La posibilidad de acceder a un dólar barato a través del sistema financiero disparó la dolarización de los ahorristas, que se refleja en un incremento de los depósitos en divisas en el sistema financiero por U$S 435 millones en los siete días hábiles que siguieron al anuncio del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
La contraparte de esa suba de depósitos en dólares del sector privado es la caída de los plazos fijos por $2,1 billones de pesos en el mismo período, por lo que existe una relación directa entre el desarme de los ahorros en pesos de las personas y la compra de divisas.
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Por ahora, el efecto no impacta en el nivel de reservas brutas del Banco Central porque el ritmo de dolarización es superior al ritmo de retiro de los depósitos por ventanillas, un proceso que se viene registrando consistentemente desde noviembre del año pasado, tras el fin del blanqueo de capitales que impulsó esta administración.
En el anterior esquema cambiario, la forma de dolarizarse era a través de operaciones en el mercado de capitales para lo que se utilizaban títulos públicos, preferentemente los AL30 (bonares, con legislación local) o GD30 (Globales, con legislación de Nueva York) tanto para hacerse de dólares en el mercado local como para transferirlo al exterior. En esas operaciones intermedian las Alyc (Agencias de Liquidación y Compensación), que obtenían un promedio de 1% de comisión para la compra y venta de divisas, en un mercado que llegaba a mover entre U$S 50 millones y U$S 100 millones diarios, dependiendo del nivel de incertidumbre en el plan económico.
El nuevo esquema producto del acuerdo con el FMI trasladó ese negocio de ganancias extraordinarias al sistema financiero, permitiendo que los pequeños ahorristas realicen la compra de divisas directamente a través de operaciones en el home banking, para lo que solo se requiere tener una cuenta en pesos y otra asociada en dólares.
Efecto cepo
Según fuentes del mercado, en los primeros días de liberación del cepo para las personas humanas se quintuplicaron la apertura de cuentas en dólares, básicamente cajas de ahorro donde se depositan las divisas. Desde el 14 de marzo, cuando se disparó la incertidumbre asociada a la firma del acuerdo con el FMI, el Banco Central se convirtió en vendedor neto de divisas y solo en ese mes terminó liquidando US$1.360 millones y otros US$851 millones en los primeros días de abril.
Con esas ventas, el BCRA absorbió los pesos generando una esterilización que limitaba la disponibilidad de liquidez de la economía, complicando la actividad y generando dificultad al Tesoro en los procesos de licitación de deuda, al punto de no lograr renovar el total de los últimos vencimientos.
Ahora, la venta de divisas se hace en operaciones en las que el BCRA se mantiene al margen, por lo que los pesos salen de las cuentas de los ahorristas vía el desarme de los plazos fijos o retiro de los Fondos Común de Inversión (FCI) y se acreditan en las cuentas corrientes de las empresas que ofrecieron las divisas.
Ese efecto se observó en las estadísticas del BCRA en el incremento de los depósitos en cuenta corrientes (empresas) y la contracara baja de los depósitos en las cajas de ahorro y plazos fijos. El Banco Central viene restringiendo la disponibilidad de liquidez a las entidades financieras (suspendió hace una semana los pases activos y solo renueva los vencimientos) como rorma de forzar una suba de la tasa de interés que remuneran los plazos fijos.
El primer banco en subir la tasa fue el Nación, acompañando la política oficial, y la llevó a 37% de Tasa Nominal Anual, mientras el resto de las entidades se posicionó algunos puntos por debajo. También la tasa TAMAR, que mide los depósitos superior a los $1.000 millones, registró una fuerte suba de 7 puntos iniciales.
El efecto de la suba de la tasa se verá en las próximas semanas, a medida que vayan venciendo los plazos fijos, y dependerá de la percepción de los ahorristas de si se mantiene un “dolar barato” cercano al piso de la banda, en el orden de los $1.100 pesos por unidad.