El Secretario de Salud de Estados Unidos, Robert F. Kennedy, se comprometió a revelar las medidas que, según él, mitigarán el aumento de las tasas de autismo a finales de este mes, junto con un anuncio previsto de 50 millones de dólares en subvenciones para la investigación a largo plazo de las posibles causas del trastorno y la eficacia de los tratamientos actuales.
Los fondos procederán de la Iniciativa Científica de Datos sobre el Autismo, puesta en marcha en junio por los Institutos Nacionales de Salud. El programa proporcionará hasta 5 millones de dólares cada uno para entre 10 y 25 proyectos que durarán entre dos y tres años, e implicarán análisis de grandes conjuntos de datos.
Los diagnósticos de autismo en Estados Unidos han aumentado significativamente desde el 2000, lo que ha intensificado la preocupación pública sobre lo que podría contribuir a su prevalencia. Datos recientes del gobierno estadounidense muestran que los diagnósticos de autismo entre niños de 8 años alcanzaron máximos históricos en 2022, afectando a 1 de cada 31 niños.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
¿CÓMO SE DIAGNOSTICA EL AUTISMO?
El autismo es un trastorno neurológico y del desarrollo caracterizado por alteraciones en la señalización cerebral que hacen que las personas se comporten, se comuniquen, interactúen y aprendan de forma atípica.
No existen herramientas objetivas para diagnosticar el Trastorno del Espectro Autista, nombre médico del autismo, como análisis de sangre o escáneres cerebrales. El diagnóstico se basa en observaciones y entrevistas.
El término espectro refleja la amplia gama de manifestaciones posibles. Algunas personas con TEA pueden tener buenas habilidades de conversación, mientras que otras pueden ser no verbales. Algunas pueden ser muy sensibles a los sonidos, al tacto o a otros factores desencadenantes. Algunas pueden tener comportamientos o intereses restringidos o repetitivos. Algunos pueden necesitar ayuda para la vida diaria, mientras que otros requieren poco o ningún apoyo.
La Academia Americana de Pediatría recomienda realizar pruebas de detección del autismo a todos los niños entre los 18 y los 24 meses, cuando la mayoría empiezan a mostrar síntomas. Sin embargo, la edad media de diagnóstico sigue siendo cercana a los cuatro años en Estados Unidos y a los cinco en todo el mundo.
¿CUÁN COMÚN ES EL AUTISMO?
En 2022, la tasa de autismo en Estados Unidos en niños de 8 años era de 1 de cada 31, o el 3,2%, frente al 2,77% en 2020, el 2,27% en 2018 y el 0,66% en 2000, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. Un estudio realizado en Inglaterra en 2021 cifraba la tasa en un 1,76%, frente al 1,57% de 2009.
La Organización Mundial de la Salud estima que la prevalencia mundial de TEA en niños es del 1%, frente al 0,62% de 2012, con la advertencia de que muchos países carecen de recursos para identificar los casos y notificarlos.
¿CUÁLES SON LAS CAUSAS DEL AUTISMO?
Las causas del autismo no están claras. Los científicos especulan ampliamente con la posibilidad de que sus características neurológicas se desarrollen en el útero, cuando el cerebro del feto se está cableando. Los estudios han relacionado el autismo con factores maternos durante el embarazo y algunas investigaciones sugieren una relación con las complicaciones del parto y el momento en que se inicia.
Las pesquisas sugieren que los factores genéticos representan alrededor del 80% del riesgo de desarrollar autismo. Cada vez se investiga más la epigenética, es decir, las interacciones entre factores genéticos y ambientales. Una teoría sugiere que la exposición de una mujer a la contaminación atmosférica o a contaminantes nocivos antes o durante el embarazo puede desencadenar una mutación genética que provoque autismo en su hijo.
Las variaciones genéticas en algunas personas con autismo refuerzan las pruebas de un componente genético. Entre los trastornos genéticos asociados a un mayor riesgo de autismo se encuentran el síndrome X frágil, el complejo de esclerosis tuberosa, el síndrome de Phelan-McDermid y el síndrome de Prader-Willi.
Otros posibles factores de riesgo pueden ser un peso muy bajo al nacer, ictericia en el recién nacido, complicaciones en el útero o durante el parto, tener una variedad de organismos poco saludables viviendo en los intestinos, trastornos del sistema inmunitario, tener un hermano con autismo, así como la edad o las condiciones de salud de los padres, como la obesidad y la diabetes.
Kennedy y otras figuras públicas han promovido la teoría -contraria a las pruebas científicas- de que las vacunas infantiles son una de las causas del autismo. La idea tiene su origen en un estudio del investigador británico Andrew Wakefield, desmentido desde entonces, que a finales de la década de 1990 relacionaba el aumento de los diagnósticos de autismo con el uso generalizado de la vacuna contra el sarampión.
Ningún estudio riguroso ha encontrado vínculos entre el autismo y las vacunas o los medicamentos, o sus componentes como el timerosal o el formaldehído. Las tasas de vacunación han disminuido a medida que aumentaban las tasas de autismo.
¿POR QUÉ AUMENTAN LAS TASAS DE AUTISMO?
Los investigadores atribuyen en gran medida el aumento de los diagnósticos de autismo a una detección más generalizada y a la inclusión de una gama más amplia de comportamientos para describir la enfermedad. Históricamente, la definición de autismo incluía las discapacidades intelectuales de moderadas a graves. Hoy en día, los médicos reconocen que las formas más graves representan solo alrededor del 25% de los casos.
En 2013, los expertos en salud mental combinaron lo que habían sido tres diagnósticos separados -trastorno autista, trastorno de Asperger y trastorno generalizado del desarrollo- bajo el paraguas del trastorno del espectro autista.
Un estudio de octubre de 2024 sobre datos de reclamaciones de seguros en Estados Unidos descubrió que los mayores aumentos de diagnósticos se daban en grupos con bajas tasas de detección en el pasado, como adultos jóvenes, mujeres y niños de algunos grupos minoritarios raciales o étnicos.
Los investigadores también han observado que algunos posibles factores de riesgo se han hecho más comunes, como haber nacido prematuramente o ser hijos de padres mayores.
Los diagnósticos de formas más graves del trastorno, conocidas como autismo profundo, no han aumentado tan drásticamente como las tasas de autismo no profundo, según han informado los CDC.
¿EXISTEN TRATAMIENTOS?
No existen tratamientos ni curas para el autismo, ni tampoco se puede revertir. Sin embargo, los expertos coinciden en que el diagnóstico precoz es crucial. La intervención con medidas de apoyo -idealmente antes de los tres años- es fundamental para mejorar las capacidades cognitivas, sociales y de comunicación.
Estas medidas pueden incluir logopedia, terapia ocupacional, entrenamiento en habilidades sociales, terapia de integración sensorial, ayudas visuales, rutinas estructuradas, planes educativos individualizados, terapia familiar y proporcionar un entorno tranquilo y predecible.
Con información de Reuters