Ganancias récord para unos pocos: la elite empresarial se beneficia de la crisis económica

Así lo advirtió un informe privado que reveló ganancias desmedidas de la cúpula empresarial del sector energético, financiero y agroexportador. En contraste, cayó ocho puntos la participación del trabajo en el reparto de la riqueza. 

10 de mayo, 2025 | 00.05

Las frecuentes crisis económicas y la mayor inestabilidad financiera no afectan a todos por igual y, aún más, hay quienes resultan ganadores: un conjunto de empresas del sector energético, financiero y agroexportador están entre los grandes ganadores de la última década, atravesada por creciente volatilidad. Así lo advirtió un informe que analizó los balances de diferentes empresas nacionales y trasnacionales que operan en el país y señaló que “la vulnerabilidad de la economía nacional ocurre en simultáneo con los desmedidos incrementos en la rentabilidad de algunos sectores económicos privilegiados”. Según se detalló “se trata de actividades cuyos protagonistas corporativos son grandes jugadores nacionales y extranjeros que, además, encabezan los rankings de la cúpula empresarial vernácula: 13 de las 15 empresas de mayor facturación pertenecen a alguno de estos tres sectores”.

De acuerdo con el texto al que accedió este medio, “el proceso distributivo regresivo inaugurado en diciembre de 2015 amplió la capacidad que tiene el capital privado para apropiarse de excedentes económicos mientras el mercado interno se achicó por la caída del 30% del salario real”. A su vez, como contracara de la concentración del poder económico, aparece “un poder del Estado cada vez más diluido”.

En ese sentido, los economistas dejan una advertencia para lo que viene: “Toda estabilidad económica alcanzada en esta etapa será coyuntural porque cuando el poder corporativo es ejercido cómodamente por las empresas, la estabilidad se paga”. En este caso, “con regulaciones en favor del capital, con caída salarial y brindando a estos actores la posibilidad de dolarizar los excedentes obtenidos gracias a este ejercicio real de poder, cuando se acaben esos dólares, la estabilidad se termina”.

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Quiénes ganan en una crisis

La política económica del gobierno de Javier Milei profundizó el carácter regresivo de la distribución del ingreso iniciado en 2016, ampliando la capacidad que tiene el capital privado para apropiarse de excedentes económicos mientras, a la par, el mercado interno se achicó por la caída del 30% del salario real desde entonces.

“Para los grupos económicos concentrados -el capital financiero y para los grandes conglomerados vinculados a la exportación de alimentos o materias primas- las crisis recurrentes y cada vez más frecuentes y agudas, se presentan como una oportunidad especial para obtener rendimientos extraordinarios en sus actividades. Mientras tanto, otros sectores empresariales, muchos de ellos atados al mercado interno, también logran obtener, en el contexto de inestabilidad, resultados importantes en el corto plazo, principalmente por la caída del costo de la mano de obra en sus cuentas”, señaló un informe dado a conocer esta semana por el Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE) y la Fundación Friedrich-Ebert-Stiftung (FES).

Al analizar el impacto de esta dinámica empresarial en la economía, sostuvieron que “ya no es suficiente una devaluación y su impacto regresivo en la distribución para requilibrar el saldo del balance de pagos. Por el contrario, en esta etapa de la economía argentina coinciden en tiempo y espacio el incremento permanente de la vulnerabilidad en el frente externo con el empeoramiento distributivo y la caída de los consumos de las y los asalariados”. En ese sentido agregaron que “sin lugar para valorizarse en la economía interna y con una moneda doméstica que en buena medida perdió su atributo de ser reserva de valor, los beneficios acumulados, tarde o temprano, terminan presionando sobre las divisas y encontrando algún camino abierto para fugarse hacia el exterior”.

En contraste con la alta rentabilidad de algunos sectores económicos privilegiados, la participación de las y los asalariados en el producto se redujo de forma sostenida: pasó del 54% en 2015 al 44% en la actualidad. “Esta pérdida de 10 puntos porcentuales implicó una transferencia acumulada equivalente a US$290.000 millones. Además, se alertó por “la pérdida de la capacidad estatal para captar y reconducir una parte importante del excedente económico socialmente generado”. 

Sector financiero

Una de las actividades sobre las que pusieron la lupa los autores del informe fue el sector financiero. “Hasta 2018, la actividad de intermediación financiera -actividad de prestar dinero y recibir depósitos- con el sector privado generó una ganancia anual cercana a los $12 billones. La ganancia por títulos públicos empezó a crecer a partir de 2018, llegó a generar ingresos por $20 billones en 2020, saltó en 2022 a $47 billones, y en 2023 generó ingresos por $105 billones. La política de ‘supervivencia monetaria’ implicó un negocio seguro para los bancos frente a un clima de fuerte inestabilidad”, explicaron los especialistas Diego Kofman, Lavih Abraham, y Natalia Pérez Barreda, entre otros, sobre el incremento notable de la ganancia y de la rentabilidad del sistema bancario en estos años.

