Signos y síntomas en un año electoral

07 de julio, 2025 | 10.30

Con alguna amplitud, sobre la que se alerta al lector desde el inicio de esta nota, la idea es tomar ciertos datos de la realidad encasillándolos en determinadas categorías, para intentar hacer un “diagnóstico” con relación a la presente etapa electoral y brindar, de ser posible, herramientas para hacer “pronósticos” en ese terreno.

Una aclaración previa

Abordar la Política -su desarrollo, fenómenos, sectores y colectivos que se revelan en ese ámbito- apelando a interpretaciones biologicistas o, pretender, hacerlo en función de la medicina, analogando la sociedad como cuerpo social con la organicidad del cuerpo humano o acudiendo a la psicología con sus categorías analíticas, no son perspectivas de interpretación que comparta.

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Hecha esa salvedad y necesaria aclaración, entiendo útil como aceptable en favor de una economía de lenguaje, valerme de algunas palabras/conceptos médicos al solo efecto de que sirvan de guías -fácilmente comprensibles- para las reflexiones que me propongo y de allí el título de esta nota.

Similar es cuando, con cierta licencia lingüística, se alude a “patologías” para describir respuestas o comportamientos sociales en torno a la Política, o se recurre a terminología propia de la climatología, sismología o meteorología (tormenta, huracán, tsunami, terremoto) con igual propósito.

La multiplicidad de información como de fuentes en cuya fehaciencia, rigorismo u origen solemos no reparar, junto al abuso de un constante manipuleo de datos difundidos en redes sociales e incluso proveniente de la esfera mediática formal, poco ayudan a la comprensión de acontecimientos de inexorable impacto público ni para reflexionar y formarnos una opinión a su respecto.

Distinguir para tratar de comprender

Generalmente, al buscar definiciones, se indica que la principal diferencia entre signos y síntomas radica en su naturaleza y se dice que los signos son manifestaciones objetivas de una enfermedad o condición que pueden ser observadas o medibles por otros, mientras que los síntomas son experiencias subjetivas que sólo el paciente puede percibir.

Desde el punto de vista médico, un síntoma es una experiencia subjetiva reportada por el paciente, tal como el dolor o la fatiga, y en cambio un signo, es independiente de la percepción del paciente y puede ser validado por un observador externo.

En síntesis, puede decirse que los signos serían, entonces, manifestaciones objetivas y los síntomas, contrariamente, manifestaciones subjetivas.

Partiendo de esa concepción que conlleva la consiguiente distinción antes apuntada, en política resulta factible detectar hechos, conductas o fenómenos que son dables de verificar objetivamente; así como también, desde determinada subjetividad, apreciarlos o calificarlos y proyectarlos con un sentido y dirección determinada. Entendiendo a la Política como la que rige e incide en el curso de la Economía, a la vez que constituye la herramienta para diseñar y transformar la vida en comunidad, de lo Social.

En esa inteligencia es que planteo explorar en la realidad de nuestros días, sin prescindir de una historicidad insoslayable, con el fin de verificar signos y síntomas que nos provean de elementos de análisis de este singular ciclo de la Argentina, a la par que permita especular acerca del porvenir, particularmente en un año en que las definiciones electorales poseen enorme trascendencia en el devenir futuro.

Concepciones, categorías y sujetos sociales

La movilidad social ascendente aparece como una característica que ha diferenciado a nuestro país en el concierto de las naciones latinoamericanas, en las cuales se advierte una mayor segmentación de carácter estructural con elevados grados de estratificación de la pobreza y las consiguientes serias limitaciones para eludir el destino signado por la situación socio-económica de origen.

El acceso al empleo formal, a la salud y a la educación en los distintos niveles (incluso universitario), como las políticas de redistribución de la riqueza, han formado parte indispensable de las posibilidades de ese avance social.

Fruto de todo ello ha sido un engrosamiento de los sectores medios de la población, a los que suele atribuírsele ser el “motor de la sociedad”, y también una cierta -como recurrente- volatilidad de su posicionamiento político electoral marcado por la conformidad o disgusto con la situación coyuntural en que se perciben, según la mayor o menor satisfacción de sus demandas.

Ezequiel Adamovsky en “Historia de la clase media argentina” (Planeta, 6ta. edic., 2012) comienza diciendo: “Este libro habla de nosotros. No importa si el lector es o no de ‘clase media’: la historia que aquí se narra es la de todos los que habitan el suelo argentino, independientemente de su condición social. Porque se trata no sólo de la clase medida, sino de una identidad que se confunde con la nación toda. Argentina ha aprendido a pensarse como un país ‘de la clase media’ y, por ello, diferente de otros países latinoamericanos.” (pág. 9). Para luego avanzar en algunas consideraciones, que entiendo oportuno citar.

