Pablo Delonghi casi que se crío arriba de un Peugeot 404. De hecho, su padre compró uno en 1970, el mismo año en el que este ferroviario llegó al mundo. Aquel auto amado era modelo 66, pero su progenitor lo adquirió usado y su andar, paseos y olores quedaron en su mente, corazón y alma para siempre. En consecuencia, en plena pandemia se propuso conseguir un ejemplar similar y lo logró. La única diferencia es que su flamante coche fue fabricado en 1967, pero hasta es el mismo color que aquel de la infancia. Tras tenerlo en su poder, lo puso en condiciones, primero salió cerca de la zona de Cardales donde vive y luego llegó a lugares como Córdoba, Sierra de la Ventana o Bahía Blanca. Además, en cada viaje, Pablo muestra lugares muy particulares de cada pueblo, estaciones de trenes e ilustra cada visita con fotos de elevada calidad que sube a su Instagram que ya tiene más de 150 mil seguidores. También intentó encontrar el original, dio con él, pero pasaron cosas.
“Básicamente lo que me generó ese 404, es que fue el primer auto al que recuerdo haberme subido. Me viene a la mente sacar la cabeza por el techo corredizo, las primeras vacaciones, los viajes que hacíamos a las montañas o a la costa. toda mi infancia transcurrió arriba de ese vehículo, por eso el recuerdo. Es cierto, después mi papá tuvo otros, pero bueno, el primero es el que más me marcó, ¿no? Y siempre tuve las ganas de volver a tenerlo”, evocó Pablo Delonghi ante El Destape.
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En ese sentido, la pandemia – en la que hubo mucho tiempo ocioso- fue el momento preciso para que Pablo tomara le decisión de recuperar materialmente ese recuerdo idílico. “Una vez me agarró la locura de decir, ‘bueno, ¿por qué no tener uno igual? Y ver qué se puede hacer’. Y lo pude conseguir después de buscarlo un montón de tiempo. Por suerte encontré el mismo color, no el mismo año, pero el mismo color que no es un dato menor, ya que se trata de un particular gris que cambia depende de cómo le dé la luz. El de mi papá era modelo 66 y este es modelo 67”.
El auto que compró no solo era casi igual que el de su padre, sino que además tuvo la suerte de encontrarlo en buenas condiciones y a tan solo 7 kilómetros de su casa en Los Cardales. “De pintura estaba muy bien, de chapa lo mismo. Lo único que al haber estado parado mucho tiempo el motor, le tuve que hacer la carburación, cambiar algunas mangueras que estaban secas y bueno, limpiar tanque de nafta, radiador y las cubiertas. De hecho, los neumáticos me costó conseguirlos”. Sin embargo, Pablo quiso conseguir el original.
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Las fotos como homenajes a los pueblo desaparecidos
Los viajes de Pablo tienen algunos denominadores comunes. El rock en el estéreo del 404, las visitas a pueblos cada vez más particulares y la calidad de las fotos que publica en su cuenta de Instagram Viajando en el 404. Si bien Delonghi no es profesional, toma imágenes realmente destacadas. Con sus más de 30 años como ferroviario, claramente tiene preferencias por las estaciones de trenes, aunque le compiten de cerca las estaciones de servicio, sobre todo las de la petrolera argentina: YPF. Asimismo, disparado naturalmente por estos dos elementos, hay también un homenaje a esos pueblos donde estos sitios eran determinantes para su vida económica.
“Hace 30 años que trabajo en el ferrocarril y viví lo que fue el cierre de los ramales y lo que pasó con los pueblos que fueron desapareciendo o se quedaron sin gente joven. En la mayoría de las localidades de las tierras bonaerenses a las que viajo, el tren ya no pasa. Básicamente vos vas a un pueblo y encontrás mucha desolación porque el tren traía vida. Por eso también las visitas y las fotos que van de la mano de la curiosidad que yo tengo a ver qué pasó con esos lugares, cómo se van reinventando con la reapertura por ahí del almacén o de la estación convertida en un museo”, precisó Delonghi para explicar el motivo de sus capturas.
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Delonghi apela a su costado más humilde y asegura que no hay tanto mérito suyo en las fotografías, si no que ayudan mucho los paisajes y el auto. Si embargo, las imágenes que suele captar son muy atractivas. En ese sentido, lamenta que Instagram propicie para captar más visitas los videos, las historias donde las fotos permanecen solo durante 24 horas o las galerías cuyos tamaños originales se ven modificados. No obstante, aún con esas limitaciones suele subir videos también interesantes. Con todo, quien quiera ver las imágenes más logradas solo debe bucear un poco más allá de los primeros posteos de su cuenta.
