Las intervenciones de Estados Unidos sobre otras monedas vienen con reformas estructurales

La movida de Scott Bessent, titular del Tesoro norteamericano, y Luis Caputo, es inédita. ¿Por qué Trump apuesta a sostener el experimento Milei? Todavía no se conoce la letra chica de las condicionalidades. Lo que sí se sabe es que siempre que se intervino en otras monedas, hubo pedidos de reformas estructurales.

10 de octubre, 2025 | 00.05

La administración de Donald Trump está dispuesta a sostener el experimento de la administración Milei. ¿Qué le pedirán a cambio? Eso se verá en la letra chica del acuerdo que terminará de sellarse el próximo 14 de octubre. Pero no será gratis. La historia de todos los rescates realizados por Estados Unidos sobre las monedas de otros países así lo demuestran. En la intervención del yuan y el marco alemán en 1985, o en la intervención sobre el euro en 2000 siempre se pidieron a cambio “reformas estructurales”.

¿Será por eso que la titular del FMI, Kristalina Georgieva, alabó a los Presidentes que en otros tiempos ejecutaron recortes salariales del 50% y aún así conservaron sus cargos? Ni hablar de los pedidos ya explícitos de Trump para obturar cualquier avance de China en el país y su apetito por controlar determinados minerales claves a través de su Alianza para la Seguridad de los Minerales.

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La intervención anunciada por Scott Bessent, titular del Tesoro norteamericano, representa un cambio fundamental en la historia de la política cambiaria estadounidense, ya que es la primera vez desde 1971 que realizan compras sobre una moneda emergente.

El Mecon cambia de bandera

Según Bloomberg en línea, la intervención del Tesoro norteamericano a través del Santander fue de 100 millones de dólares, mucho menos de lo que venía perdiendo el otro Tesoro, el de Argentina, bajo la administración del ministro Luis Caputo, en las últimas ruedas. El ministro de Economía ya se había comido en el MULC el 90% de los dólares que les habían comprado a los agroexportadores; solamente le quedaban 350 millones en su cuenta. Y en eso…llegó Bessent, quizás fogoneado por el inversor Robert Citrone, quien se conoce con Caputo de sus épocas de traiders. Ahora, cantan juntos “yo quiero a mi bandera…norteamericana”.

“No creo que le salga muy caro al Tesoro norteamericano sostener el tipo de cambio con todo el poder de fuego que tiene. Ahora, después del 26 de octubre, la película es otra. Ahí está su gran apuesta. Seguramente debe existir un acuerdo implícito entre Estados Unidos y Caputo para soltar el tipo de cambio luego de las elecciones”, enfatizó el economista Martín Pollera, del Grupo Atenas.

La historia de las intervenciones del Tesoro de los Estados Unidos sobre otras monedas da cuenta de lo inusual de la movida Bessent – Caputo. Queda sobreexpuesta la decisión de Trump de sostener hasta el último aliento el experimento Milei, un globo de ensayo con condicionalidades económicas y también bélicas. No por nada esta semana la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, anunció la creación del Consejo Nacional Antiterrorista en línea con el avance militar de Trump sobre su propia población.

Los antecedentes

En 1985 se firmó el Acuerdo del Plaza, movida que involucró a Estados Unidos, Japón, Alemania Occidental, Francia y Reino Unido (el G 5). Lo que hicieron fue una operación de compra y venta de monedas, principalmente del yen y el marco alemán con el objetivo de forzar la depresión del dólar (una devaluación) para reducir el déficit comercial de Estados Unidos.

Entre 1980 y 1985, el dólar se había apreciado un 50% frente al yen japonés, el marco alemán, el franco francés y la libra británica. Este escenario no era del agrado de las industrias norteamericanas.

Por entonces, la Reserva Federal (FED), bajo la conducción de Paul Volcker, había conseguido frenar la estanflación de los años setenta subiendo los tipos de interés, pero eso resultó en una sobrevaloración del dólar. La intervención sobre las monedas de las otras potencias fue para mejorar la competitividad de las exportaciones yanquis.