Según detallaron “la rentabilidad del sector pasó de 20% a 30% entre 2010 y 2015, para luego saltar por encima del 40% hacia el final del gobierno de Mauricio Macri. Luego de una fuerte caída entre 2020 y 2022, en 2023 vuelve a ese nivel, para despegar a comienzos de 2024 y alcanzar un nuevo récord”. Sobre este punto remarcaron que la devaluación de diciembre del 2023 apenas asumido el gobierno de Javier Milei “produjo un fuerte salto de la ganancia, que alcanzó un máximo absoluto para el sector”. Con más de US$34.000 millones entre sus activos (efectivo, títulos y préstamos) y solo US$19.500 millones en sus pasivos, “la brusca devaluación produjo una ganancia por diferencias de cotización de más de $8 billones en términos reales”.

Un aspecto no menor es que se trata de una ganancia libre de impuestos. “Los intereses, rendimientos o rentas generadas por la operación de títulos públicos se encuentran exentos del pago del impuesto a las ganancias”. Paradójicamente, “en el momento en el que la ganancia del sector trepa a sus máximos históricos, el pago de impuestos por parte de los bancos se derrumba”, señalaron.

Este cambio en la actividad bancaria también tuvo consecuencias sobre los empleos. “El mayor peso de los títulos en la cartera de los bancos y la reducción del crédito al sector privado, junto con el avance de las aplicaciones móviles y online en general (el auge del home banking data de menos de una década) transformaron la interacción entre las entidades y sus clientes, y ello implicó la pérdida de más de un 10% de la planta de personal”, marcaron.

Por último, sobre la distribución del valor agregado, destacaron que “en 2023 y 2024, se produjo un nuevo salto de la ganancia a costa de una pérdida en la participación del componente salarial, que llegó a su punto mínimo. La pérdida de participación del salario en el reparto de valor sectorial se generó por la magnitud del incremento de la ganancia y no por la caída del salario”, consideraron. 

Sector energético

Un segundo sector analizado fue el energético. Entre el selecto grupo de las empresas líderes de la actividad se destacó a YPF, PAEG, Pampa y Shell. A su vez, el crecimiento de la producción de crudo en Vaca Muerta abrió espacios a otras empresas no integradas o integradas en forma parcial: Tecpetrol, Vista, Total Energies, Petronas y Chevron. 

“En todos los casos son compañías con estructuras corporativas de una complejidad que trasciende las fronteras nacionales, ya que utilizan todas las herramientas disponibles para la planificación fiscal y la administración de activos y pasivos. Entre ellas, la creación de tramas societarias con presencia en ´paraísos fiscales’, es decir, territorios de baja o nula tributación y/o con intensa opacidad bancaria”, detalló el informe de MATE.

De acuerdo con los ingresos y egresos de divisas registrados por el Banco Central en los últimos años, “las empresas del sector utilizaron un amplio conjunto de mecanismos para exteriorizar los excedentes económicos obtenidos en la economía doméstica”. Así, “el giro de utilidades y dividendos fue el principal mecanismo de pérdida de dólares del sector energético, luego, entre 2011 y 2016, se utilizó la ‘contratación de servicios’ con empresas radicadas en otros países y con la liberalización del mercado de cambios durante el gobierno de Mauricio Macri, el sector fue el protagonista indiscutido en el proceso de apropiación privada de las divisas que generaba la economía argentina”, puntualizaron. En términos netos, el sector fugó en concepto de formación de activos en el exterior -comúnmente llamado fuga de capitales- casi US$5.000 millones entre 2018 y 2019.

Sobre los resultados económicos de la actividad entre esos años, las firmas se vieron favorecidas -como en la actualidad- por el incremento de tarifas que mejoró los ingresos de las transportistas y distribuidoras de gas natural y energía eléctrica. 

Al analizar los balances de 23 empresas del sector, el informe precisó que “los resultados muestran un incremento de la porción de valor apropiada por el capital, en detrimento de las participaciones del trabajo y el Estado”. Si se compara con los primeros años de la serie, “lo más destacado es la pérdida de participación estatal en el reparto del valor agregado por la actividad, que pasó del 21% en promedio, al 13%”.

Finalmente, se remarcó que el sector energético, especialmente en sus primeros eslabones, “ocupó un lugar central en este ciclo de inestabilidad permanente consolidado en la última década” a la vez que “resultó beneficiario de onerosos estímulos y transferencias estatales, primero, y de una tendencia hacia la internacionalización de sus precios, después”.