“Comencemos por el principio: ¿Qué es la clase media y desde cuándo existe en la Argentina? La respuesta a estas preguntas es más complicada de lo que parece. La expresión ‘clase media’, a diferencia de otras que usamos para designar a grupos sociales, no responde a ninguna cosa directamente observable. Si alguien dice ‘clase obrera’ o ‘clase empresaria’ sabemos que se está refiriendo a grupos de personas que trabajan como obreros o se desempeñan como empresarios. Alguien podría discutir que entre cada grupo formen una ‘clase’, pero es indudable que los obreros y los empresarios están allí, podemos verlos y tocarlos.” (pág. 11)

“Allí donde existe, la ‘clase media’, más que una clase social unificada por sus propias condiciones objetivas de vida, es un conglomerado de grupos diversos que han adoptado una identidad subjetiva ‘de clase media’, es una identidad…” (pág. 13)

Con esa movilidad social ascendente está indiscutiblemente unido el peronismo y, sin embargo, la fortaleza que ese dato objetivo le proporciona en el imaginario colectivo, opera a su vez como un factor subjetivo de debilitamiento, una suerte de talón de Aquiles, en tanto y en cuanto parte de los beneficiarios de ese corrimiento social terminan mirando con desdén, cuando no con desprecio, a quienes están unos peldaños por detrás en esa escalada, a desentenderse de todo cuanto no les atañe individualmente y a adherir o aliarse con referentes que, más temprano que tarde, serán sus verdugos.

Otro fenómeno indiscutible ligado al peronismo fue la irrupción e inserción efectiva de las y los trabajadores en la escena política, adquiriendo una participación que le había sido negada institucionalmente, acompañada por un decidido fortalecimiento de las organizaciones sindicales y un empoderamiento dirigido -al dotarlas de mayores capacidades de representación, negociación y conflicto- a equilibrar el sistema de relaciones laborales.

En el campo sindical tanto o más importante que la autopercepción, es la percepción que los demás tienen y, especialmente, las personas que integran el universo representado, porque tanto unas y otras inciden en la imagen social que se proyecta como en el grado de legitimación que efectivamente se les reconozca. Atributos que son fundamentales para cumplir los cometidos gremiales propios a la par de otros roles que le corresponde desempeñar al conjunto del Movimiento Obrero.

El sindicalismo como tal no presenta una expresión única ni aún en épocas en las cuales se haya logrado un elevado nivel de unidad, sino que ostenta manifestaciones diversas que, a su vez, exhiben divergencias varias -naturales, salvables en mayor o menor medida y, también, irreconciliables-; por ende, dentro de ese mismo ámbito las percepciones -propias y ajenas- para nada son homogéneas, ni desprovistas de críticas.

Como ocurre en general con las demás organizaciones e instituciones, existen tendencias y hegemonías a las que se les debe prestar mayor atención, evitando quedarse en pliegues irrelevantes o en cuestiones meramente contingentes.

Ahora bien, en el afuera del mundo sindical es posible reconocer desvaloraciones sociales predominantes, que también comprende a una parte de las personas que trabajan sean o no sindicalizadas o sindicalizables, a las que contribuyen -y mucho- los medios de comunicación ligados a intereses empresariales, con alta capacidad de penetración en las capas medias de la población que reniegan de los sindicatos, aún cuando sus derechos laborales y sus ingresos estén fuertemente ligados a la existencia y a la acción de los gremios.

Experiencias que dejan marcas y también enseñanzas

El ciclo neoliberal actual reconoce precedentes que, más allá de sus singularidades, exhiben analogías objetivas cualquiera sea la aquiescencia o no que generen; algunas de las cuales son: la reducción a ultranza del Estado y la privatización de sus activos, el sometimiento absoluto a las reglas y directivas del Mercado, la desindustrialización acompañada de la apertura indiscriminada de las importaciones, el estancamiento -rayano con el congelamiento- salarial y la drástica reducción de los ingresos de la población operando sobre la demanda de bienes y servicios como principal medida antinflacionaria, el endeudamiento externo y la concentración superlativa del capital en tanto principal destinatario de esas políticas.

