La importación de bienes finales alcanzó en abril los 971 millones de dólares y se convirtió en la cifra más alta de los últimos cinco años, una tendencia que se sostiene y que el Gobierno deliberadamente busca incrementar como política para controlar la suba de precios de los bienes locales pero también para cumplir con compromisos con el Fondo Monetario Internacional como desarmar el complejo industrial de Tierra del Fuego.
También la importación de automotores está en niveles récord, en abril fue 391 millones de dólares, y la presencia de unidades importadas es ya mayoritaria en las concesionarias desplazando a las de producción local.
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El mes pasado, en plena liquidación de la cosecha gruesa, que más divisas aporta a la economía argentina, el saldo comercial cayó al exiguo 204 millones de dólares, alcanzados exclusivamente por el impacto que tiene la construcción del gasoducto Néstor Kirchner en 2023, que capitaliza la administración de Javier Milei.
En 2022, como producto de la guerra entre Rusia y Ucrania que dispararon los precios internacionales de la energía, el saldo comercial del sector dejó un déficit de 4.359 millones de dólares.
Un año después, ya con el gasoducto entrando en operaciones a mitad de año, ese déficit se eliminó y el año pasado, ya totalmente operativo la cuenta de combustible dejó un superávit de 5.730 millones.
Este año, en los primeros cuatro meses, el saldo de la energía fue positivo en 2.245 millones de dólares, que cubrieron el déficit de 980 millones de dólares generado en el resto de los rubros del comercio exterior, para dejar un saldo positivo global de 1.265 millones de dólares.
Este saldo no incluye el gasto en la importación de servicios ni el turismo, por lo que el saldo final de la cuenta corriente cambiaria será nuevamente deficitario y financiado por el ingreso de capitales vía el endeudamiento de las empresas.
En abril del año pasado, la mitad de las unidades que se comercializaban fueron producidas en Argentina contra solo 37% de las comercializadas en abril pasado, según datos de la Asociación de Fábricas de Automotores (AdeFA)
La tendencia a sustituir unidades importadas por unidades locales se ve claramente en el acumulado, mientras en cuatro meses del año pasado se sostenía una relación de uno a uno, en los cuatro meses de este año cambió y por cada seis unidades importadas se vendieron cuatro nacionales.
En tanto, en el primer cuatrimestre del año se destinaron a importar bienes finales por 3.474 millones, un tercio más que los 2.054 millones en el mismo período del año pasado
El salto en las importaciones de bienes finales viene reflejando las distintas medidas tomadas por la administración de Javier Milei que impactaron en la producción de bienes locales. Después de desplomarse con la devaluación del 58% del inicio de la gestión que provocó un salto en el precio del dólar de 118%, las importaciones comenzaron a recuperarse en julio con la nueva política cambiaria y el incipiente atraso del dólar.
El primer salto se observó en septiembre, con la reducción de diez puntos de la alícuota del impuesto PAIS que gravaba la compra de divisas y pegó un nuevo salto en enero, cuando se eliminó totalmente.
Paralelamente, fueron impactando las medidas de reducción arancelaria para diversos sectores, como motos, neumáticos para autos y para motos, pequeños electrodomésticos, café, luminarias LED, entre otras.
La última medida tendiente a abaratar la importación de bienes finales fue tomada esta semana, con la reducción del arancel de 16% vigente para la importación de celulares, televisores y otros productos electrónicos a 8%, que en enero de 2026 directamente se eliminará.
Esta medida fue tomada en el marco de los compromisos firmados por el Gobierno con el Fondo Monetario Internacional, que obliga a desarmar las ventajas impositivas que permitieron la radicación de industrias tecnológicas en Tierra del Fuego, especialmente en la ciudad de Río Grande, por el supuesto costo fiscal que implican.