El plan económico de Milei hace agua

El respaldo del FMI ya no alcanza para disimular los desequilibrios del sector externo. El conflicto con el Congreso por las jubilaciones expone el agotamiento del relato oficial sobre las bondades del ajuste. Suben el riesgo país y la desconfianza en el mercado financiero. 

08 de junio, 2025 | 00.05

Cuando los planes económicos de ajuste regresivo empiezan a evidenciar su agotamiento, la reacción de los ejecutores siempre ha sido la misma: culpar a las demandas “populistas” de los políticos y, a la vez, apuntar a los políticos acusándolos de buscar el fracaso de la gestión

El presidente Javier Milei no es la excepción. Con una economía real que está crujiendo e ingresos devaluados de la mayoría de la población, responde con esta excusa conocida, que, en realidad, expone la propia debilidad de un programa económico que no brinda los resultados prometidos.

Después de que la Cámara de Diputados aprobara un muy prudente proyecto de recuperación de las jubilaciones, frente a la depreciación de un cuarto de los haberes promedio en términos reales en este ciclo liberal-libertario, Milei publicó el siguiente tuit en la red X:

“LA POLÍTICA HACIENDO POLÍTICA”. La primera ley de la economía es la escasez: no hay de todo para todos. A su vez, la primera ley de la política es: ignorar la primera ley de la economía. Por cínicos y/o ignorantes todo lo que proponen son políticas que llevan a la pobreza. Fin”.

Este es el comentario presidencial al tuit de Franco Tealdi, licenciado en Administración y maestrando en Finanzas en la Universidad de San Andrés, que culpa a la corporación política por el alza del índice riesgo país por la media sanción en Diputados del proyecto de mejora de las jubilaciones.

El proyecto propone un aumento de apenas 7,2% en las jubilaciones y eleva el bono mínimo a 110.000 pesos. Milei anticipó que vetará la iniciativa si se aprueba en el Senado.

Se sabe que a la narrativa de los gobiernos no se le debe exigir veracidad, porque la construcción del relato oficialista es parte del juego de la disputa por la adhesión de las personas. Ahora bien, esto no significa que deba ser aceptada en forma acrítica. Esta sentencia de Milei calza perfectamente en la misma política económica de Milei, que arroja a la pobreza a la mayoría de las y los jubilados, y la iniciativa de Diputados busca amortiguar el ajuste sobre los haberes. A la vez, el riesgo país se mantiene en niveles elevados por la fragilidad financiera y cambiaria del plan de Milei, y no por la “corporación política”, como afirma Tealdi.

El germen del fracaso de los planes económicos de la ortodoxia

La respuesta destemplada de Milei no es algo diferente a la reacción que tuvieron experiencias ortodoxas pasadas que fueron un fiasco. También contaron, como ahora, con el apoyo entusiasta de los sectores agropecuario, financiero, exportador y de gran parte del industrial.  

Al no saber identificar que el germen del fracaso está en el propio diagnóstico y diseño del programa económico, no pueden admitir lo inevitable: la inviabilidad del proyecto de país para una minoría. 

El fracaso, entonces, es atribuido a la insuficiente acumulación de poder político para realizar el saneamiento necesario en la administración pública, para eliminar empresas públicas y para mantener salarios y jubilaciones deprimidos por un tiempo suficiente como para que se genere un proceso autosostenido de crecimiento.

La consigna de Milei contra la casta política fue efectiva en la campaña electoral, pero hoy, desplegado el programa económico regresivo con sus efectos devastadores en el poder adquisitivo de las mayorías, culpar a los políticos refleja las restricciones de un plan insostenible social y económicamente. 

El ministro de Economía, Luis Caputo. El riesgo país se mantiene en niveles elevados por la fragilidad financiera y cambiaria. Imagen: NA.

La misma y conocida receta del ajuste regresivo

Milei reitera, del mismo modo que lo hicieron otros proyectos políticos conservadores, que la economía argentina será una potencia si se basa en el orden fiscal, la disciplina en el gasto público, la eficiencia en el manejo de la administración pública, el equilibrio presupuestario, el ahorro estatal, la confianza de los mercados y la atracción de los capitales del exterior ofreciendo, entre beneficios financieros e impositivos, las virtudes del sacrificio popular.

