Ana Carmen Macri murió el 4 de febrero de 2022, tenía 105 años: ya habían pasado unas cinco décadas de la culminación de su momento de actividad política más intensa. En consecuencia, el día de su desaparicion física, pasó casi inadvertido. Sin embargo, la dirigente protagonizó varios hitos que se produjeron en Argentina durante el siglo XX: participó de la fundación del Partido Peronista Femenino; fue muy cercana a Evita, quien la convocó para formar parte del censo de mujeres afines al movimiento en el país; integró la primera camada de diputadas electas en 1951 y fue parte de la resistencia peronista en los 60. Estuvo presa en condiciones crueles, trabajó para el regreso de Perón y también tuvo sus reconocimientos durante el gobierno kirchnerista. Si bien tiene el mismo apellido que el ex presidente de la Nación, no hay parentezco alguno. A 80 años del primer 17 de octubre, su figura es crucial para comprender la historia del peronismo.
Ana Macri nació el 15 de julio de 1916 en Buenos Aires, su madre murió en el parto y su padre se volvió a Italia, entonces la adoptó el coronel Manuel Antonio Rodríguez, un militar que la ironía del destino quiso que se desempeñara como ministro de Guerra del gobierno del general Agustín P. Justo. Aunque las muecas del azar no terminaron ahí: también trabajó durante tres años en el área de archivos de la Sociedad de Beneficiencia de la Capital Federal, que luego fue reemplazada por la Fundación Evita, pese a la indignación de las damas de alta alcurnia que la conducían Más adelante, ejerció como maestra y se desempeñó como visitadora médica hasta que en 1938 fue designada secretaria del Servicio de Radiología del Hospital Rivadavia. Ella tenía casi treinta años cuando el peronismo llegó al gobierno y hasta ese momento no tenía relación alguna con la política.
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¿Cómo llegó Ana Macri al peronismo?
“Ella recordaba que siempre tuvo algún tipo de simpatía, desde que apareció el gobierno del 43, con un Juan Domingo Perón en múltiples funciones. De hecho, en algún momento mencionó que estando de vacaciones en San Clemente escuchó su triunfo en las elecciones del 24 de febrero de 1946 por radio y se puso contenta porque, en el enfrentamiento con Braden, Perón siempre representó lo que ella consideraba el pensamiento nacional”, le explica Santiago Régolo a El Destape, dedicado al análisis e integración de contenidos en el Museo Evita.
Y continuó: “No obstante, podríamos decir que también ella confluyó hacia el peronismo sobre todo a través de Eva, a quien siempre reconoció como su líder política. De hecho, empezó a trabajar con ella primero en la Fundación, en el Hogar de Tránsito Nº 2 y luego -obviamente- cuando la convocó para el armado político de las delegadas censistas y el posterior Partido Peronista Femenino: ahí claramente es su camino hacia identificarse fuertemente con el movimiento”.
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De hecho, su primer contacto con el peronismo se concreta en 1948 a partir de que empezó a ocupar el cargo de secretaria y luego como directora en el Hogar de Tránsito Nº 2 de la Capital Federal, dependiente de la Fundación Eva Perón, ubicado en la calle Lafinur 2988 (la dirección donde en la actualidad funciona el Museo Evita). Ese mismo año, la abanderada de los humildes la nombró Pro-secretaria y asesora Argentina en la delegación que viajó a la Conferencia Interamericana de Mujeres realizada en Bogotá, Colombia.
En esos tiempos, ya se había promulgado la Ley 13010 que permitía el voto a las mujeres, aunque todavía no se había producido una elección para ponerlo en práctica. En ese contexto, Evita comienza a pergeñar la idea de construir un partido político femenino independiente, que le permitiera a la mujer tener una real participación. Duarte consideraba fundamental lograr una convocatoria de sus congéneres en el ámbito nacional para concretar definitivamente su incorporación a la vida política.
