Radiografía de la crisis: el crédito avanza por también la mora en todos los estratos

Cuatro de cada diez familias usaron ahorros o vendieron bienes este año. Un tercio está endeudado por $3,7 millones promedio. Los cheques rechazados marcaron récord desde 2020 y crece la irregularidad entre bancos y financieras. Jóvenes y mujeres siguen siendo los más excluidos del crédito, mientras el sistema reclama aflojar el apretón monetario para evitar un freno mayor.

17 de noviembre, 2025 | 00.05

El endeudamiento se convirtió en la variable que mejor sintetiza la crisis de ingresos en Argentina. En un país donde se trabajan más horas, pero el bolsillo rinde cada vez menos, los hogares combinan salarios deteriorados, precarización y una carga creciente de trabajos no remunerados con un modelo financiero que gana terreno sobre la vida cotidiana. El resultado es un paisaje económico marcado por la emergencia permanente: al menos el 47% de los hogares no llega a fin de mes y debe financiar el consumo básico por fuera de sus ingresos. En otras palabras, la crisis de ingresos es el corazón del problema: un tercio de la población mantiene deudas con bancos y financieras por un promedio de $3,7 millones, un monto incompatible con los niveles actuales de ingreso formal ya que la mitad de los trabajadores registrados cobra menos de $1,3 millones, apenas por encima de la canasta básica.

Frente a esa brecha, las familias apelan a múltiples estrategias de supervivencia: cuatro de cada diez hogares usaron ahorros o vendieron pertenencias en el primer semestre del año, mientras se profundiza la migración hacia créditos personales, tarjetas y financieras. De hecho, los préstamos de bancos y financieras se incrementaron 10,8 puntos entre el segundo semestre del 2003 y el primer semestre de 2025. El deterioro también se refleja en otros indicadores del sistema: los cheques rechazados alcanzaron un récord de cinco años, y la mora empezó a crecer entre los sectores de mayores ingresos, una señal que quiebra patrones históricos y revela un nivel de estrés financiero más extendido. Al mismo tiempo, se mantienen brechas estructurales: los jóvenes acceden menos al crédito y presentan más atrasos, y las mujeres reciben montos menores y dependen en mayor medida del sistema no bancario.

El resultado es un círculo de sobreendeudamiento que erosiona los ingresos disponibles y obliga a refinanciar deudas con nuevas deudas, incluso dentro del sistema bancario. Mientras tanto, entidades públicas y privadas piden al Gobierno “aflojar” el apretón monetario para aliviar la liquidez y reactivar un crédito que se mantiene estancado.

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Crédito, mora y brechas

El modelo financiero penetra cada vez más en una sociedad que trabaja más horas pero igual no le alcanza, mientras enfrenta mayor precarización y carga de trabajos no remunerados, a la vez que gestiona un creciente endeudamiento.

Al respecto, la actividad de intermediación financiera con el sector privado continuó creciendo. El saldo real de crédito al sector privado en pesos en el conjunto de entidades financieras aumentó 0,7% mensual y 56% interanual en el octavo mes del año (según datos del Banco Central –BCRA-). El mayor dinamismo fue para los préstamos con garantía real. Dentro de este último segmento, se estima que durante el período se incorporaron unos 4.200 nuevos deudores de crédito hipotecario, acumulando 38.000 en los últimos 12 meses. Por su parte, el saldo de financiamiento al sector privado en moneda extranjera se incrementó 10,2% en el mes (160% i.a.). 

Contemplando ambas monedas, se observa que el saldo real de crédito al sector privado creció 1,8% y el saldo real de los préstamos a las familias se incrementó 1,2% en el período, destacándose el dinamismo de las líneas hipotecarias y personales. Por su parte, el saldo de financiaciones a las empresas aumentó 0,5% real, impulsado principalmente por los sectores de la producción primaria. En este escenario, la participación en el activo total del conjunto de entidades de los préstamos a las empresas totalizó 23,9% mientras que para el segmento de las familias ascendió a 19,8%. 

