El nuevo Programa de Facilidades Extendidas (EFF) que cerró el Gobierno con el FMI el viernes pasado tiene una diferencia sustancial respecto al acuerdo previo cerrado en 2022. En el actual, las revisiones de los funcionarios del organismo no serán trimestrales sino semestrales a partir del año próximo. Aunque esto puede interpretarse como una mayor laxitud de parte del Fondo para la implementación de un programa económico, lo cierto es que también muestra que las exigencias hacia Argentina serán probablemente mayores, en el marco del compromiso de implementar reformas estructurales en materia previsional, energética, tributaria y laboral.
En verdad, el acuerdo sellado el viernes pasado resulta diferente del firmado por Martín Guzmán en 2022 en más de un aspecto. En aquel EFF cerrado hace tres años, el FMI enviaba desembolsos para permitir el refinanciamiento del calendario original fijado en el acuerdo Stand-By de Mauricio Macri en 2018. Se trataba de giros casi calzados en monto y fecha con los vencimientos, lo que los reducía casi a una cuestión contable (que permitía al FMI controlar políticamente el programa económico del gobierno).
Ahora, en cambio, Luis Caputo firmó un acuerdo en el que el Fondo, como parte de un evidente respaldo político a Javier Milei para permitir la salida del cepo, realizará un primer desembolso extraordinariamente alto de 15.000 millones de dólares en los próximos 90 días, es decir, un 75% del préstamo total de 20.000 millones de dólares.
Eso implica, como explicó El Destape, que entre 2026 y 2029, cuando haya que empezar a pagar los vencimientos del programa de 2018 y 2022, el FMI girará solo 5.000 millones de dólares, contra necesidades de repago de Argentina de casi 33.000 millones de dólares al organismo entre intereses y capital. Es decir, los giros del Fondo ahora no permitirán refinanciar sus mismos vencimientos, y el país tendrá que encontrar otras fuentes para cancelarlos si el Banco Central ya se gastó los giros iniciales.
Sin embargo, esta no es la única diferencia que hay entre el programa de 2022 y el programa de 2025. Mientras que en el firmado por Guzmán hace tres años las revisiones de las metas, y sus consecuentes desembolsos, eran trimestrales, en el programa de 2025 las revisiones serán mayormente semestrales.
Así lo revela el propio staff report que publicó el FMI en los últimos días tras oficializarse el acuerdo el viernes pasado. Según especifica, habrá dos revisiones iniciales más cortas en 2025. Y luego, otras siete revisiones más largas, de carácter semestral, todas las cuales conllevarán un desembolso menor, de 723 millones de dólares. El calendario oficial es el siguiente:
- La primera revisión caerá el 15 de junio de 2025, solo dos meses después del acuerdo, y de ser aprobada implicará un desembolso de unos 2.000 millones de dólares para el Banco Central.
- La segunda revisión caerá el 15 de noviembre de 2025 y, de ser aprobada, implicará un desembolso de poco más de 1.000 millones de dólares. Evaluará la performance a fin de septiembre de 2025.
- La tercera revisión caerá el 15 de mayo de 2026. Evaluará la performance a fin de marzo de 2026.
- La cuarta revisión caerá el 15 de noviembre 2026. Evaluará la performance a fin de septiembre de 2026.
- La quinta revisión caerá el 15 de mayo de 2027. Evaluará la performance a fin de marzo de 2027.
- La sexta revisión caerá el 15 de noviembre 2027. Evaluará la performance a fin de septiembre de 2027.
- La séptima revisión caerá el 15 de mayo de 2028. Evaluará la performance a fin de marzo de 2028.
- La octava revisión caerá el 15 de noviembre 2028. Evaluará la performance a fin de septiembre de 2028.
- La novena y última revisión caerá el 15 de marzo 2029 (cinco meses después que la previa). Evaluará la performance a fin de diciembre de 2028.
Por qué el FMI hace revisiones semestrales en el nuevo programa
Por un lado, resulta válido considerar que las revisiones semestrales en lugar de trimestrales le permitirán al Gobierno tener más laxitud en cómo cumplir con la "performance" que el FMI estipule, en lo que puede interpretarse como otro favor político del FMI a Milei y Caputo.
Pero, más allá de eso, esto no implica necesariamente que las exigencias que vaya a plantear el Fondo sean más ligeras. Al contrario, es probable que esta mayor flexibilidad en la periodicidad de las metas sea la otra cara de la moneda del exigente panorama que tendrán que afrontar las cuentas oficiales debido a la implementación de las reformas estructurales que el propio organismo pide a partir de fin de 2025.
Según estipula el mismo staff report, el Gobierno se comprometió a realizar, entre otras, reformas en el sistema energético (para fines de noviembre de 2025), en el sistema previsional (para fines de diciembre de 2026), en el sistema laboral y en el sistema tributario.
De hecho, hasta ahora solo hay metas fiscales y monetarias (de acumulación de reservas, superávit fiscal, ausencia de atrasos de pago de deuda externa, cobertura de programas sociales y eliminación del financiamiento del BCRA al Tesoro) fijadas hasta marzo de 2026. Lo que indica que, a partir de ese entonces, seguramente las nuevas metas a cumplir sean más laxas y se fijen en función del avance efectivo del Gobierno con las reformas estructurales que el EFF requiere.