El día que el Peugeot de su padre se convirtió en chatarra
No obstante, Delonghi antes de conseguir su 404 actual, también buscó el que tenía su padre, pero el auto no corrió la misma suerte que el que finalmente compró. “Un día encontré una foto del 404 del dueño anterior a mi papá, que salió en esas cuentas de Instagram que publican fotos de coches viejos. Me di cuenta por la patente que estaba el de mi padre, obviamente, porque me la acuerdo”, contó Pablo.
Y continuó: “Es una foto del tipo que lo compró 0km y lo que pude rastrear de la historia es que la imagen refería al día que lo había creo sacado de la agencia y había ido a comer con la mujer. De hecho, sacó una foto en la puerta del restaurant con ella. Seguí investigando, supe su nombre y que incluso el hombre falleció al poco tiempo de comprar el Peugeot, o sea que prácticamente no lo pudo disfrutar y mi papá luego se lo compró”.
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Con todo, su investigación no quedó en ese dato ya que su intención era encontrar el Peugeot 404 de su padre. Por lo tanto, continuó averiguando el historial del vehículo. “Hay un informe en el Registro Automotor que precisa todos los dueños del auto e incluso, ante los cambios implementados, precisa las nuevas nomenclaturas de las patentes. Y ahí vi más o menos la fecha que lo había comprado mi papá, hasta cuándo lo tuvo, porque después hizo la transferencia. Así las cosas, luego de muchos años, volví a encontrarlo”, aseguro este fotógrafo amateur de gran nivel.
La pregunta ineludible es por qué no adquirió el de su padre, teniendo en cuenta que pudo dar con él. “Lo ubiqué por la dirección del último titular a través de Google Maps y lo vi destruido, hecho pelota. Más aún, hace poco anduve por la zona y me di una vuelta por esa dirección y ya no estaba. Seguramente se llevaron para chatarra”, precisó Delonghi.
Lo viejo funciona y emociona
Pablo Delonghi ya visitó más de 200 pueblos con su Peugeot 404. Si bien arrancó con las zonas cercanas a la zona de Los Cardales, los destinos se extendieron permanentemente. Mar del Plata, Bahía Blanca, Tandil, Sierra de la Ventana y Córdoba, fueron algunos de esos puntos geográficos que añadió con el paso del tiempo. El más lejano de todos fue Villa Tulumba, en la provincia mediterránea en su parte cercana a Santiago del Estero, ubicada a 820 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ahora bien, la pregunta ineludible es cómo respondió un vehículo de casi 60 años en tantos recorridos realizados.
“El auto se portó de forma espectacular. Solo tuve un problemita con el parabrisas que se me rompió tras una piedra que saltó del asfalto. Pero encima me quedó cómo una anécdota para destacar la solidaridad de la gente. Todo aquel que me veía me ofrecía ayuda: paraban, me preguntaban si estaba bien y qué necesitaba. De hecho, me ayudaron a conseguir el vidrio nuevo. Después me aparecieron fallas muy menores que, al yo darme maña y ser un auto antiguo con mecánica simple, se solucionaron rápidamente. Si fuera un vehículo actual, que están todos computarizados, la historia no sería la misma”, relató el ferroviario.
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“El 404 invita a la charla”, asegura Pablo para explicar la actitud de los lugareños aquel día que se le rompió el parabrisas, idea que aplica en general, más allá de las vicisitudes que puedan aparecer en el camino. En ese sentido, asegura que suele pasar que le toquen bocina, le levanten el pulgar en señal de elogio hacia su auto o es muy corriente que lo feliciten por el estado impecable del vehículo.
Todo lo que generó su auto es positivo, en consecuencia, Delonghi se envalentona y sueña con alcanzar otros tantos destinos más alejados. De hecho, tiene como objetivo recorrer la mítica Ruta 40 y llegar hasta la cordillera. Mientras tanto sigue viajando por los pueblos, en el tiempo y en los recuerdos de su infancia que lo conectan fuertemente con su familia.
“Recuerdo mucho esos primeros 5 años en los que éramos mi mamá y mi papá, luego llegó mi hermana, pero a los dos años ya también cambiamos el auto. Más allá que disfruto a pleno el presente con el Peugeot actual, también hay una conexión permanente con el pasado. Por ejemplo, de los pueblos chicos recuerdos a muchos parientes que vivían en el campo, hace poco fui a Mar del Plata y era un déja vu permante de cuando era chico: la bajada de la avenida Colón, el Casino, el olor e fritanga de los restaurantes del Puerto. En definitiva, el 404 es un homenaje a mi viejo y a mis hermosos primeros años de vida”, concluyó Delonghi.