En el marco de esta radiografía financiera, un aspecto no menor tiene que ver con la situación de los hogares argentinos que para la satisfacción de sus necesidades, recurren de forma creciente a otras estrategias como complemento de sus estancados ingresos. Entre ellas, los préstamos con bancos y otras entidades financieras, y no ya para realizar determinadas inversiones o cubrir grandes gastos sino para costear su alimentación, compra de medicamentos y hasta pago del alquiler, aspectos cada vez más repetidos en la actual coyuntura económica.

Sobre ello, los préstamos de bancos y financieras se incrementaron 10,8 puntos entre el segundo semestre del 2003 y el primer semestre de 2025, siendo el estrato de ingresos altos y medios quienes más se endeudan con entidades bancarias y financieras.

Los datos se desprenden del informe “Estrategias de manutención ¿cómo organizan su economía los hogares argentinos?” publicado recientemente por el INDEC donde se precisó que “el porcentaje de hogares con uso de préstamos bancarios y del sistema financiero en general, se redujo y se estancó desde 2020 hasta 2023”. El pico de la serie se registró en el segundo semestre de 2019, y cayó durante la pandemia de COVID-19. A partir de 2024, “se observó un nuevo crecimiento de esta estrategia, con niveles similares a los de 2019”. 

Las estadísticas del BCRA permiten advertir que en nuestro país hay, al menos, 15 millones de personas endeudadas con banco o entidades financieras (más del 30% de la población argentina) a lo que hay que sumar la deuda con otro tipo de canales de crédito. “Un tercio de los argentinos les deben plata a los bancos, y la deuda promedio de las personas endeudadas es de $3,7 millones de pesos”, estimó el Instituto Argentina Grande (IAG). Un punto relevante tiene que ver con que para llegar realmente a saldar esa deuda sin tener que volver a endeudarse, cada uno de los deudores necesitaría alrededor de 3 salarios del sector privado registrado, el salario más alto de la economía. Sin embargo, los datos oficiales (EPH-INDEC) al segundo trimestre de este año, muestran que el 22,6% de los trabajadores gana menos que el Salario Mínimo, Vital y Móvil, cifra que asciende al 30,6% entre las mujeres, en tanto que la mitad de los asalariados registrados cobra menos de 1.500.000 pesos, cuando la Canasta Básica Total (alimentos y gastos en servicios esenciales) ya llega a 1.200.000 pesos. 

Lo anterior lleva a otra cara de la misma moneda, así como se disparó el endeudamiento privado también creció la irregularidad de los pagos. Según el último Informe de Bancos del BCRA, el ratio de irregularidad del crédito al sector privado (incluye tarjetas de crédito, préstamos personales, de consumo, hipotecarios y prendarios) se ubicó en 3,7% en el mes (+0,5 puntos mensual). El indicador de mora para los préstamos a las familias alcanzó 6,6%, mientras que el coeficiente de irregularidad de las financiaciones a las empresas se situó en 1,4%.

Sobre esto último, otro número aporta claridad a la problemática: en septiembre se rechazaron 92.535 cheques por falta de fondos, récord de los últimos 5 años y con tendencia creciente. “Esto marca un récord desde junio de 2020 donde los cheques rechazados alcanzaron un pico en un contexto de pandemia. Este reporte viene en un ciclo ascendente desde hace más de un año, marcado la dificultad de los argentinos para hacer frente a sus pagos”, indicaron los especialistas del IAG. 

Sin embargo, la morosidad no es condición exclusiva de la operatividad bancaria, por el contrario, se observa también en Sistema Financiero No Bancario, de hecho, una nueva tendencia generó alarma en este último tiempo: aumentó la mora entre los sectores de mayores ingresos. 

“La novedad radica en que los sectores de más ingresos que han recibido montos más altos en sus préstamos son los que tuvieron más dificultades para pagar los créditos. Una situación que surge con mayor fuerza en el sistema no bancario”, precisó un informe realizaron por la empresa SIISA, especializada en tecnología y análisis del mercado crediticio. De acuerdo a la fuente, “que la mora empiece a crecer entre los sectores de mayores ingresos habla de un estrés financiero que ya no se limita a los segmentos más vulnerables, sino que empieza a alcanzar a quienes históricamente daban estabilidad al sistema”, declaró Alberto Teszkiewicz, coordinador de Desarrollo e Investigación de SIISA. 

