La confianza de los grandes supermercados y mayoristas en su propia situación económica cayó en abril pasado en medio de la incertidumbre por la salida del cepo, con la baja demanda como principal problema.
Así lo reveló la nueva Encuesta de Tendencia de Negocios que el Indec lanzó este miércoles por primera vez, en este caso abocado al sector supermercadista. Este informe tiene como principal novedad al que el organismo llamó "Indicador de Confianza Empresarial" (ICE), que es elaborado combinando las evaluación de los supermercados y mayoristas encuestados acerca de tres puntos: su situación comercial actual, su situación comercial futura y su nivel de stocks.
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El ICE de abril pasado fue de 2,3%, lo que implicó una caída de casi tres puntos respecto al 5,2% que el indicador había mostrado en marzo (ya que el Indec realizó el cálculo retroactivamente a partir de las encuestas de supermercados que publica mensualmente desde enero de 2020).
En otras palabras, la incertidumbre provocada por la demora en el acuerdo con el FMI y luego la sorpresa de la salida del cepo, que generó expectativas inflacionarias, provocaron una baja de la confianza de supermercados y mayoristas en la situación económica del país durante abril.
Desagregando, en abril los supermercados tuvieron una peor evaluación tanto de su "situación comercial actual" como de su "situación financiera" y de su "acceso al crédito". En general, estas evaluaciones son mixtas. En el caso de la "situación comercial actual", por ejemplo, solo un 11% consideró en abril que fuera "buena", pero solo un 28% consideró que fuera "mala", mientras que para la mayoría, un 60% fue simplemente "normal". Cifras similares se repitieron en otros campos.
O sea, es casi nula la expectativa positiva de los supermercados respecto a la coyuntura actual. Sin embargo, la mayoría tampoco tiene expectativas negativas sino que simplemente se ha adaptado a las condiciones y las ve como normales.
El problema es que, vistas en perspectiva, estas condiciones "normales" son en verdad bastante malas. El ICE que resultó en el 2,3% de abril puede variar entre 100% y -100%, lo que evidencia que la coyuntura actual es muy modesta.
De hecho, el indicador se encuentra lejos del máximo del 11% que tocó en septiembre de 2023, cuando Javier Milei ya era visto como favorito a ganar la presidencia. También, sin embargo, se encuentra lejos del -22% en el que se ubicó en marzo de 2024, durante lo peor del ajuste de shock del Gobierno.
Lo curioso es que esto revela que los supermercados y mayoristas tuvieron, post PASO de 2023, una expectativa positiva del triunfo de Milei, pero esta expectativa comenzó a caer cuando el propio Milei pasó al balotaje en medio de la aceleración inflacionaria. Del optimismo al pánico en poco tiempo.
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Aun así, en los supermercados creció levemente en abril la expectativa comercial para el siguiente trimestre (mayo-julio). Un 71% considera que seguirá igual, pero solo un 7% entiende que empeorará. Al contrario, un 22% espera que mejore, un porcentaje mayor que en el mes previo.
Así, la salida del cepo generó un momento de gran incertidumbre entre el supermercadismo por la mayor expectativa inflacionaria, pero la estabilidad macro que finalmente logró el Gobierno parece haber llevado, muy levemente, a un mayor optimismo a futuro.
La baja demanda, el gran problema de los supermercados
Sea como sea, la mala evaluación que los supermercados hacen de su propia situación es, básicamente, producto de que el consumo sigue deprimido. Al ser consultados sobre qué factores "limitan su capacidad comercial", un 57% de los supermercados y mayoristas consultados señaló a la demanda.
Lo siguió el costo laboral, aunque solo para un 23% de los encuestados. Un porcentaje relativamente bajo que explica por qué los supermercados aceptaron pagar la paritaria de comercio a sus empleados pese a que esta no fue homologada por el Gobierno.
De hecho, el consumo se mantuvo durante 15 meses seguidos (entre enero de 2024 y marzo de 2025) a la baja en la comparación interanual, una racha negativa que recién se cortó en abril (creció solo un 0,1%), según los datos de la consultora Scentia.
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Es precisamente esta crisis del consumo la que obligó a los grandes supermercados a rechazar las listas con subas del 9% enviadas durante la segunda quincena de abril por las principales alimenticias y empresas de artículos de limpieza como Molinos, AGD o Unilever. Algo en lo que ayudó la presión del Gobierno gracias a haber mantenido el dólar cerca del piso de la banda.
En definitiva, saben que el bolsillo no tiene margen para un nuevo aumento importante y no quieren arriesgarse a perder más ventas, sobre todo frente a la suba del consumo en los comercios de barrio.
Sin ir más lejos, la demanda era hace tres meses un problema para el 55% de los supermercados encuestados, con lo que, levemente, empeoró en lo que va del año. Otra muestra que indica que el gobierno de Milei todavía no logra cumplir con su gran promesa de 2025: aumentar significativamente el salario real para reactivar la actividad.