A los doce minutos del primer tiempo, Enzo Fernández definió una gran jugada colectiva para anotar el segundo gol de la Selección Argentina ante Brasil. Tras los festejos, mientras la transmisión enfocaba los rostros de los futbolistas de la 'Canarinha' con gestos entre sorprendidos y resignados, la imagen previa a la reposición mostró a Rodrigo De Paul girándose hacia sus compañeros y agitando los brazos. 'Dale, no aflojemos' , parece decir, para segundos después salir disparado a presionar a la defensa rival: un indicio de lo que sería el partido. Este baile de la Selección Argentina, desde ya, cuenta como el plan que el entrenador tiene para jugar al fútbol sin Lionel Messi. Así fue como salió a la perfección y, desde ya, lo que podría pasar.
La histórica goleada de la 'Albiceleste' apenas dejó lugar a dudas: en ningún momento, ni siquiera tras el error aislado del 'Cuti' Romero que derivó en el descuento parcial del cuadro visitante, pareció que el conjunto de Lionel Scaloni podía perder. El entrenador argentino leyó perfectamente cómo lastimar el planteo de su par Doríval Junior (quien ya no está más en su cargo), con el dominio en el mediocampo mediante la continua movilidad de sus volantes y la intensidad e inteligencia a la hora de presionar como claves fundamentales de la victoria. El partido ante Brasil es el que nos permite pensar cómo puede ser una nueva selección.
Un caos ordenado: movilidad con y sin pelota, la clave en los goles de Argentina contra Brasil
En el planteo inicial, Argentina se pararía en un 4-4-2, con Leandro Paredes y Enzo en el 'doble 5', Rodrigo De Paul ocupando la banda derecha y Alexis Mac Allsiter haciendo lo propio en la izquierda. Por el lado del 'Scratch', al menos en los papeles, la idea era un 4-2-3-1 con Joelinton y André volanteando, a la vez que Vinicius y Raphinha serían extremos junto con Rodrygo (más retrasado en la cancha para buscar equilibrio) y Matheus Cunha como único delantero.
Comenzadas las acciones, los dibujos tácticos rápidamente quedaron en la teoría para darle lugar a una Selección Argentina que apostó por adelantar al rival en la cancha a través de la posesión de la pelota. Mientras Romero, Otamendi y el 'Dibu' Martínez juntaban pases con Paredes pivoteando para generar una superioridad de 4vs3 dentro del área contra los atacantes brasileños, los laterales Nicolás Tagliafico y Nahuel Molina se colocaron pegados a las bandas para sumar más opciones sobre los costados. A la vez, Thiago Almada y Julián Álvarez se acercaban y liberaban espacios para las corridas de Enzo y Mac Allister, muy activos en los primeros minutos para moverse sin la pelota.
Esta propuesta descolocó a Brasil, que vio cómo su primera línea defensiva quedaba aislada para intentar presionar la salida del cuadro local y cuyos volantes se vieron constantemente en desventaja numérica a la hora de defender. La paciencia para la circulación de los pases fue crucial: durante los primeros 125 segundos, el balón siempre estuvo en poder del combinado nacional.
En la fase defensiva, Brasil sufrió aún más los movimientos sin pelota de los mediocampistas argentinos, que inteligentemente ocuparon el hueco a la espalda de la desarmada línea de volantes para luego lanzarse a la carrera contra los zagueros centrales. Estas corridas le impedían a Marquinhos y Murillo darle cobertura a sus laterales, que debían defender mano a mano las incursiones de Tagliafico y Molina al ataque. Así se gestó el primer tanto tras la corrida de Almada obligó al defensor del Paris Saint-Germain a correr hacia atrás, mientras que Enzo se llevó la atención del segundo marcador; el pase de De Paul dejó a Tagliafico en un duelo individual contra Wesley y el giro del recientemente campeón de la Libertadores con Botafogo le permitió asistir a Julián Álvarez, libre y lejos de la marca de Joelinton que no lo siguió.
Argentina ganó el partido en la mitad de la cancha. El dominio a lo largo de todo el duelo se explica por la superioridad posicional, sumada a la entrega para recuperar la pelota y la inteligencia a la hora de tenerla. Un punto muy importante: el equipo podría haber sido más incisivo y vertical (algo que tal vez Brasil intentó al llenar su once inicial de jugadores con vocación puramente ofensiva), pero eligió no hacerlo. No por falta de ambición, sino porque el rival tampoco lo exigió para que lo haga; una vez obtenida la ventaja, los jugadores albicelestes se dieron cuenta que podían tener la posesión por largos períodos de tiempo y que podían prescindir del duelo individual para generar espacios, los cuales se creaban fácilmente con los movimientos sin pelota.
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Los detalles de la asfixiante presión argentina en la histórica goleada en el Monumental
"El ataque te hace ganar partidos, la defensa te hace ganar títulos", sentenció alguna vez Sir Alex Ferguson. Los vistosos goles de la Selección inundaron las redes sociales, pero el trabajo defensivo fue igual de impecable. La asfixiante presión sobre la 'Canarinha' no reconoció jerarquías: todos los futbolistas se abocaron a la tarea de estar siempre encima de la marca apenas se producía una pérdida, algo que también permitió gestar más ocasiones de peligro cerca del arco rival.
Si bien la labor fue colectiva, el esfuerzo de Julián Álvarez en la primera línea de presión fue notable. El delantero del Atlético de Madrid relevó a su par Almada a la hora de retroceder varios metros en la cancha para recuperar la posesión, incluso en los minutos finales cuando las piernas estaban cansadas. Si bien lo primero que resalta a la vista es su intensidad, igual de valorable es su inteligencia: al orientar su avance sobre el rival desde el lado ciego para bloquearle opciones, le permitía a sus compañeros avanzar metros en la cancha para ahogar aún más la salida. Esto también era posible gracias a la confianza en la última línea defensiva para ganar los duelos aéreos frente a Vinicius, Raphinha y Matheus Cunha.
En línea con esta apuesta, Argentina arriesgó y presionó en todos los sectores de la cancha. Presionar no sólo es adelantar las líneas: ya sea en campo rival o propio, siempre que un jugador brasileño recibía la pelota había uno argentino cerca para dificultar su control. La contraposición es notoria en comparación con las amplias libertades que tuvo el cuadro local ante la pasividad de jugadores como Vinicius y Raphinha, quienes veían pasar a sus marcadores mientras volvían al trote.
Justamente, los delanteros del Real Madrid y el Barcelona respectivamente fueron de los más afectados por el planteo táctico de su equipo. El extremo del 'Merengue' estuvo aislado sobre la banda izquierda e intentó avanzar en todas las oportunidades que tuvo, la mayoría de ellas chocándose contra el muro levantado por Molina y el 'Cuti' Romero. Por su parte, el futbolista culé debió suplir la ausencia de volantes y alejarse del arco defendido por el 'Dibu' Martínez para entrar en contacto con la pelota, un rol en el que no estuvo cómodo en ningún momento del partido.
Por último, el seleccionado argentino se destacó por su proactividad a la hora de recuperar la pelota tras una pérdida. La contrapresión, término popularizado por el Barcelona de Pep Guardiola, consiste en cerrar rápidamente líneas de pase y forzar el error rival para tener nuevamente la posesión tras pocos segundos. Esta idea fue retomada contra Brasil: luego de una pérdida, los volantes que estaban cerca de la acción (e incluso los delanteros) volvían a máxima velocidad, mientras que los defensores salían al cruce para rodear por completo al adversario y no darle tiempo a resolver con tranquilidad.