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Así las cosas, el 26 de julio de 1949, en la Asamblea del Consejo Superior del Partido Peronista, 1500 mujeres asistieron por primera vez a una asamblea partidaria con los mismos derechos y obligaciones, en términos políticos, que sus pares varones: allí estaba, junto a otras tantas asambleístas, Ana Macri. En aquella jornada se fundó el Partido Peronista Femenino (PPF) y empezó la labor de “Anita” en sendas provincias argentinas.
La “pequeña bomba atómica”
A partir de entonces, con el objetivo de abrir unidades básicas femeninas en todas las provincias, Eva Perón elige a 23 delegadas para realizar un censo nacional de mujeres peronistas. Entre ellas figuraba Ana Macri, a quien le esperaba Tucumán como destino inicial. Luego pasó a Santa Fe, aunque ambas decisiones previas no fueron fáciles para la dirigente.
“Ella es designada delegada censista en Tucumán, donde iba a estar poco tiempo. En esos momentos tuvo una suerte de intercambio con Eva ya que Anita no estaba convencida de salir de la Fundación. De hecho, entendía que ella no sabía hacer política, que estaba mucho más destinada a la acción y al trabajo social. Eva le insiste, le ve condiciones y para convencerla le dice: ‘Yo te mando a Tucumán, si ves que no das, no te hallás, no te encontrás en esta tarea, yo te traigo de vuelta’”, recordó Santiago Régolo.
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Asimismo, en eso días, Eva Perón le dejó una frase a Ana Macri que le quedó grabada para siempre: “El soldado se hace en el campo de batalla”. Finamente aceptó y cumplió su tarea con creces, al punto que afilió a unas 6500 mujeres y a los tres meses la enviaron a Santa Fe.
“Eva solía rotarlas para que no se afinquen en los territorios y generar ciertos modelos de caudillaje. Pero sobre todo con Ana no tuvo tanto que ver con eso, sino por la confianza que le tenía. Santa Fe era un bastión bastante más importante a la hora de hacer ese trabajo partidario porque Eva respecto de Tucumán decía: ‘Son peronistas hasta las piedras’. En Santa Fe, sobre todo en esa división geográfica entre norte y sur, la actividad política estaba un poco más reñida y, obviamente, era mucho más necesario ese trabajo territorial del peronismo y sobre todo del PPF, en el cual, Anita va a ser muy importante”, agrega Régolo.
En enero de 1950, Ana Macri llega a Santa Fe, donde permaneció un buen tiempo y su tarea fue determinante. De hecho, en la provincia litoraleña fundó 658 unidades básicas. Más aún, en el histórico Teatro del Círculo de Rosario, fundó 53 en el mismo día.
“Anita también estuvo a cargo de movilizar a las compañeras del PPF santafecino al Cabildo abierto el 22 de agosto, cuando se da ese plebiscito popular que le pedía a Eva aceptar la candidatura a la vicepresidencia. En ese contexto, tiene un breve encuentro con Perón donde el presidente, enfrente de Eva, le dice: ‘Esta delegada es una pequeña bomba atómica’”, agregó Régolo.
Ana Macri: una de las primeras 23 legisladoras de la historia
A partir de la conformación del PPF, el peronismo comenzó a elegir a sus representantes mediante las famosas “tres ramas del movimiento: la masculina, la femenina y la sindical”. No obstante, para las elecciones de 1951 no se pudo cumplir con esas proporciones. De hecho, de las 135 bancas de diputados nacionales que consiguió el justicialismo, apenas 23 fueron para mujeres. Aunque sí se pudo concretar la repartija en tercios en los comicios de 1954.
Como era de esperar, luego de su notable desempeño tanto en Tucumán, como en Santa Fe, Eva Perón incluyó a Macri en la nómina de candidatas a diputadas nacionales por la Capital Federal para las elecciones de noviembre de 1951. En aquellos comicios, las mujeres ejercieron por primera vez su derecho al voto. Y Ana Macri resultó electa, integrando el grupo de 23 mujeres que se convirtieron en legisladoras por primera vez en la historia parlamentaria nacional.
