Trabajaba en una bodega internacional, renunció para producir su propio vino en el garage y convirtió su casa en el local: ahora gana premios

Los vinos de Damián se comercializan en Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Misiones, además de Mendoza. En 2023 obtuvo un premio que reconocía su emprendimiento y hoy trabaja junto a otros familiares para seguir adelante con el proyecto.

21 de mayo, 2025 | 00.05

Vista desde afuera parece una casa común: una entrada para autos, un patio frontal con un pasto cuidado, una construcción en el frente y un pasillo al costado. Un detalle la hace destacar: el cartel que indica “Bodega garage El Vistaflorino”. Se trata del emprendimiento familiar de Damián Nuñez, quien dejó su trabajo para dedicarse a una idea: crear su propio vino.

El pasillo lateral lleva a su patio trasero, donde se encargan de la producción de esta bebida típica de Mendoza. Al ser una bodega pequeña del Valle de Uco, compran la uva a otros viñedos y, ya en su casa, realizan los procesos de fermentación en grandes tachos. Cuando está listo, se ingresa en barricas de roble francés y pasa del patio al garage. Una vez que están estacionados el tiempo suficiente, se embotella el vino y lo llevan a lo que antes era la pieza de Damián y ahora está llena de estanterías que llegan hasta el techo.

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Fotografía de Lautaro Flores

Los vinos terminaron por desalojar al productor: “Acá viví un año y medio, cuando empecé con el proyecto. En ese tiempo, llené el lugar con barricas, por lo que me tuve que mudar”, señaló. Creció tan rápido el emprendimiento que el espacio ya no les da abasto: eventualmente hacen la bebida en una bodega amiga y, también, alquilan un depósito: “Es una empresa familiar que viene creciendo a pasos agigantados, estamos felices de que todo el trabajo duro de los primeros años hoy está dando sus frutos”, se sinceró el Damián.

El fundador lleva a los turistas a recorrer cada uno de los espacios de su antigua casa y suelen aparecer en escena su papá y sus tíos. Ellos son parte de la empresa y colaboran desde su fundación con la molienda y elaboración. El apoyo familiar es fundamental para este emprendimiento, ya que no tienen ningún contratado externo. Damián también cuenta con su pareja, Eliana y tiene unos refuerzos especiales: sus hijos, Gerónimo y Alma, quienes ayudan comiendo uvas y jugando en el patio. Curiosos, suelen preguntarle por qué hace tanto vino y él les cuenta que si vende muchos, ellos van a tener más juguetes, y eso los lleva a alentarlo a seguir con la producción.

Tras años de dedicación, Damián renunció a una bodega dedicada a la exportación para hacer realidad un sueño: fabricar esta bebida típica de Mendoza en su propia casa. “Trabajaba en relación de dependencia y lo poco que sobraba lo invertía en el negocio”, contó el productor. “Cuando le dije a mi mamá que iba a dejar mi trabajo para hacer mi vino me dijo que era un gran desafío y que le dé para adelante”, recordó el fundador de “El Vistaflorino” y agregó que toda su familia siempre lo animó en el proceso.

Las raíces son algo importante para Damián, quien eligió una ilustración para sus vinos basada en sus recuerdos. En el centro de la etiqueta se destaca una especie: “Se llama árbol del amor. Primero florece, con un color rosado, y después emite la hoja con una forma acorazonada”, detalló Damián, demostrando sus conocimientos de agrónomo. Cada primavera lo veía florecer en su antiguo trabajo y los visitantes siempre se impactaban con su belleza. En honor a sus estudios y a su historia, lo eligió para representar a su emprendimiento. Como raíces, tiene unas manos unidas y un corazón en el tronco, signo del vínculo que produce esta bebida.

“Lo que más me gusta de mi trabajo es compartir una botella con amigos y con los turistas. El vino es unión, familia, amigos, es una charla”, aseguró Damián. En su bodega de garage hace visitas guiadas, en las que enseña el proceso de elaboración, el almacenamiento y acaba compartiendo una degustación con una tabla de quesos. Igualmente, sostuvo que como todo trabajo tiene sus partes menos agradables y confesó, entre risas, que el embotellado es lo que más le molesta.

Desde hace dos años cuentan con la posibilidad de exportar: “Un importador nos visitó y se quedó encantado. Todos los años se lleva una partida de nuestros vinos a Miami, Estados Unidos”, contó Damián. Si bien se trata de una gran oportunidad para este emprendimiento familiar, no es su forma de distribución principal, sino que se dedican a llevar sus productos por Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Misiones, además de venderlos en su bodega.

En 2023 obtuvo un premio por la valentía de emprender por parte de la Cámara de Comercio, Industria, Agricultura y Turismo de Tunuyán. “Fue un reconocimiento muy grande para el trabajo que veníamos haciendo desde hace cuatro años”, enfatizó Damián y destacó que al siguiente año lo invitaron a participar de ese mismo evento pero ofreciendo sus productos en un stand: “Estaban las bodegas más reconocidas del Valle de Uco y El Vistaflorino al lado, con vinos de calidades similares pero nosotros con una cantidad más chica”.

El Vistaflorino cuenta con una línea Reserva, con un estacionamiento de 12 meses de guarda en roble francés: producen Malbec, Cabernet Franc y un corte de Malbec y Cabernet Franc. Ahora están por lanzar dos variedades nuevas: Merlot y Petit Verdot. También están por estrenar una línea Gran Reserva o Premium, con 18 meses de añejamiento, que incluye Malbec, Cabernet Sauvignon y Tempranillo.

Como todo emprendimiento, Damián aseguró que “hay días con más ganas y otros menos, pero si uno trabaja por amor a lo que hace, es más gratificante. Cuando un cliente te dice que le gustó el vino y te comparte, nosotros ya somos felices”.