En pocos días el Riesgo País se acercó a los 1.500 puntos y el Banco Central (BCRA) intervino vendiendo más de USD 1100 millones para sostener el tipo de cambio, en un contexto de elevada desconfianza tras una serie de decisiones económicas (como no comprar reservas y eliminar las LEFI) que mostraron un esquema agotado. Con la crisis cambiaria en aumento, el Gobierno Nacional terminó recurriendo a la ayuda financiera de Donald Trump que logró calmar, por el momento, las tensiones. El único objetivo parece ser tratar de llegar con oxígeno a los comicios legislativos de octubre; sin embargo, el problema de fondo sigue intacto.
“Estamos ante un programa que está por fuera de su tiempo histórico, la apertura comercial que implementa el Gobierno tiende a absorber saldos exportables que se generan en el marco de la ‘guerra comercial y lo más importante aún es que el intento frustrado de valorización financiera de Milei desconoce la herencia doméstica que recibió: la crisis de deuda que incubó el gobierno de Macri y que el Frente de Todos no pudo resolver”, señaló un informe del centro CIFRA-CTA. En este panorama, el calendario de vencimientos de capital e interés en moneda extranjera del sector público nacional y provincial, el BCRA y los de las obligaciones negociables de las grandes empresas privadas refleja una situación más que crítica: el total de vencimientos asciende a 28.774 millones de dólares en 2026 y trepa a 36.216 millones en 2027. Para hacer frente a esos pagos el gobierno necesita mucho más que un buen resultado fiscal.
Mientras la administración libertaria parece aceptar, a cambio de los tan necesarios fondos, una injerencia directa de Estados Unidos en el funcionamiento de la economía argentina, también se advierte que “bajo el actual esquema, pueden llevar a una nueva apreciación cambiaria. Se necesita en lo inmediato un nuevo enfoque que priorice recomponer reservas y fije un piso alto al dólar para recuperar credibilidad monetaria”, alertó el economista Pablo Moldovan, director de la consultora C-P.
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Consecuencias del modelo cortoplacista
Un programa económico basado en sostener permanentes burbujas especulativas tiene impacto directo en la economía real -el entramado productivo y los ingresos- pero además acarrea una constante inestabilidad. Esto porque se sustenta en tono a una fuerte desconexión entre el valor financiero y el productivo, lo que termina provocando turbulencias que en nuestra economía toman la forma de las ya conocidas corridas cambiarias.
El gobierno de Javier Milei desplegó al momento un esquema de valorización financiera que se caracterizó por impulsar burbujas o el llamado carry trade (primero los dólares se cambian por pesos, luego se colocan en un activo financiero con interés en moneda local y finalmente se pasan los pesos con su ganancia a dólares), con desenlaces de muy corto plazo. ¿Es nuevo el modelo? Contrario al discurso del oficialismo contra la “casta política”, el modelo libertario tiene claros precedentes en el programa económico puestos en marcha por la última dictadura cívico-militar y la implosión de su crisis en 1981-82, el del régimen de convertibilidad y la gran crisis de fin de siglo, o la que tuvo lugar en el marco del intenso proceso de endeudamiento externo durante el gobierno de Mauricio Macri y la crisis del 2018-2019.
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De hecho, sobre esto último, la actual administración nacional insiste con desconocer la crisis de deuda heredada de la gestión macrista que incluye el mega préstamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por USD 57.000 millones, el más grande de la historia nacional y del propio organismo de crédito, y -lo que no es menor- cuya devolución se encuentran aún sin resolver, condicionando el devenir de la política económica local.
Sin embargo, por lo anterior y por como se desenvolvió el modelo económico desde diciembre del 2023, se advierte que el capítulo actual de valorización financiera tiene como particularidad que, a la inestabilidad inherente a esos procesos, se suma que la duración de sus burbujas especulativas es cada vez más acotada. Para aportar claridad, al comparar con los procesos anteriores, en la última dictadura cívico-militar esas “burbujas” duraron 4 años, en la década de 1990 alrededor de 10 y en la de Macri ya se acortaron a 2 años, “lo distintivo de la experiencia bajo el gobierno de Milei es que los intentos de montar burbujas financieras duran meses en lugar de años, se pinchan antes de consolidarse”, alertó un informe del centro CIFRA-CTA.
Según el centro de estudios, en lo que va de gestión libertaria y ante lo que sería un nuevo endeudamiento del Gobierno con el Tesoro norteamericano (por ahora solo plasmado en anuncios por la red social "X"), es posible advertir que los diferentes intentos resultaron frustrados para el gobierno de La Libertad Avanza (LLA).
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“La primera burbuja duró apenas tres meses -hasta abril de 2024- y alcanzó rendimientos mensuales en dólares elevados para el Plazo fijo (entre 5,7% y 18,5%) y un promedio de 4,8% mensual para las LECAP. Esta burbuja obtuvo el financiamiento externo del ajuste a las importaciones y el retraso en el pago de las mismas por parte del gobierno, lo que generó un ingreso de divisas por la vía del superávit comercial”, pese a ello “en mayo y junio se interrumpió la burbuja por la reducción de la tasa de interés y la suba de los dólares financieros que pasaron de los 1.014 a 1.281 pesos por dólar en el caso del dólar MEP y de 1.092 a 1.350 en el caso del CCL”, puntualizaron.