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“Ella fue electa el 11 de noviembre del 51 y asumió el 1° de mayo del 52. Y, obviamente, lo hizo en un contexto en el que la proximidad de la muerte de Eva era muy fuerte. Digamos que la partida de Duarte las dejó huérfanas -en algún punto- a sus compañeras. Es decir, no fue un hecho menor que en su primera incursión parlamentaria su líder política ya no estuviera. Aun así, ella presidió la Comisión de Asuntos Municipales y, en general, mantuvo una postura orgánica al partido”, añade Régolo.
Asimismo, en 1954,apoyó el proyecto de ley que eliminaba la discriminación entre "hijos legales" e "hijos ilegales" (Ley 14.367), según sus padres se hubieran o no casado. “El legislador acude a solucionar una situación de desasosiego a quienes sin haberlo ellos buscado se encuentran comprendidos dentro de las denominaciones (de legítimos e ilegítimos) que por este proyecto se trata de suprimir…”, expresaba Ana Macri, en un fragmento de su alocución vertida en el Congreso.
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Y proseguía: “Yo he visto muchas veces... el doloroso espectáculo de niños pospuestos, suprimidos de determinados círculos, por la sola razón de ser considerados, desde el punto de vista jurídico, como hijos ilegítimos, ya que desde el punto de vista natural los hijos, cualesquiera sean las formas legales de su nacimiento, son siempre hijos; porque la sangre, la fuerza atávica y ancestral del progenitor, la proyección de una modalidad, la prolongación de un estilo, inconfundiblemente unidos a través del milagro de la naturaleza, no pueden ser destruidas a través de legislación alguna; serán hijos todos, los unos y los otros, como todos somos seres humanos, los buenos y los malos, los inteligentes y los defectuosos”.
El proyecto se convertiría en la Ley 14.367, llamada de Filiación extramatrimonial. Con la por entonces flamante normativa, se suprimían las discriminaciones entre los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio. Se sancionó el 3 de noviembre de 1954, faltaba muy poco para el golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955 (previo bombardeo a la Plaza de Mayo tres meses antes). Desde ese entonces, no solo se acabo su carrera legislativa, si no que llegó el oprobio en la vida de Ana Macri.
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Cárcel y castigo para la “fanática peligrosa”
Tras el golpe, asumió como presidente Eduardo Lonardi, quien a menos de dos meses fue reemplazado por Pedro Aramburu. El gobierno de facto rápidamente ordenó detenciones a todos aquellos funcionarios, legisladores y dirigentes sindicales vinculados con el peronismo por los delitos de traición a la patria y asociación ilícita. Entre esas personas se encontraba Ana Macri, quien fue penada con cadena perpetua y trasladada a la Cárcel de Mujeres de Buenos Aires, ubicada en Humberto Primo 378, bajo condiciones crueles, junto a otras dirigentes peronistas como la también diputada Delia de Parodi.
“Obviamente ella ingresa dentro de esa acusación, pero luego le añaden el mote de ‘fanática peligrosa’, lo cual es interesante porque lo que quería decir es que ella seguía sosteniendo en la cárcel las ideas peronistas. Esa carátula la convertía en una amenaza, en principio, por el contagio hacia las demás y después porque era alguien que claramente resistía a ser ser reeducada”, reflexiona Santiago Régolo.
“Anita”, en lo que en la actualidad es el Museo Penitenciario, estaba detenida y puesta bajo la custodia de las monjas del Buen Pastor, en un régimen distinto al que regía en las cárceles de hombres. Sin embargo, lo que a priori podría parecer un atenuante, fue todo lo contrario.
“Esas monjas eran la figura contrapuesta a lo que generalmente se sabe en cuanto a una misión católica o cristiana. Tenían tal odio contra las políticas que les imponían condiciones infrahumanas. No tenían acceso a los talleres. Imposible conseguir un libro. Comida pésima, bazofia que debía comerse so pena de morir de hambre. Y un desprecio total por la vida y la salud de las detenidas, a las cuales a las nueve se les cortaba la luz y se corrían los cerrojos de las puertas de las celdas”; escribió la historiadora Vera Pichel, en el prólogo del libro Delia de Parodi, una mujer en el Congreso (1999), publicado por el Círculo de Legisladores de la Nación Argentina.
