa función de stoppers. Ricardo Giusti y Julio Olarticoechea eran "laterales-mediocampistas" o "mediocampistas-laterales" (otra gran innovación táctica del 'Narigón'), mientras que Sergio Batista se posicionaba como un número 5 más tradicional acompañado por Héctor Enrique. Por último, Jorge Burruchaga era el nexo entre el medio y el ataque, conformado por Jorge Valdano y Maradona, que tenía más libertad de movimieno.

 

La premisa del equipo era no ocupar los espacios, sino llegar a ellos: tanto los stoppers como los mediocampistas-laterales tenían libertad de acción para trasladar hacia adelante y buscar combinaciones con desmarques verticales o diagonales. El entrenador apostó por un esquema más dinámico e imprevisible frente a la rigidez y disciplina europea, permitiéndole a sus jugadores pasar la mitad de cancha e incluso pisar el área rival; para lograr esto, Batista cumplía un rol fundamental haciendo relevos y equilibrando al equipo para evitar desajustes defensivos en caso de un contraataque.

Este funcionamiento fue entendido a la perfección por Diego, quien puso su genialidad a disposición del planteo táctico y las virtudes que ofrecían sus compañeros. Su buena lectura de los momentos de cada partido le permitió formar grandes sociedades con Batista y Giusti cuando bajaba su posición para recibir la pelota y crear juego, a la vez que también las logró con Burruchaga y Valdano al atacar los espacios o intercambiar sus lugares sobre el terreno de juego para desacomodar a los defensores y romper las líneas rivales. No fue casualidad que el 71% de los goles convertidos por Argentina en el Mundial 1986 (10 sobre un total de 14) hayan contado con su participación directa.

Maradona, el genio táctico que jugaba y hacía jugar

Una de las principales acciones que Maradona ejecutaba a la perfección era el intercambio de posición con Valdano, un movimiento que obligaba al defensor a seguirlo y, por lo tanto, a liberar un espacio en la última línea. De esta manera, recibía de espaldas pero, con precisos toques de primera, permitía que sus compañeros ataquen esos huecos que generaban sus desmarques. Un taco o una sutil habilitación con el exterior del pie dejaban a los mediocampistas y atacantes de la 'Albiceleste' de frente al arco rival: nuevamente, el genio individual en función de lo colectivo.

 

El gesto técnico de jugar al primer toque es moneda corriente en la actualidad, pero pocos lo podían ejecutar correctamente por aquel entonces; en un fútbol más pausado y con menos variantes tácticas, esa posibilidad que Diego brindaba gracias a su excelente control le daba un extra de velocidad que era aprovechado por Argentina. Incluso, sin necesidad de tocar la pelota, su retroceso también le permitía a Valdano ganar con una gambeta en el duelo individual y aprovechar el espacio liberado por el defensor.

 

 

 

Otra acción que Maradona ejecutaba seguido era el desmarque en diagonal, un desplazamiento que por aquellos años no era popular debido a que la última línea defensiva de los equipos en raras ocasiones se encontraban adelantadas y a que, además, la regla del offside era diferente (la infracción se cobraba si cualquier jugador, participe o no en la jugada, se encontraba en posición antirreglamentaria). Aún así, el '10' aprovechaba la buena técnica individual de sus compañeros y ofrecía desmarques constantes para generar ocasiones de peligro: claro ejemplo es el primer gol a Bélgica en semifinales, con una gran asistencia de Burruchaga y una mejor definición ante dos defensores y la salida del arquero Jean-Marie Pfaff.

Sin embargo, la que posiblemente sea la mayor virtud de Diego que supo demostrar en las ocasiones más determinantes fue su enorme lectura de los momentos del juego. Él entendió, tal como había expresado Bilardo, que jugaba en función del equipo, lo que le permitió reconocer cuándo podía descansar, cuándo tenía que hacer un desgaste mayor para relevar a un compañero en sus funciones, dónde tenía que pararse según el resultado y el desarrollo del partido... Famosa es la anécdota de Valdano cuando recuerda que, tras el segundo gol a Alemania y el cansancio producido por la corrida y el festejo posterior, Diego se le acercó y le dijo: "No te preocupes que de la 'Locomotora' (por Hans-Peter Briegel) me encargo yo".

Los duelos contra Bélgica y Alemania son claras muestras de esta lectura. En las semifinales, Diego retrocedió algunos metros en la cancha para aprovechar los espacios que dejaba la defensa belga en su desesperación por descontar. En su rol de lanzador, Valdano y Burruchaga se convertían en los principales receptores, mientras que Enrique, Giusti y Olarticoechea aparecían como el "tercer hombre" para finalizar la jugada.

 

 

Sin embargo, frente a los teutones que defendían más agresivamente, la estrategia fue distinta: el '10' se transformó en la punta de lanza para los contraataques hasta el empate debido a que tanto Valdano como Burruchaga estaban pendientes de las escaladas de los zagueros. Con el 2 a 2, Maradona volvió a retroceder en el terreno de juego y, al igual que en el segundo tanto albiceleste (en el que le dio el pase a Enrique que habilitó al delantero del Real Madrid), fue él ubicado detrás de la mitad de cancha el que asistió a 'Burru' para el 3 a 2 definitivo.

Volver sobre los partidos del Mundial 1986 no sólo permite maravillarse una y otra vez con las maravillas que Diego Armando Maradona realizó con la pelota, sino que también habilita la posibilidad de descubrir nuevos detalles sobre su forma de jugar que demuestran su enorme talento más allá de lo técnico. Con Bilardo como director de orquesta y compañeros que interpretaban su parte a la perfección, el genio táctico del '10' de la Selección Argentina le permitió brillar como solista en el campeonato que lo consagró como el máximo ídolo del fútbol argentino.