Aprender a perder: otra enseñanza de José Pekerman

La Selección Argentina perdió la final del Mundial Sub 20 contra Marruecos por 2-0, pero nunca se sacó la medalla de plata del pecho durante la premiación. Otra enseñanza en el legado interminable de José Pekerman en los juveniles.

20 de octubre, 2025 | 13.36

Una de las reglas básicas que impuso José Pekerman cuando en 1994 inauguró su era como formador en las selecciones juveniles de Argentina fue “saber perder”. Él, tricampeón mundial Sub 20, fue docente en la derrota. Y Diego Placente, uno de sus principales discípulos, supo perder tras la caída ayer 2-0 ante Marruecos en la final del Mundial en Santiago de Chile. Hubo unos minutos, cerca del final, en los que la frustración, la impotencia porque no se podía quebrar a Marruecos, parecía abrirle paso a la patada y la reacción fácil. Pero hubo control. Y jugadores que asumieron la derrota. Eso también es Escuela Pekerman.

Obligado a un retiro prematuro del fútbol por una lesión de rodilla hoy fácilmente operable, Pekerman manejaba un taxi cuando en 1978 paraba algunas horas para ver los entrenamientos de la selección mayor que dirigía su admirado César Menotti. Allí fortaleció otro de sus pilares: defenderse con la pelota, jugar asociado, evitar el pelotazo que divide. Fue la virtud que llevó a la selección de Placente hasta la final. Y acaso también fue su castigo porque, ante el encierro de Marruecos (facilitado porque se puso 2-0 a los 26 minutos), no pudo o no supo encontrar ayer otra alternativa para arrinconar al rival, para obligarlo al error. El toque se hizo repetido, lento. Y Marruecos fue justo campeón.

Pekerman se hizo DT cuando nuestro fútbol ya cansaba con un debate Menotti vs. Bilardo (cada uno campeón mundial con su librito). Cansaba porque hubo caricatura y simplificación, pero el debate, igualmente, ayudó a pensar el fútbol, a debatirlo. Jugar y entender el juego. Y siempre con el mismo objetivo de ganar, punto básico de la alta competencia. Defender un resultado y defender una idea de juego casi con el mismo ardor. El debate formó cabezas de fútbol. Y Argentina exportó no sólo cracks, sino técnicos, en Sudamérica y en todo el mundo (y no sólo de fútbol).

Sin subirse a ningún pedestal, siempre con su modo suave y bajo perfil, Pekerman (“docente y decente”, lo definió alguna vez un colega) inspiró al cuerpo técnico que está hoy en la AFA, en mayores y juveniles. Así como Julio Grondona vio en Pekerman un posible tesoro, fue luego Claudio “Chiqui” Tapia el que tuvo olfato futbolero para iniciar la era Scaloni. Grondona y Tapia pueden ser debate en muchos otros puntos, pero comparten ojo clínico, olfato e instinto para elegir conducciones.

Tapia le pidió que se quedara a Scaloni tras el final caótico de Jorge Sampaoli en Rusia 2018. Fue el aterrizaje de la generación Pekerman en la AFA. Las crónicas recordaron estos días los nombres no solo de Scaloni y Placente, sino también Pablo Aimar, Walter Samuel, Bernardo Romeo (coordinador de juveniles de la AFA), todos miembros de la selección que Pekerman coronó campeona en el Sub 20 de Malasia 1997.

Aprender a perder, otro legado de José Pekerman en las Selecciones Argentinas juveniles.

Y allí está también esa otra lista que cita a Nicolás Diez (actual DT de Argentinos Juniors) y a otros numerosos jugadores de aquella misma selección que hoy trabajan como técnicos o asistentes (desde Leandro Cufré a Cristian Muñoz, entrenador de arqueros en Boca). Quince de los dieciocho jugadores de aquel equipo siguieron en el fútbol como formadores. Todos hijos de una generación que, además de jugarlo, quiso entender el juego (un punto que acaso nos ayuda a compensar algunas otras ventajas que tiene Brasil, vecino gigante). Entender el juego implica también aprender a perder. Los pibes argentinos no se arrancaron ayer la medalla de segundo apenas pudieron. Se la dejaron puesta. La derrota también como aprendizaje.