El popular cantor y compositor de tangos Guillermo Fernández continúa aprovechando el alcance de las redes sociales para generar contenido muy profundo sobre la música popular porteña. Como en otras oportunidades, el artista difundió una reflexión filosófica originada por el análisis de las letras de canciones que escribieron históricos artistas como Alfredo Lepera y Enrique Santos Discépolo, entre otros.
“Los autores de tango eran poetas, filósofos, hasta te diría portadores de conceptos psicoanalíticos”, explicó Fernández y agregó en el comienzo de un video publicado en Instagram: “Se sumergían en la introspección a la que Sócrates consideraba necesaria para el autoconocimiento”. Luego, el referente de la cultura popular consideró: “El tango es un vehículo para examinar la vida cumpliendo la máxima socrática. La vida no examinada no vale la pena ser vivida”.
Allí mencionó al mítico socio de Carlos Gardel y apuntó: “Alfredo Lepera en su tango “Soledad” nos trae una imagen desgarradora: ‘En la doliente sombra de mi cuarto, al esperar sus pasos, a veces me parece que ellos detienen su andar, pero no hay nadie. Es un fantasma que crea mi ilusión’”. “Esa ilusión donde la mente crea escenarios nos recuerda a David Hume y su concepto de la mente como un teatro donde la identidad personal es solo una colección de ideas, un escenario donde entran y salen diferentes actores”, planteó Guillermo.
Más tarde, sumó otra estrofa de canción: ‘Yo no quiero que nadie se imagine cómo es de amarga y honda mi eterna soledad’. Y según el análisis de Fernández: “Lepera esconde el dolor tras una máscara, esa falsa identidad que nos aleja del yo auténtico e intenta intensifica la angustia, en síntesis, esa es la máscara de Nietzsche”. “Para Søren Kierkegaard, la soledad surge de nuestra libertad y responsabilidad de elegir. La filosofía y el tango concuerdan. A través de la angustia, tomamos conciencia de nuestra libertad. Sartre afirma que la soledad condena inevitablemente al hombre a ser libre”, sumó el cantor.
Además, citó a Discépolo por el tema “Martirio” y consideró: “‘Solo, increíblemente, solo vivo el drama de esperarte’. En “Yira Yira” define esa soledad como un vacío existencial, y nos canta: ‘verás que todo es mentira, verás que nada es amor’, ‘no esperes nunca una ayuda ni una mano ni un favor’. Usa la soledad como un punto de reflexión que lo obliga a escribir enfrentándolo con la fragilidad de la vida”.
“Otros como Enrique Cadícamo o Catulo Castillo utilizan objetos testigos, la noche, el viento, la lluvia. ‘Que noche llena de hastío y de frío, el viento trae un extraño lamento, parece un pozo de sombras la noche y yo en las sombras camino muy lento, mientras tanto, la garúa se acentúa con sus púas en mi corazón’. O el bandoneón: ‘Contame tu condena, decime tu fracaso’”, completó el ícono de “Grandes Valores del Tango”.
El tango, la soledad y la libertad
En ese marco, Fernández insistió en que Cadícamo y Cátulo “consiguen un desdoblamiento del yo que les propicia esa introspección profunda. Aunque sea compleja la soledad, no es necesariamente negativa”. “Sus periodos son cruciales para la reflexión, el crecimiento y la creatividad”, expresó y señaló: “El tango no te deja solo. Discépolo escribe ‘Si yo pudiera como ayer querer sin presentir’”.
Finalmente, remarcó: “Ahí no hay duda, como dice Dolina, que el poeta es consciente que el presentimiento del futuro arruina el presente y que esa poesía ubica al poeta en un espacio de soledad monumental donde parece quedar solo”. “La realidad del tango sustituye ese desamparo por un placer cuando el poeta entra a un teatro y escucha miles de personas coreando su tango con profundo sentimiento. En esencia, dijo Octavio Paz, ‘La soledad es el precio de la libertad’”, concluyó.
