Dos ensayos clínicos probaron la seguridad de tratamientos con células madre para el Parkinson

Insertaron neuronas productoras de dopamina en el cerebro de pacientes; ahora se necesita probar sus beneficios clínicos    

23 de abril, 2025 | 00.05

Las células madre, esas fabulosas entidades que a principios de este siglo fueron consideradas “la mina de oro de la biología” finalmente están entregando los resultados con que los investigadores soñaron desde que las descubrieron y aprendieron a producirlas en el laboratorio. 

En los últimos días, dos ensayos clínicos realizados uno en Japón y el otro en los Estados Unidos mostraron su utilidad nada menos que en la enfermedad de Parkinson, la segunda patología neurodegenerativa por su prevalencia en el mundo. Se caracteriza por la progresiva pérdida de neuronas productoras de dopamina, neurotransmisor cuya carencia desencadena síntomas motores, tales como temblor, rigidez, lentitud de movimientos y problemas en la marcha. 

En el primero, Sawamoto y colegas (https://doi.org/10.1038/s41586-025-08700-0) trasplantaron células precursoras dopaminérgicas derivadas de una línea de células madre pluripotentes inducidas en ambos lados del cerebro de siete pacientes. El objetivo principal fue probar la seguridad y descartar eventos adversos, pero también se hizo seguimiento de su efecto clínico. Las células trasplantadas produjeron dopamina sin generar tumores, un riesgo grave asociado con la terapia con células madre, pero además cinco de los participantes mostraron una mejora en la función motora, y cuatro siguieron evidenciándola incluso después de dejar la medicación.

(Thomas Deerinck, NCMIR/SPL)

En el segundo, Tabar y colegas (https://doi.org/10.1038/s41586-025-08845-y) trataron a 12 voluntarios con  células progenitoras dopaminérgicas derivadas de una línea de células madre embrionarias humanas. En los que recibieron una dosis alta, los síntomas de la enfermedad se redujeron un 50% a los 18 meses. Imágenes cerebrales confirmaron la supervivencia de las células trasplantadas e indicaron un aumento en la producción de dopamina, sin efectos adversos.

Aunque todavía preliminares, estos resultados entusiasman a los científicos. “Vengo siguiendo lo que se hace desde los primeros ensayos, hace más de 30 años en Suecia –cuenta Fernando Pitossi, pionero de la investigación de células madre en el país y director del laboratorio de la Fundación Instituto Leloir que trata de desarrollar terapias protectoras o regenerativas precisamente para el Parkinson–. En esas épocas se utilizaban células productoras de dopamina obtenidas de abortos. Era muy controvertido, pero aparte tenía mucha variabilidad y había que inmunosuprimir muy fuertemente a los pacientes. Esto para mí es como una cabeza de playa que permite decir ‘a partir de ahora es otro el juego’. Ya es una prueba de concepto de que es seguro, porque tanto las células embrionarias como las pluripotentes, y las células madre de las que se originan, generan tumores. Entonces, la preparación que ingresa en el cerebro de una persona tiene que ser extremadamente pura. Eso es lo que los dos estudios concluyen en forma categórica. En un caso, a lo largo de 18 meses y en otro, de dos años. De acá en más, lo que hay que hacer es refinar [los protocolos] y ver bien si el efecto terapéutico buscado se da y se puede reproducir en mayor número de  pacientes”. 

Células madre reprogramadas (NATURE)

El tratamiento usual para el Parkinson es la administración de levodopa, precursor de la dopamina que llega al cerebro por el torrente sanguíneo. Sin embargo, a medida que la enfermedad progresa, el fármaco se vuelve menos efectivo porque hay menos neuronas liberadoras de dopamina disponibles para fabricarla a partir de la medicación. Reponerlas por medio de esta estrategia podría ser una solución.