La segunda burbuja, en cambio, se puso en marcha a partir de agosto cuando se estabilizó el tipo de cambio y posteriormente se apalancó en el ingreso extraordinario de 23.300 millones de dólares por el blanqueo de capitales. “Esta situación excepcional permitió la convergencia de la reducción del dólar financiero con tasas de interés en pesos en torno al 4% mensual que se reflejaron en rendimientos en dólares en torno al 8% mensual hasta noviembre”. Sin embargo, tampoco se sostuvo en el tiempo: “el desenlace se produjo en el inicio de 2025, en un marco de fuerte inestabilidad en el sector externo que derivó en una reducción de 5.000 millones de dólares de las reservas internacionales del BCRA”, agregó el economista Pablo Manzanelli.
En ese contexto, volvió a escena un nuevo salvataje del FMI (USD 20.000 millones, con un desembolso inicial de UAS 12.000 millones) que le permitió a la dupla Milei-Caputo frenar la corrida que se había desatado, pero -una vez más- no pudieron generar las condiciones para hacer sostenible el carry trade.
A tal punto esto es así que después de tres meses de rendimientos positivos en dólares en julio pasado se registraron rendimientos negativos ante la suba del tipo de cambio. Tal como había preanunciado el propio JP Morgan cuando recomendó el desarme de posiciones, las pérdidas en dólares se ubicaron en torno al 4,0% en el caso del Plazo fijo y del 7,8% para las LECAP. Pero el nuevo desembolso de 2.069 millones de dólares por parte del FMI a comienzos de agosto y el “perdón” al Gobierno por el incumplimiento de la meta de acumulación de reservas, permitieron “una precaria y cortoplacista estabilización del tipo de cambio después de la devaluación de fines de julio”. Así, el tipo de cambio oficial que había trepado a 1.386 pesos por dólar se redujo a 1.361 entre fines de julio y agosto. Junto al significativo ascenso de las tasas de interés (derivó en tasas mensuales en dólares de 4,3% y 6,9%), aunque no se mantuvieron este mes.
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¿Qué falla del modelo? “En la generalidad de los casos, todo proceso de valorización financiera tiende a afectar, por diversas razones, a la cuenta corriente de la balanza de pagos y financiarla con la cuenta financiera”, explicaron desde el centro de estudios.
En concreto, “la sostenibilidad del tipo de cambio para garantizar los buenos rendimientos financieros en dólares acarrea, después de la devaluación inicial que suelen desplegar estos programas de ajuste, la apreciación cambiaria y, con ella, tendencias a la reducción o eliminación del superávit comercial, lo que se ve afectado también por la apertura comercial -desregulación de importaciones- que acompañan estas políticas”. Hay que agregar atraso del dólar que el gobierno sostuvo como ancla inflacionaria junto con paritarias “pisadas”, a la vez que se agravó el déficit de turismo. En ese escenario, “el endeudamiento externo que se requiere para cubrir esas tendencias y sostener el tipo de cambio, inicia un proceso de mayores pagos de intereses de la deuda que, en conjunto con la reducción del superávit comercial y la acentuación del déficit de servicios, deterioran el saldo de la cuenta corriente y aumentan, así, la carga del financiamiento sobre la cuenta financiera”, detalló el especialista.
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De hecho, como contrapartida al ingreso de fondos por el acuerdo con el FMI, las desregulaciones cambiarias para la compra de dólares de las conllevaron un problema adicional: la aceleración de la formación de activos externos que acumuló 14.730 millones de dólares en apenas tres meses y medio.
“Estamos ante un programa que está por fuera de su tiempo histórico. La situación mundial dista de la de los ‘petrodólares’ de mediados de los años setenta que derivaron en la crisis de la deuda latinoamericana, del mismo modo que la apertura comercial que implementa el gobierno de Milei tiende a absorber saldos exportables que se generan en el marco de la ‘guerra comercial’”, consideró Manzanelli y agregó que “más importante aún es que el intento frustrado de valorización financiera de Milei desconoce la herencia doméstica que recibió, la crisis de deuda que incubó el gobierno de Macri y que el Frente de Todos no pudo resolver con la renegociación que llevó a cabo”.
Bajo un diagnóstico distinto, el Gobierno actual empeora los términos del problema, generando vencimientos en moneda extranjera que son complejos de refinanciar en el marco del deterioro de la cuenta corriente. Se trata de una situación por demás crítica: el total de vencimientos asciende a 28.774 millones de dólares en 2026 y trepa a 36.216 millones en 2027 y difícilmente el excedente comercial que se achica pese a la expansión de las exportaciones energéticas pueda sostener esos niveles de vencimientos. Pese a los compromisos de deuda asumidos y la creciente desconfianza del mercado, el Presupuesto 2026 proyecta un deterioro en la balanza comercial de bienes y servicios (-USD 5.751 millones en 2026) lo que dificultaría aún más la acumulación de reservas necesarias.
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Expectativas en rojo
En solo dos meses, las expectativas sobre el rumbo económico de nuestro país cayeron casi 20 puntos. Así se desprende de la encuesta que realiza habitualmente el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP) desde donde se detalló que las expectativas positivas declinaron de 47% a apenas 28%, mientras que las negativas -quienes creen que la situación económica podría empeorar en los próximos meses- aumentaron de 50% al 65%.
Por último, la imagen positiva del presidente Milei registró una segunda baja consecutiva y por primera vez desde diciembre del 2023 se ubicó por abajo del 40%, según detalló la misma consultora.