Por su vinculación con el peronismo, al cual llevó al riesgo de desaparición como movimiento nacional al contradecir los principios fundantes de su doctrina, interesa aquí mencionar la experiencia menemista y citar la opinión de Peter Ranis (profesor emérito de Ciencias Políticas en el York College y en el Centro de Posgrado de la City University de Nueva York), quien refiriéndose al primer gobierno de Menem en “Clases, Democracia y Trabajo en la Argentina contemporánea” (Ediciones Corregidor – 1997) señala:

“… a diferencia de las relaciones entre líder y masas trabajadoras desarrolladas en el pasado, las reformas emprendidas por Menem parecen casi irreversibles. La profundidad y extensión de los cambios económicos no puede ser fácilmente alterada y es esa resolución lo que convierte a la revolución menemista en tan poderosa y fundamental” (pág.16/17)

“Las presiones hiperinflacionarias que acompañaron la elección de Menem en 1989 fueron básicas para la reestructuración de la economía argentina. Debido a ello hubo inmediatamente un apoyo total a las dos primeras leyes esenciales: la ley de Reforma del Estado y la ley de Emergencia Económica. En esas leyes se afirmaron la estabilización de la economía, la reforma radical de la política fiscal y monetaria, la privatización de las empresas estatales, la cesación de subsidios para el sector empresarial y la contención de los salarios en relación al aumento de la productividad.” (pág. 18)

“Uno de los emprendimientos económicos de mayor significación en la Argentina ha sido la forma radical en que se privatizaron las empresas estatales. (…) Las privatizaciones realizadas en el sector estatal han sido las más exitosas, incluyendo entre las más importantes las realizadas en las empresas telefónicas, de electricidad, de gas, agua y petróleo. Empresas multinacionales poderosas se han asociado con grandes industriales argentinos, complementando la inversión bancos internacionales y nacionales. Las empresas foráneas generalmente se han hecho cargo de la especialización técnica mientras que los industriales argentinos han contribuido con su experiencia financiera, administrativa e institucional. Al haber operado tradicionalmente la mayor parte de las empresas estatales en forma monopólica, quedaron prácticamente garantizados luego de la privatización, el acceso, la comercialización y generosas ganancias, especialmente con la reprimida demanda de consumo manifiesta en una sociedad posindustrial como la argentina.” (págs. 20/21)

Precisamente relacionado con la privatización de una de esas empresas (YPF) de la que, ante su notorio deterioro y estancamiento, el Estado argentino recuperara su control y gestión en el año 2012, un reciente fallo de una jueza de Nueva York (EEUU) que pretende que se le ceda la mayoría accionaria a un Fondo buitre, fue objeto de una impecable crítica de Alejandro Slokar (juez de la Cámara Federal de Casación Penal) en una nota publicada el 3 de julio de 2025, en la que sostenía: “En este escenario de depredación externa y degradación interna, se vuelve urgente reconstituir una conciencia jurídica nacional. Porque la sentencia que hoy obliga a entregar un activo estratégico es sólo el síntoma de una enfermedad más profunda: la incapacidad del Estado para actuar como sujeto único y dotado de voluntad soberana. En medio de esa implosión, la represión aparece como el reflejo ciego del poder fragmentado: no se protege la soberanía, pero se reprime el descontento; no se resiste la rapiña global, pero se disciplina al pobre.”

Un balance necesario

Todo pronóstico electoral siempre posee una relatividad notoria, no sólo en orden a las conclusiones cuantitativas, sino en cuanto a los signos y síntomas que se evalúan así como a la categoría como tales que se les asignen a los comportamientos y fenómenos relevados.

La baja participación registrada hasta ahora en las elecciones provinciales, la insatisfacción generalizada con respecto a las representaciones políticas y la despolitización de la ciudadanía proyectada en los más diversos ámbitos, parecieran ser signos claros e irrefutables.

Las motivaciones e implicancias prácticas que suponen, como su perdurabilidad ante los futuros comicios distritales y nacionales, parecieran depender de interpretaciones subjetivas. Al igual que la incidencia que pueda adquirir la memoria popular, unida a un análisis reflexivo tanto como emocional de lo que diariamente acontece en nuestro país y del destino común que se pondrá en juego en las próximas elecciones.

Nada de lo que se destruye es imposible de reconstruir, nada está asegurado como inamovible, signos y síntomas deben ser considerados de forma seria como rigurosa, principalmente por la dirigencia, pero la responsabilidad alcanza a toda la ciudadanía y el sentido patriótico que debe asumirse con ese propósito es un imperativo de la hora.