Las excavaciones en el terreno donde estaba la casa en la que vivió, compuso y ensayó Gustavo Cerati entre 2001 y 2003 en el barrio de Coghlan, fueron interrumpidas por el hallazgo de restos humanos el 20 de mayo. En esos días, los obreros que trabajaban en la demolición de la vivienda estaban cavando los pozos para levantar columnas y tras hacer varios puntazos con una pala de mano, se abrió un pequeño hueco del que cayeron algunos huesos y restos. La obra fue detenida de inmediato y el llamado a la policía hizo que la Justicia detuviera la obra.
La investigación, encabezada por el fiscal en lo Criminal y Correccional Martín López Perrando llevó a que un grupo de especialistas trabajara en la zona para recuperar la mayor cantidad de restos posibles y así empezar a buscar datos para resolver el misterio. En principio, la obra estuvo detenida por varios días porque se barajó la hipótesis de que los restos correspondieran a un desaparecido durante la última dictadura militar. Cuando desestimaron esa hipótesis, los obreros volvieron a los trabajos y la Justicia empezó a reconstruir la historia a través de los restos encontrados.
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Fuentes judiciales confirmaron a El Destape que del lugar se obtuvieron restos humanos que tras el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense se determinó que se trataría de un adolescente de entre 14 y 19 años que al momento del crimen medía entre 1,70 y 1,80 metros y tenía talle 41 de zapatos aproximadamente. Además, se determinó que tenía un significativo desarrollo óseo en sus brazos, lo que podría ser coincidente con un trabajador de la construcción o con alguien que practicaba deportes como remo. Además, la constitución de los huesos del rostro mostraban que tenía un incipiente diente superpuesto hacia afuera, lo que podía transformarse en una característica determinante para la identificación.
En esta reconstrucción, el equipo forense también determinó que los restos demostraban la existencia de daños compatibles con puñaladas a la altura de la cuarta y quinta costilla, lo que llevó a los investigadores a determinar que existió una muerte violenta. Además, los peritos hallaron rastros de que intentaron descuartizar el cuerpo, por marcas de sierra en algunos huesos. Eso se suma a que fue enterrado en un pequeño foso de aproximadamente 1,20 por 60 centímetros. Ese pozo había quedado cubierto por plantas ya que la casa estaba separada de otra por un cerco vivo y no existía allí ninguna construcción de medianeras. Con estos datos, los especialistas creen que se trató del descarte de emergencia del cuerpo ya que por alguna razón no pudieron descuartizarlo ni tampoco cavaron un pozo profundo para ocultarlo. Pese a estas hipótesis, todavía se trabaja en distintos rastros para poder resolver el misterio.
De la tumba improvisada en el fondo de la casa, los peritos lograron rescatar algunos restos que se transformaron en piezas esenciales de la causa. Se trata de un reloj, un corbatín, restos de lo que sería cuero de zapato, un llavero tipo náutico, un botón de un jean y una moneda que se usaba como amuleto. Con estos restos recuperados, los investigadores lograron determinar que la muerte se dió entre 1981 y 1991. La base principal de esta hipótesis tiene que ver con el reloj hallado. Se trata de un reloj marca Casio modelo CA80 que fue muy popular en esa época y que salió a la venta en el año 81, al tiempo que la moneda tipo amuleto fue muy utilizada en la década del 90, y que por su llegada a nuestro país podría orientar la causa a un crimen cometido entre 1985 y 1995.
Con estos datos, los investigadores lograron obtener detalles de los números de pieza del reloj y buscan a través de la empresa fabricante saber, al menos, en qué año fue vendido. Además, buscan saber si la empresa fabricante de ropa de jean marca UFO puede determinar en qué año se utilizaron los botones como el hallado en las prendas que fabricaban. De esta forma, se determinaría el espacio temporal más preciso para trabajar en posibles búsquedas de paraderos y personas desaparecidas en ese lapso.
El resto de las pruebas recabadas llevan a los investigadores a buscar datos alrededor de adolescentes que practicaban deportes náuticos, teniendo en cuenta la forma de los brazos y el llavero, y que podían ser estudiantes de ciertas instituciones ya que la vestimenta, y sobre todo el corbatín encontrado, lleva a esa hipótesis. Además, buscan recrear una lista de posibles familias que habitaron esa propiedad para buscar posibles testimonios que esclarezcan la investigación. Así, los especialistas confían en poder resolver el enigma que desde hace aproximadamente 40 años se esconde en el patio de una casa de Coghlan.