En el blanco y congelado archipiélago llamado Svalbard, situado frente a Groenlandia en el corazón del Océano Ártico, existe una peculiar y sorprendente ley: desde 1950 está prohibido morir. No es una metáfora, sino una norma basada en un fenómeno natural único que obliga a quienes están gravemente enfermos a abandonar el lugar para recibir atención médica y, en caso de fallecimiento, trasladar sus cuerpos al continente para su entierro o cremación.
La causa principal de esta prohibición es el permafrost, una capa de suelo permanentemente congelada que impide la descomposición de los cuerpos. Las temperaturas de Svalbard pueden descender hasta 46 grados bajo cero, lo que conserva intactos virus y bacterias en los cadáveres enterrados. Hasta 1928 se permitían los entierros, pero se comprobó que esta situación podía propagar enfermedades, por lo que se decidió prohibirlos.
El archipiélago está compuesto por varias islas, pero solo tres están habitadas: la isla del Oso (Bjørnøya), Hopen y la mayor, Spitsbergen, donde se encuentra la capital Longyearbyen. Esta ciudad, con unos 3.000 habitantes, es el pueblo más septentrional del mundo, ubicado a los 81°N, bañada por el Mar de Barents y el Mar de Groenlandia. Según la Lonely Planet, “Svalbard es lo más cerca que la mayoría de los mortales aspira a estar del Polo Norte sin echar de menos su espíritu”.
Durante años, fue considerado un caso de Terra nullius, es decir, un territorio que no pertenece a ningún Estado. Aunque el Tratado de Svalbard, firmado en París el 9 de febrero de 1920, reconoció la soberanía de Noruega sobre el archipiélago de Svalbard y sus aguas territoriales, pero garantiza que las empresas nacionales de todos los Estados contratantes se benefician de igualdad de derechos en el acceso a los recursos naturales de la región. El Estado nórdico regula la explotación y toma las medidas de protección ambiental necesarias, pero está impedido de implementar cualquier discriminación positiva a favor de sus empresas nacionales o de empresas noruegas. Además, el tratado prohíbe la construcción de cualquier tipo de fortificación militar o base militar, así como el uso de las islas con propósitos bélicos.
Por otro lado, Svalbard es un punto estratégico para la ciencia y la conservación. El Ártico se calienta entre 6 y 7 veces más rápido que el resto del planeta, y las temperaturas oscilan actualmente entre -16 °C y 9 °C. En 2008, Noruega inauguró el Banco Internacional de Semillas de Svalbard, también conocido como “El Arca de Noé vegetal”, una bóveda que conserva millones de semillas de cultivos de más de 100 países de forma gratuita.
¿Por qué es obligatorio portar arma?
Los visitantes suelen soñar con experimentar la vida en este lugar remoto y extremo, famoso por sus auroras boreales que iluminan las noches durante cuatro meses al año y su fauna salvaje, donde el oso polar es el rey. De hecho, hay aproximadamente tantos osos polares como personas en Svalbard, unos 3.000 ejemplares, lo que convierte al archipiélago en un territorio único y peligroso al mismo tiempo.
Para quienes deciden aventurarse fuera de Longyearbyen, es obligatorio hacerlo con un guía local armado. La oficina de turismo advierte: “Podés encontrar osos polares en cualquier lugar de Svalbard durante todo el año, por lo que debes tener especial cuidado al salir de los asentamientos. Siempre debe viajar con un guía local profesional que tenga equipo para proteger a los osos polares (dispositivos para asustar y un arma de fuego) y competencia en su uso”.
En 2022, una turista francesa fue atacada por un oso polar que irrumpió en un campamento. Recibió heridas leves en un brazo y logró salvarse gracias a los disparos que ahuyentaron al animal, que luego fue sacrificado por estar herido. Desde 1971, se registraron seis ataques mortales, siendo la última víctima un holandés de 38 años.
Otras de las curiosidades del archipiélago es que está la prohibición de tener gatos como mascotas, ya que se consideran depredadores que representan un peligro para la biodiversidad local.