Lactancia: derribando mitos, compartiendo herramientas

06 de agosto, 2025 | 11.23

Del 1 al 7 de agosto se celebra  la Semana Mundial de la Lactancia Humana, una oportunidad para reflexionar colectivamente sobre la importancia de amamantar y visibilizar no solo sus múltiples beneficios, sino también los desafíos que muchas veces atraviesan quienes eligen —y pueden— hacerlo.

La lactancia es una experiencia profunda y singular. En ella se entrelazan el cuerpo, el deseo, el vínculo, la cultura y, muchas veces, también la dificultad. Por eso, hablar de lactancia no es solo hablar de alimentación: es hablar de derechos, de acompañamiento, de salud integral y de decisiones que merecen ser respetadas.

La Asociación Civil Argentina de Puericultura (ACADP) es una organización referente en lactancia y crianza respetuosa, con más de 20 años formando puericultoras y desarrollando programas de acompañamiento en todo el país. A través de su trabajo, ACADP promueve el acceso a información basada en evidencia científica, el respeto por las decisiones de cada familia y la construcción de redes de apoyo que sostienen y fortalecen los primeros vínculos.

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Actualmente, muchas maternidades y hospitales del país cuentan con puericultoras egresadas de nuestra institución, trabajando de manera articulada en los equipos de salud y acompañando a las díadas desde el nacimiento y durante todo el posparto.

Aunque amamantar es un acto natural, no siempre resulta fácil ni espontáneo. La lactancia es un proceso de encuentro, de conocerse con un otro, de ensayar, ajustar, volver a empezar. Como todo proceso, necesita tiempo, contención y una red que sostenga.

En ese sentido, una de las recomendaciones más valiosas es realizar una consulta prenatal con una puericultora. En ese primer encuentro suelen abrirse espacios para hablar de expectativas, miedos, lo que se sabe y lo que aún no. Además de brindar herramientas concretas para el inicio de la lactancia, se establece allí un canal de acompañamiento para lo que venga después: el nacimiento, el posparto, las dudas, los cambios.

Durante las primeras semanas, ofrecer el pecho con frecuencia y a demanda es clave para establecer la lactancia. Esto no solo permite una producción acorde a las necesidades del bebé, sino que también favorece la creación de un vínculo de comunicación que trasciende lo nutricional. De a poco, ya no es necesario mirar el reloj: nos guiamos por lo que llamamos señales tempranas de hambre, como la inquietud, los movimientos de cabeza, la apertura de la boca o el hecho de llevarse las manos a la boca. Reconocer estas señales es también empezar a descubrir los momentos en que podemos responder a sus necesidades más básicas: hambre, sueño, contacto, regulación. Así se construye confianza, vínculo, conexión.

Otro aspecto fundamental para una lactancia placentera y efectiva es la posición. Cuando el cuerpo está cómodo y el agarre al pecho es adecuado, la experiencia mejora considerablemente. A veces, pequeños ajustes en cómo sostenemos al bebé, en la forma de ofrecer el pecho o en nuestra propia postura pueden marcar una gran diferencia. La clave está en observar, probar con paciencia y, si es necesario, pedir ayuda.

Existen también situaciones más complejas que requieren una mirada integral y la intervención de otros profesionales de la salud. En esos casos, las puericultoras formamos parte de equipos interdisciplinarios, articulando con médicos, psicólogos, fonoaudiólogos, nutricionistas y otros especialistas. Nuestro compromiso es acompañar a cada díada desde un enfoque respetuoso, actualizado y articulado.

En todo este recorrido, el descanso y la red de apoyo son tan importantes como el acto mismo de amamantar. Cuidarse, descansar cuando se pueda, delegar tareas, compartir lo que se siente: todo eso también alimenta. La lactancia se sostiene mejor cuando no se transita en soledad.

Y, por supuesto, parte del acompañamiento implica también revisar mitos que aún hoy circulan y generan inseguridad en quienes amamantan. Algunos de los más frecuentes son:

“Mi leche no es suficiente”

Este mito es muy común, aunque en la mayoría de los casos no tiene sustento real. Salvo situaciones puntuales, la producción de leche es suficiente si se estimula adecuadamente. Mejorar la postura, el agarre, la frecuencia de las tomas y otros aspectos técnicos suele ser suficiente para fortalecer la lactancia.

“Hay que ofrecerle teta cada tres horas”

Cada bebé tiene su propio ritmo. Algunos hacen tomas más frecuentes, otros más espaciadas, y todo esto puede ser normal. Durante los primeros días, puede ser necesario ofrecer el pecho al menos cada tres horas si el recién nacido no muestra señales claras de hambre. Pero una vez que la lactancia está bien establecida y el bebé gana peso adecuadamente, será él quien marque su propio ritmo.

“Llora porque se queda con hambre”

El llanto es una forma de comunicación, y no siempre indica hambre. Puede reflejar necesidad de contacto, sueño, incomodidad o simplemente búsqueda de consuelo. Si el bebé gana peso, moja pañales con regularidad y está activo, es probable que esté recibiendo la ingesta de leche que necesita. Confiar en el cuerpo, en la díada y en la observación cotidiana es clave. Decodificar el llanto es parte del hermoso proceso de empezar a conocerse.

Hablar de lactancia es hablar también de la diversidad de maternidades y de decisiones que deben ser acompañadas sin juicio. No hay una única forma de maternar, ni una única manera de alimentar con amor. Respetar los tiempos, las elecciones y el bienestar de quien amamanta es también cuidar.

Nos deseo una hermosa Semana Mundial de la Lactancia Humana. Que cada lema que levantamos en estos días pueda ser sostenido también el resto del año en las instituciones, en las casas, en los espacios de salud, en cada mirada que acompañe sin imponer, que informe sin presionar y que abrace cada historia tal como es.