Sector alimentario-agroexportador

El sector agroexportador cumple un rol determinante en la economía argentina por su gravitación en las exportaciones del país y, por lo tanto, como fuente principal de ingreso de divisas. Se compone de empresas cuya actividad se puede dividir en 1) la compra y venta de granos (de soja, maíz y trigo, principalmente) para exportación, y 2) el procesamiento de esos granos para convertirlos en aceites, harinas y biodiesel, que también en su mayor parte se destinan a exportación.

En la actualidad, y tras la caída de Vicentín, las exportaciones de granos y derivados están dominadas por un puñado de empresas transnacionales (Viterra, Cargill, Bunge, Dreyfus LDC, Cofco y ADMAgro) y tres empresas nacionales (Aceitera General Deheza AGD, Molinos Agro SA y ACA). Todas, excepto ADM Agro, son a la vez industrializadoras de aceites, harinas y, salvo ACA, biodiesel. En la industria procesadora de oleaginosas se destacan también las asociaciones entre empresas como Terminal 6 (Bunge y AGD) y Renova (Vicentín y Viterra, antes también Molinos Río de la Plata).

Como en el sector energético, las empresas de los complejos oleaginosos y cerealeros presentan estructuras corporativas complejas que trascienden las fronteras nacionales. “La presencia de tramas empresariales con presencia en ‘guaridas fiscales’ y la utilización de operaciones comerciales y financieras intrafirma son habituales tanto para las empresas nacionales como extranjeras del sector. Estas tramas societarias no solo reducen la carga impositiva, sino también al problema de la administración, utilización y apropiación de divisas por parte de estas empresas”, indicó el documento “El poder económico y la frágil economía de bajos salarios”.

Al consultar los registros del Banco se detectó que “hasta el conflicto por los derechos de exportación, en 2008, el sector exteriorizó capitales especialmente a través de formación de activos externos (US$991 millones anuales entre 2003 y 2007). Con la liberalización del mercado cambiario durante el gobierno de Cambiemos presentó dos momentos bien definidos: en los primeros dos años por medio de la formación de activos externos (US$935 millones en esos dos años) y luego vía remisión de utilidades y dividendos (US$360 millones)”.

El peso de los salarios en la facturación de la actividad fue históricamente mínimo y cayó a niveles aún más bajos en el periodo analizado, “finalizando en tan solo el 1,2% de las ventas”. La política regresiva de Cambiemos generó una caída -hasta 2019- de la participación de impuestos a las ganancias y derechos de exportación sobre la facturación del sector. A partir de 2020 se recupera la recaudación al 12,6% de las ventas, pero no alcanza los niveles anteriores a la gestión”. Otro aspecto que destacaron es que “las empresas tienen un fuerte nivel de endeudamiento en moneda extranjera, que en algunos casos duplica y hasta cuadruplica el patrimonio de las firmas”. Según las estadísticas tributarias, “el 40% de la deuda de las empresas aceiteras entre 2016 y 2022 fue con firmas vinculadas”.

Por su parte, en cuanto a la producción de alimentos para consumo masivo, “conviven grandes empresas integradas que concentran gran parte de las ventas, con pequeñas y medianas empresas orientadas principalmente a los mercados regionales”. Además de las agroexportadoras, con fuerte presencia en el mercado doméstico de aceites y otros derivados, se destacan un conjunto de empresas transnacionales como Unilever, Molino Hnos., Nestlé, Mondelēz International y Milkaut; y nacionales como Molinos Cañuelas, Arcor, Bagley, Molinos Río de la Plata, Mastellone y Ledesma. Todas están en el podio de las 200 empresas con mayor facturación publicada por la revista Mercado y lideran sus respectivos segmentos. 

Si bien las empresas alimentarias destinan la mayor parte de su producción al mercado interno, su comportamiento en relación con el mercado cambiario es similar al de las agroexportadoras: “hasta la implementación de los controles exteriorizaron capitales a través de formación de activos externos, con más de US$2.400 millones entre 2003 y 2011, y por remisión de utilidades y dividendos, US$1.800 millones. Luego, con los controles cambiarios, la salida predominante fue por el pago de deuda que en solo dos años implicó una suma de más de US$2.000 millones (2011 y 2012)”, explicaron. Con la liberalización del mercado cambiario durante la gestión de Cambiemos “vuelven las dos formas clásicas de salida de dólares, a la vez que continúa el endeudamiento externo. Entre 2016 y 2018 la formación de activos externos fue el modo principal de fuga de divisas por parte del sector (más deUS$1.600 millones). Al mismo tiempo se remitieron utilidades y dividendos por cerca de US$940 millones”.

Para finalizar, un factor clave tiene que ver con el incremento de las ganancias durante la pandemia por Covid-19. “Los resultados de las firmas Molinos, Arcor y Ledesma recuperaron valores positivos a partir de 2020. El poder de mercado de estas empresas permitió una suba de precios mayor a sus costos, y a la inflación, a pesar de la caída de actividad económica” lo que, no es menor mencionar, se mantiene vigente en la actualidad.