“Una celda muy pequeña, Anita dice que las encerraban a la noche, no la dejaban ir ni al baño. Esta situación generó que llegara a manifestarle al director las condiciones que padecían y lo mal que las trataban. Además, denunció que había un trato diferencial para lo que pasaba con los varones que tenían la misma acusación, a quienes se les permitía jugar a las pelotas en el patio o recibir diarios”, agrega Santiago Régolo.
El historiador del Museo Evita recordó cuando Macri recibió la visita de unos periodistas. En esa charla, ella criticó a Pedro Aramburu, habló de las injusticias que vivía y defendió a Perón. “En ese reportaje le preguntaron su nombre. Ella dudó en un momento, pero entendiendo que tenía prisión perpetua y que por tanto la pena ya estaba escrita, no iba a modificar demasiado que lo dijera. Lo cierto es que identificarse tuvo su consecuencia y tres días después la trasladaron a la cárcel de Olmos”.
Luche y vuelve
Tras la asunción de Arturo Frondizi, elegido gracias a los votos justicialistas ya que su líder ordenó votarlo, Ana Macri quedó libre. Al poco tiempo, se unió al Comando Táctico del Movimiento Peronista en la clandestinidad, a cargo de John William Cooke, un dirigente del movimiento de extracción marxista. “La Peti” -tal su apodo- no se sentía representada del todo con aquel espacio. Incluso, estuvo en la cárcel con Alicia Eguren -compañera sentimental de Cooke- y ya desde entonces mostraron sus diferencias ideológicas. Consecuentemente, en 1962, ya estaba fuera del grupo.
“No forma tanto de ese comando táctico, pero sí trabaja por la vuelta de Perón. E incluso, cuando en 1966 Isabelita viaja a la Argentina para las elecciones de gobernador en Mendoza, estuvo presente. La llegada de la esposa del General fue para apoyar al candidato peronista frente al vandorista (en referencia al sindicalista que proponía un peronismo sin Perón). En ese contexto, el ex presidente da instrucciones de que se apoye en la rama femenina y allí estaba Anita. Cuando se establecen provisionalmente las autoridades del movimiento justicialista, que firma también Isabel, Ana forma parte de ese armado provisional”.
Más adelante, Ana Macri siguió activa trabajando por la vuelta a la Argentina del proscripto Juan Domigno Perón. Incluso intentó ser parte de la comitiva que volvió en el avión junto al ex presidente después de 17 años, pero no lo logró. Una vez que el justicialismo regresó al gobierno, en 1973, se retiró de la actividad política.
Los reconocimientos tardíos
Pese a su rol insoslayable en la vida política argentina, la persecusión, la cárcel y la crueldad recibida, los reconocimientos para Ana Macri recién llegaron en el siglo XXI. De hecho, el primero fue en la Cámara de Diputados en 2000, cuando recibió un diploma por “ser una de las primeras mujeres electas al Congreso Nacional tras la sanción de la Ley N.º 13.010 de sufragio femenino”.
Luego, en 2006, empezó a tener otros tantos durante las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner. En principio, su historia se plasmó en un libro de entrevistas biográficas titulado Ana Carmen Macri, mi biografía política, realizado por la directora del Museo Evita, Cristina Álvarez Rodríguez, sobrina nieta de Eva Perón.
Asimismo, otro homenaje significativo se concretó en 2011 por iniciativa de la madre de Plaza de Mayo, Adelina de Alaye. En aquella jornada, la provincia de Buenos Aires, a través del ministro de Justicia y Seguridad. Ricardo Casal, le entregó el prontuario que registraba su encarcelamiento entre 1955 y 1958. En un acto de profundo significado simbólico, la administración de entonces le pidió "perdón en nombre del Estado argentino". Al año siguiente, con motivo del 60° aniversario de la muerte de Eva Perón, fue honrada junto a otras de las primeras legisladoras argentinas. Finalmente, en 2015, el Senado le rindió un homenaje a su destacada trayectoria con la entrega del premio Juana Azurduy.