Las células madre pluripotentes tienen la capacidad de diferenciarse en cualquier tejido del organismo y pueden proliferar casi indefinidamente. Se encuentran en el embrión temprano, pero también pueden inducirse artificialmente a partir de células adultas a las que se les “vuelve atrás el reloj” insertándoles cuatro genes (llamados de Yamanaka, por su descubridor). En las últimas dos décadas, científicos de todo el mundo vienen trabajando con mayor o menor éxito para lograr células diferenciadas a partir de células madre pluripotentes humanas para “reparar tejidos dañados”.

“En diciembre [pasado] se estaban realizando 115 ensayos clínicos para 83 productos derivados de células madre pluripotentes –dice en un comentario la revista Nature, que publicó ambos trabajos–. Los tratamientos para la enfermedad de Parkinson se encuentran en una fase más avanzada de desarrollo que ningún otro para una patología del sistema nervioso central”. 

En el ensayo realizado en los Estados Unidos, se usaron neuronas derivadas de células embrionarias (o sea, obtenidas de un óvulo fecundado), por lo que hubo que utilizar inmunosupresión. En el de Japón, emplearon células de su “haplobanco”, colección de células madre reprogramadas compatibles con una población específica

Son células homocigotas [que poseen dos copias idénticas del gen] para el sistema HLA que es reconocido por el sistema inmune –explica Pitossi–, y que por lo tanto en teoría son compatibles. Los japoneses hicieron muchísimos controles, por ejemplo inyectándoles las mismas células a ratas para después analizar con más detalle cómo se comportan, y vieron que coinciden con un 17% de la población de su país, pero no quisieron arriesgarse e igual mantuvieron a los pacientes inmunosuprimidos durante un año”. 

Esta es la primera vez que se puede decir que después de “convencer” a células madre embrionarias o pluripotentes de que se transformen en neuronas dopaminérgicas, se logra trasladarlas a “grado clínico” como para poder trasplantarlas a una persona, se hacen los ensayos y los resultados indican que son seguras. “Falta ver si además hay mejoría sostenida de los síntomas –destaca Pitossi–. De repente hay un paciente al que le pudieron bajar la medicación casi al mínimo y está bien. Uno puede decir que eso es un montón, pero después hay otros que no. Estos estudios no tienen la potencia estadística o la profundidad indispensable. Ahora, hay que hacer ensayos con muchas personas para ver si esto se puede generalizar. Pero ya sabiendo que la preparación es segura, es como que uno tiene el medicamento listo para seguir probando”.

La intervención consiste en perforar el cráneo de los pacientes e insertarles una sonda con la que se depositan las células 0 km en las áreas previamente seleccionadas. Se hace con sedación local porque el cerebro no siente dolor. “Esa es la parte más sencilla de todo –tranquiliza Pitossi–. Después, quedan muchas preguntas abiertas. Esto se inyecta en la misma zona del cerebro, pero en distintos puntos. Hay que calibrar bien la interacción entre la medicación que están tomando los pacientes y la dopamina que les entregan las células. Se necesita ir graduando la dosis, porque al principio no se les puede sacar el tratamiento convencional”.

Fernando Pitossi e integrantes de su grupo en la Fundación Instituto Leloir

En su laboratorio, Pitossi y equipo lograron convertir células madre en neuronas dopaminérgicas, pero se necesita mucho trabajo y abundantes recursos para dotarlas de la calidad necesaria para que puedan ser administradas a humanos, un proyecto que no solo debería despertar el interés de las autoridades de ciencia y tecnología, sino también del mundo privado. 

Nos da mucho entusiasmo que en este momento haya cinco ensayos clínicos en curso y otros siete más que están por empezar (en Japón, Suecia, Gran Bretaña, Estados Unidos, Corea) –concluye–. En una década deberíamos poder saber si lo que parece realmente es. Si lo potencial pasa a ser real. Nosotros tenemos el conocimiento académico, el fueguito, la brasa encendida. Hace falta un poco de viento y el fuego se prende”.