En 1998 se llevó adelante una intervención unilateral de Estados Unidos sobre el yen japonés. Por entonces, los diarios de la época sostenían lo siguiente: “Por primera vez en seis años, Estados Unidos salió a poner un torniquete para parar la sangría del yen japonés, un 11 por ciento de cuyo valor se ha evaporado desde principios de año, y cuya caída amenazaba una recesión asiática más grave, con consecuencias temibles para el resto del planeta”.

El sostén había ocurrido bajo la forma de una inyección de 2000 millones de dólares en la divisa nipona, acordada entre Bill Clinton y el premier japonés Ryutaro Hashimoto, después de que la Dieta (Parlamento de Japón) aprobara un presupuesto anticrisis “con estímulos” por 116.000 millones.

“Estamos preparados para continuar cooperando en los mercados de cambios, en la medida necesaria", afirmaba Robert Rubin, secretario del Tesoro durante la intervención nipona. El vocabulario utilizado por las autoridades norteamericanas, antes y ahora, resulta muy similar.

¿Por qué Estados Unidos había hecho esta jugada unilateral? Así lo explicaba Keith Woodfin, de la consultora Foreign Exchange Analytics: “La principal razón tiene que ser China, Hong Kong y Asia. Estados Unidos estaba bastante asustado, sin mencionar el hecho de que Clinton tiene una cumbre en China el 25 de junio y seguramente no quiere estar allí en medio de Crisis en Asia-Parte II". A cambio, le pedían a Japón reformas estructurales”.

Todos los rescates en los que intervino el Tesoro de los Estados Unidos implicaron para la contraparte la puesta en funcionamiento de “reformas estructurales”. ¿Acaso será por eso que la titular del FMI sostuvo que hubo líderes de Europa que redujeron salarios en un 50% y aún así fueron reelegidos? Todavía se desconoce la letra chica de la ayuda confirmada por Bessent; tampoco se saben las condicionalidades que habrá para la Argentina. De lo que no se duda es que habrá pedidos específicos para el país.

La historia sirve para ilustrar este derrotero. Un texto publicado por el propio Banco Central como ensayo económico, titulado “Crisis y engaños del euro: el comercio explica la verdadera historia, no la deuda y el déficit” (2013), se preguntaba:

“¿A fines de la década del 2000 las finanzas públicas de estos países (Italia, España, Grecia y Portugal) estaban tan deterioradas que eran necesarias reformas inmediatas y “estructurales”? Para responder de forma inteligente hay que preguntar, ¿necesarias para qué propósito?”.

En pleno año 2000, las autoridades estadounidenses compraron 1.500 millones de euros contra el dólar, nuevamente en una operación dividida en partes iguales entre el Fondo de Estabilización Cambiaria y la Reserva Federal. La intervención había sido coordinada con el Banco Central Europeo y las autoridades monetarias de Japón, Canadá y el Reino Unido.

"Por iniciativa del Banco Central Europeo, las autoridades monetarias de Estados Unidos y Japón se unieron con el Banco Central Europeo en una intervención concertada en los mercados cambiarios, debido a su preocupación compartida sobre las potenciales implicaciones de los movimientos recientes del euro para la economía mundial", manifestaba por entonces, el secretario del Tesoro Lawrence Summers.

La última intervención, al menos para este recorrido, ocurrió también sobre la moneda japonesa, luego del devastador terremoto y tsunami que había golpeado al país nipón en 2011. A diferencia de las dos anteriores intervenciones que habían buscado fortalecer monedas débiles, el objetivo esta vez era debilitar una moneda que se había apreciado exponencialmente luego de los acontecimientos climáticos.

¿Por qué la Argentina resulta tan relevante para Estados Unidos que sale a su rescate en el mercado de cambios? ¿Habrá promesas de dolarización en el medio? ¿O solo bastó con la subordinación geopolítica blandida por Milei?