Defender la energía nuclear es defender el futuro

La inclusión del artículo que exige una ley específica para avanzar en la privatización de las empresas nucleares nacionales no es una formalidad técnica ni un capricho burocrático: es una definición política profunda.

17 de octubre, 2025 | 13.49

La Ley de Emergencia y Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, aprobada en la Cámara de Diputados por amplia mayoría, incluye un artículo clave para la defensa de la soberanía argentina: la declaración de las empresas nucleares como bienes públicos estratégicos impidiendo, de esta forma, su privatización sin una ley específica. Frente a un Gobierno y aliados dispuestos a avanzar con la venta de las empresas estratégicas es imprescindible reafirmar que para nosotros la soberanía no se negocia y que el trabajo argentino, el conocimiento científico nacional y el futuro energético de nuestro país se defienden.

La inclusión del artículo que exige una ley específica para avanzar en la privatización de las empresas nucleares nacionales no es una formalidad técnica ni un capricho burocrático: es una definición política profunda. Porque entregar Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA), la empresa que gestiona las centrales Atucha I, Atucha II y Embalse, sería una irresponsabilidad histórica. Significaría desarmar décadas de construcción soberana, conocimiento público y trabajo científico argentino.

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En Córdoba, algunos sectores políticos se presentan como los grandes defensores de la provincia. En sus distintas versiones repiten discursos de orgullo localista, pero cuando hay que votar, se alinean con la derecha y con los intereses de siempre: los que vaciaron al país a lo largo de nuestra historia. Se autoproclaman “la avenida del medio”, pero esa avenida se queda sin asfalto cada vez que hay que votar por la patria.

Esa lógica engañosa de presentar a Córdoba como si fuera un país aparte, como un “country” desconectado del resto de la Argentina, no solo es falsa: es peligrosa. Sin un proyecto nacional, no existe Córdoba posible. No hay industria cordobesa sin energía soberana. No hay trabajo cordobés sin un Estado que planifique. Y no hay futuro cordobés si seguimos entregando lo que tanto nos costó construir.

La energía nuclear argentina es un ejemplo de soberanía tecnológica y de planificación estratégica. Argentina es uno de los pocos países del mundo que domina el ciclo completo del combustible nuclear, desde la minería del uranio hasta la generación de energía eléctrica. Eso nos da independencia energética, previsibilidad y prestigio internacional. Privatizar nuestra industria nuclear, bajo la falsa excusa de la eficiencia, es retroceder hacia un modelo dependiente y desigual, donde las decisiones se toman fuera del país y los beneficios se fugan al exterior.

En este contexto, resulta evidente el creciente interés de Estados Unidos y otras potencias extranjeras en los recursos estratégicos argentinos como el litio, el gas de Vaca Muerta, el agua dulce y la tecnología nuclear. No es casual que el gobierno de Javier Milei se muestre dispuesto a abrir las puertas del país y entregar esos activos a intereses privados y extranjeros. Bajo el discurso de la “libertad de mercado”, lo que se esconde es la vieja receta de la dependencia, donde las grandes corporaciones se apropian de nuestros recursos mientras el pueblo argentino paga las consecuencias. Esa entrega no es libertad: es subordinación.

La Central Nuclear Embalse, ubicada en el Valle de Calamuchita, es un símbolo de esa soberanía. No es sólo una planta de generación eléctrica: es ciencia, tecnología, empleo y desarrollo regional. Cada ingeniera, cada técnico, cada trabajadora que forma parte de Embalse representa la continuidad de un proyecto nacional que apuesta al conocimiento y al trabajo argentino. Una gestión privada jamás priorizará la seguridad por encima del negocio. Un incidente en Embalse afectaría no sólo la producción energética, sino también el agua del Río Tercero, el turismo y la vida de miles de familias del valle. Por eso, su defensa no es una causa sectorial: es una causa nacional.

En el Senado de la Nación, legisladores de distintas provincias también están levantando la bandera de la defensa de Nucleoeléctrica Argentina, conscientes de que se trata de una empresa clave para el futuro energético del país. No se trata de un tema partidario, sino de una decisión estratégica sobre el modelo de desarrollo que queremos.

No hay futuro posible sin soberanía científica, tecnológica y energética. Defender nuestras empresas públicas es una decisión racional en un mundo que cada vez depende más de la energía segura, limpia y sostenible. Argentina tiene el conocimiento, los recursos y la experiencia para hacerlo con responsabilidad y orgullo. Por eso, frente a quienes quieren vender lo que pertenece al pueblo, nuestra posición es clara: la energía es poder. Y el poder no se entrega: se ejerce en nombre del pueblo.

Defender Embalse, Atucha y Nucleoeléctrica es defender el futuro de Córdoba, el futuro de la Argentina y el derecho de las próximas generaciones a vivir en un país soberano, moderno y justo.