Quiénes acceden al crédito

Un factor no menor a considerar tiene que ver con la desigualdad persistente en el acceso al crédito. Si se pone la lupa en la situación por grupos etarios se advierte que las y los jóvenes reciben menos crédito (7% en cantidad y 3% en montos) en comparación a los adultos menores de 60 años (principal objetivo de las entidades financieras y no financieras para el otorgamiento con un 71% en cantidad y 79% en montos). Esto se explica por la menor tasa de empleo formal, menores ingresos y mayor incumplimiento. Así lo señaló el informe de la consultora SIISA que destacó que, en el otro extremo, los adultos mayores, solo reciben el 23% de los créditos y 18 % de los montos.

Sobre el cumplimiento de las deudas, “los jóvenes presentan mora en el 8% de sus créditos por un 10% del monto en mora temprana, y en el 9% de los créditos por un 10% del monto con atrasos mayores a 90 días”. La diferencia entre cantidades y montos se relaciona con que se atrasan en créditos de mayores montos.

Al mirar lo que ocurre por géneros se evidencia que las desigualdades socioeconómicas que afectan a las mujeres y se manifiestan en trabajos más precarizados, con ingresos más bajos, con una menor tenencia de propiedades, y una mayor carga de tareas de cuidados no remuneradas, tienen también su correlato en el acceso diferencial a servicios financieros. Si bien reciben el 52% de la cantidad de créditos, solo se les otorga el 41% de los montos prestados. Además, el monto promedio de los créditos otorgados a mujeres es el 64% del monto promedio a hombres.

“Los jóvenes siguen accediendo menos al crédito y se atrasan más, y las mujeres continúan recibiendo montos menores. Sin dudas, las soluciones que incluyen a los segmentos desatendidos se posicionan cada vez con mayor fuerza”, evaluaron desde SIISA.

Otras “estrategias” de subsistencia 

En una coyuntura atravesada por altas tasas de desempleo, así como de precarización laboral, y deterioro de los ingresos, además del crédito las familias despliegan una serie de estrategias para intentar subsistir en el día a día: venta de pertenencias, uso de ahorros, préstamos informales (con familiares, por ejemplo), y financiación de compras en cuotas o al fiado, entre las principales. 

De acuerdo con el documento de INDEC sobre la economía actual de los hogares argentinos, además de los ingresos que provienen del trabajo remunerado, el 37,4% de los hogares recurrió al uso de ahorros (en 2003 el porcentaje era de 19,9%), el 16,1% pidió préstamos a familiares/amigos, el 14,2% pidió préstamos a financieras, 50,9% compró en cuotas o al fiado con tarjeta de crédito o libreta y 9,3% vendió sus pertenencias. Además, un 14,0% recurrió a mercaderías, ropa, alimentos provistos por familiares, vecinos, gobierno, iglesias, escuelas, etc.

“Entre fines de 2003 y principios de 2011, el porcentaje de hogares que vendieron pertenencias bajó del 9,8% al 4%, el menor valor de toda la serie. Durante los siguientes cuatro años, se mantuvo relativamente estable en el 4%. Entre 2015 y 2020, el porcentaje aumentó de manera sostenida, alcanzando un pico del 11% en el cuarto trimestre de 2020, en plena pandemia de COVID-19. Luego descendió hasta llegar al 7,4% a comienzos de 2023, y desde entonces volvió a incrementarse”, precisó el economista de Fundar, Daniel Schteingart.

Así las cosas, Argentina convive hoy con claras señales de deterioro: un incremento general de la toma de duda pero también de la mora, con la “novedad” de la propagación de los atrasos hacia sectores que, hasta ahora, eran considerados más sólidos, a la par de la creciente descapitalización familiar (uso de ahorros y venta de pertenencias) para gastos corrientes.