BMW 2800 L: Así era el elegante auto en el que Nino Bravo encontró la tragedia

El cantante español perdió la vida en un accidente automovilístico a bordo de su BMW 2800 L en 1973. El episodio marcó a toda una generación y puso bajo la lupa a uno de los autos más lujosos y potentes de la época.

05 de septiembre, 2025 | 09.32

El 16 de abril de 1973, España amanecía con una noticia que heló a sus fanáticos: Nino Bravo, la voz romántica que había conquistado Europa con canciones como Libre y Un beso y una flor, había fallecido en un accidente automovilístico en la autopista Valencia-Madrid. El cantante, cuyo nombre real era Luis Manuel Ferri Llopis, viajaba acompañado por tres músicos de su banda rumbo a la capital española con la intención de concretar proyectos artísticos.

El vehículo en cuestión era un BMW 2800 L, un sedán de lujo que, pese a su estampa sólida, no logró evitar la tragedia. A la altura de Villarrubio (Cuenca), el auto salió de la carretera en una curva peligrosa. El impacto fue devastador: Nino Bravo resultó el más afectado, con heridas de extrema gravedad. Fue trasladado de urgencia a un hospital cercano, pero falleció pocas horas después con tan solo 28 años de edad.

La combinación de un vehículo potente, carreteras españolas aún en desarrollo y las limitaciones de seguridad propias de la época terminó por sellar un destino trágico. El BMW 2800 L, símbolo de estatus y modernidad, quedó ligado para siempre a la historia de Nino Bravo. Cincuenta años después, su música sigue viva en la memoria colectiva, pero la imagen de aquel automóvil en el que encontró la muerte recuerda que detrás del mito artístico hubo también un ser humano cuya vida se apagó demasiado pronto.

El BMW 2800 L: diseño y prestaciones de una berlina de prestigio

El BMW 2800 L pertenecía a la serie E3, conocida popularmente como las “berlinas grandes” de la marca bávara. Fabricado entre 1968 y 1977, este modelo se posicionaba como un vehículo destinado a clientes que buscaban confort, lujo y un nivel mecánico superior a lo habitual en su tiempo.

Bajo el capó montaba un motor de seis cilindros en línea con 2.788 cm³ de cilindrada, capaz de entregar 170 caballos de fuerza a 6.000 rpm. Esa potencia le permitía alcanzar una velocidad máxima cercana a los 200 km/h, cifras muy respetables para principios de los años setenta. Además, se destacaba por su elasticidad en la conducción y por una caja manual de cuatro velocidades que ofrecía una respuesta ágil en carreteras rápidas.

En términos de diseño, el BMW 2800 L lucía sobrio y elegante. Su carrocería de cuatro puertas tenía un perfil clásico, con líneas rectas y faros dobles circulares al frente, un sello distintivo de la marca. El interior estaba pensado para el confort: asientos tapizados en cuero, amplio espacio en las plazas traseras y un tablero con instrumentación completa que transmitía sensación de modernidad.  La seguridad, aunque avanzada para su época, todavía estaba lejos de los estándares actuales. Incorporaba frenos de disco en las cuatro ruedas y una estructura robusta, pero no contaba con airbags ni sistemas de asistencia activa, elementos que recién llegarían décadas después.