Este marco conceptual deriva en un paquete de medidas que incluye una megadevaluación con el consiguiente aumento de los ingresos del complejo agroexportador, una caída de salarios y jubilaciones, una política monetaria y fiscal contractiva, una recesión inicial que deprime importaciones y el deliberado esfuerzo de atracción de capitales extranjeros.

Los ideólogos de estos planes de ajuste explican que la recesión y la caída de los salarios reales son fenómenos transitorios, que corresponden a un período inevitable de sacrificio, necesario para ordenar y sanear la economía. El factor oculto en esta narrativa es que esas consecuencias negativas no son transitorias.

La promesa oficial es que el ajuste crea las bases para el despegue y el crecimiento en beneficio del conjunto de la población. Esto no es así; es una falsa esperanza para engañar a grupos vulnerables.  

El saldo del comercial bilateral con Brasil fue negativo en 535 millones de dólares en mayo pasado, monto que se ubica entre los más elevados de los últimos dos años. Imagen: NA.

¿Cuáles son los límites que aparecen en el proyecto económico liberal-libertario? 

El despegue prometido no se concreta. En términos de Milei, en el actual recorrido de la economía no están apareciendo las burbujas ascendentes “del pedo de buzo”.

Es cierto que puede haber algunas mejoras de ciertas variables en el primer tránsito posterior al ajuste económico, luego de un derrumbe de proporciones, como sucedió en los meses siguientes a la megadevalación. Esta recuperación es efímera, porque no hay flexibilidad en el ajuste de la demanda doméstica. 

La inflación, que siempre aumenta inicialmente a raíz del ajuste cambiario, más adelante suele disminuir, los capitales financieros fluyen del exterior y los salarios reales en parte se recuperan. Pero, en algún momento de este proceso, sobreviene una crisis de confianza por alguna cuestión trivial, que expresa, en realidad, las inconsistencias macroeconómicas acumuladas.

El flujo de capitales se invierte. Los préstamos que habían ingresado comienzan a huir. Se produce una fuerte presión sobre las reservas de divisas, una crisis en el mercado cambiario y otra brusca devaluación. 

En esta oportunidad, esta dinámica fue interrumpida por la insólita ampliación de la asistencia financiera del FMI, organismo que ya entregó 12.000 de los 20.000 millones de dólares comprometidos a un país insolvente.

Sin embargo, el desenlace de este tipo de experimentos se conoce: sin otro financiamiento extraordinario del exterior, se precipita la crisis. Esta se expresa en caída de los salarios reales, disminución de la demanda doméstica, aumento fuerte de la tasa de inflación y el retorno a una nueva recesión, más profunda aún que la anterior.

Luis Pazos, titular del ARCA. La recaudación impositiva en términos reales se derrumbó en mayo. Imagen: NA.

La señal contundente de la fragilidad económica del plan Milei: la caída de la recaudación impositiva

La economía real exhibe claros síntomas de estancamiento. La disminución de la producción en diversos sectores por la debilidad de la demanda está derivando en despidos, reducción de turnos, vacaciones adelantadas del personal, además del incremento de la morosidad y cheques rechazados, de convocatorias de acreedores, declaración de insolvencia financiera y quiebras empresariales. 

Una señal contundente que permite exhibir esta fragilidad de la economía es la evolución de la recaudación impositiva. En el último mes, con la estimación de una tasa de inflación del 2%, la recaudación total registró un derrumbe del 18% real en la comparación interanual. El pésimo resultado se debe a la elevada base de comparación de mayo del 2024, cuando el Impuesto a las Ganancias de las empresas, especialmente de los bancos, tuvo un incremento extraordinario por el efecto de la devaluación de diciembre del 2023. 

De todos modos, aislando este efecto excepcional, la caída de la recaudación impositiva en términos reales fue de 2,2%.

El análisis comparativo respecto a un período prolongado muestra que el saldo de mayo del 2025 es negativo en 9,3% al promedio observado para el mismo mes entre 2010 y 2024, según el cálculo realizado por la consultora PxQ. Estima, además, que la recaudación vinculada a la actividad económica interna todavía se encuentra por debajo de los niveles promedio de diciembre 2022-agosto 2023: el IVA y el Impuesto a la Seguridad Social acumulan tres meses consecutivos de caídas. El retroceso de la recaudación es reflejo de la menor actividad económica.

Se encendieron luces de alerta en el sector externo

El atraso cambiario está haciendo estragos en la economía real, con la invasión de importados que desplazan a la producción nacional (y, en consecuencia, destruye empleo), al tiempo que profundiza el desequilibrio de las cuentas externas.

Como se detalló en El Destape, las últimas cifras de la balanza comercial encendieron luces de alerta: en abril, el superávit comercial fue de apenas 204 millones de dólares, un resultado muy débil comparado con el saldo positivo de 1806 millones del mismo mes del año pasado. Sin los dólares de las exportaciones de petróleo y gas, el saldo comercial del cuatrimestre sería negativo en 1419 millones de dólares.

La proyección de mayo, a partir del intercambio comercial con Brasil, es peor.

De acuerdo a los datos que se desprenden del último informe de comercio bilateral elaborado por la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, el movimiento del mes pasado fue de 2860 millones de dólares, un 34,1% superior al contabilizado en el mismo mes de 2024.

Las importaciones ascendieron a 1698 millones de dólares, un 6% más que el mes previo y 55% más elevadas que las de mayo de 2024. Las exportaciones crecieron un 20% respecto del mes anterior y un 4% comparadas con mayo de 2024.

El saldo comercial bilateral entonces fue negativo en 535 millones de dólares, monto que se ubica entre los más elevados de los últimos dos años. En el acumulado del año, el déficit creció un 28%, ascendiendo a 2427 millones de dólares, muy por encima de los 58 millones de superávit del mismo período del año pasado.

El derrumbe hasta la desaparición del superávit comercial preanuncia una crisis, como enseñan las traumáticas experiencias pasadas con resultados negativos similares. 

el mundo de las finanzas mantiene una prudente adhesión al gobierno de Milei, con apuestas conservadoras en acciones y bonos. Imagen: NA.

Con un rojo proyectado de 1,5% del PBI en 2025 y una menor carga de intereses, el problema no es tanto el tamaño del desequilibrio como su financiamiento. Imagen: Cohen Aliados Financieros.

Con las perspectivas desfavorables del sector externo, ¿qué evaluación hace “el mercado”?

Por ahora, el mundo de las finanzas mantiene una prudente adhesión al gobierno de Milei, con apuestas conservadoras en acciones y bonos, y con algunos jugadores locales lanzados a la especulación de corto plazo con el carry trade ofrecido por los socios Luis Caputo y Santiago Bausilli, ministro de Economía y presidente del Banco Central, respectivamente.

La economista Milagros Gismondi, de la firma Cohen Aliados Financieros, escribió “Confianza o corrección: el dilema del frente externo”. Es un texto que describe con precisión qué está evaluando “el mercado” acerca de las perspectivas del plan de Milei.

Gismondi advierte que el frente externo vuelve a mostrar números rojos. Explica que “tras el récord de 2024, el superávit comercial se redujo fuertemente y el déficit de servicios se disparó, especialmente por el turismo”. Indica que, con un rojo proyectado de 1,5% del PBI y una menor carga de intereses, el problema no es tanto el tamaño del desequilibrio como su financiamiento. 

“Esta vez, el ajuste lo hizo el sector público, pero el privado sigue gastando más de lo que produce. En este contexto, la clave ya no es cuánto se desequilibra la cuenta corriente, sino si se puede seguir financiando”, menciona. Luego señala que “(la emisión) del Bonte fue una primera señal del mercado, aunque costosa; ahora las elecciones aparecen como el próximo hito clave: si el riesgo país baja, podría abrirse una ventana de financiamiento para sostener un déficit externo creciente”.

Gismondi ofrece una interesante conclusión para conocer qué piensa “el mercado”. Dice que el interrogante (sobre el sector externo) no es sólo respecto a 2025, con un déficit todavía acotado en torno al 1,5% del PIB (por debajo del 2,8% de 2016), sino también a 2026, cuando el Gobierno requiere sí o sí volver a los mercados de deuda para “rolloverear” o, en su defecto, reestructurar la deuda. “Con cuenta corriente deficitaria, el tipo de cambio puede seguir en los niveles actuales si se consigue el acceso a los mercados; si no, habrá que reducir el déficit de cuenta corriente mediante una corrección cambiaria o recesión”, concluye.

O sea, no pocos en “el mercado” evalúan que si Milei no consigue dólares abriendo las puertas de acceso al financiamiento voluntario en el mercado internacional, el desenlace del experimento liberal-libertario será el default con la reestructuración de la deuda y/o una nueva devaluación con recesión económica.