Por primera vez, una docente fue condenada penalmente por su actuación dentro del aula, como docente. Sucedió el miércoles pasado en General Pico, La Pampa, y es el resultado de la denuncia del padre de una alumna después de que Ana Contreras se refiriera, a fines de 2023, al conflicto entre Israel y Palestina, “sabiendo que mi hija y su familia somos judíos y tenemos familia y amigos en Israel”. El juicio oral se realizó en el marco de la Justicia Contravencional y la profesora de Cultura y Ciudadanía terminó condenada a “la pena de 60 días-multa” por “maltrato psíquico a una adolescente”, descripto como esa escena denunciada por el padre, una mirada cruzada en un pasillo y la falta de contención, por parte de la docente a la alumna de 4to año cuando ésta se puso a llorar en el aula.
El hecho es grave por la mera intervención de la justicia penal contravencional dentro de las aulas, ya que el sistema educativo tiene sus propios mecanismos para dirimir conflictos que no implican delitos penales. Pero además porque se planta como un antecedente disciplinador para la tarea docente, ya suficientemente amenazada como parte de la batalla cultural que el Poder Ejecutivo de la Nación sigue comprometido en librar contra cualquier voz que disienta con su ideología de ultraderecha negacionista de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura, negacionista también de las jerarquías de género, de la violencia por razones de género, incluso de los crímenes de guerra cometidos por el Estado de Israel contra la población palestina, como lo señalaron las Naciones Unidas.
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Ana Contreras ejerce la docencia desde hace 13 años en tres niveles: secundario, terciario y universitario. Su materia es Cultura y Ciudadanía, una materia en la que la convivencia democrática, el valor de las instituciones, las transformaciones del pasado reciente, la ampliación de derechos, entre otros temas, son centrales. Y son también los que se plantean como “conflictivos”, con mucha más fuerza desde que Javier Milei es presidente de Argentina. Si en el ámbito de CABA, por ejemplo, ya desde 2018 se habilitó una línea para denunciar “adoctrinamiento” -una categoría lábil pero destinada a desarticular las acciones de memoria en torno al 24 de marzo o bien de debilitar la Educación Sexual Integral-, en los últimos 18 meses, a nivel nacional, las acciones de desmantelar el Inadi o el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad han sido mensajes claros de cómo se impone la batalla cultural; que por supuesto no deja de aparecer en los discursos presidenciales y en boca de sus funcionarios y vocerías -además de Manuel Adorni, todo el aparato de comunicación en redes.
“Los contenidos que doy en clase no son ocurrencias mías, forman parte de lineamientos que bajan del Ministerio de Educación de la provincia de La Pampa, donde todavía hay ministerio. Yo no puedo no hablar de los organismos multilaterales, de cómo a través de la ONU y después del Holocausto se proclaman los Derechos Humanos porque ya había quedado en evidencia que la ciudadanía no era igual para todas las personas, que los derechos no podían depender de eso. La mención al conflicto en Medio Oriente vino por parte de la clase y no por ocurrencia mía y mi postura fue de neutralidad, expuse que era un conflicto de larga data y seguramente dije que Netanyahu era un presidente de derecha, algo que no es un misterio ni creo que él mismo vaya a negarlo”, dice Contreras desde Gral Pico, una ciudad de 40 mil habitantes donde la mayoría de las escuelas son públicas y conservan ese espíritu igualador de la escuela sarmientina, donde se encuentran distintas clases sociales y pertenencias en un ámbito público, laico, gratuito.
El sindicato docente de La Pampa, una vez conocida la sentencia, brindó apoyo a Contreras: "Fue una condena exagerada e injusta que genera temor", expresó Cristian Rosso, el secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Educación Pampeana (Sitep), en diálogo con Radio Noticias (99.5). "Le aplicaron una multa millonaria a una trabajadora de la educación por un dicho en una clase: esto implica que no cobrará un salario más allá de los gastos que tuvo por las costas de las defensas" y agregó que "acá ya no hablamos de violencia simbólica sino también económica en el contexto de una clase de diseño curricular".
La condena contra Ana Contreras se conoció al día siguiente del procesamiento a la diputada nacional por el FIT, Vanina Biasi, por violación a la ley antidiscriminatoria, a raíz de una serie de tuits posteados en 2023 denunciando el genocidio perpetrado en la franja de Gaza, una terminología que usó el Comité de Derechos Humanos de la ONU. Este tipo de persecución penal también la sufrió el año pasado el actor Norman Briski, denunciado por la DAIA no sólo por la ley antidiscriminatoria sino también por apología del delito, entre otras figuras penales, después de haber nombrado varias veces a Palestina durante su discurso en la entrega de los premios Martín Fierro en 2024. También el año pasado, durante el acto por el atentado a la AMIA, el presidente de la DAIA acusó a los feminismos argentinos por no condolerse suficiente por las mujeres israelíes, sin decir una palabra sobre la impunidad del atentado.
Los argumentos del juicio
Fue el padre de la adolescente -cuyos datos se resguardan, así como los de la escuela que harían fácil la identificación- tomada como víctima en este juicio quien, en lugar de acudir a la escuela, fue a la comisaría a denunciar hostigamiento contra su hija. En la denuncia policial describe con detalle que “después de mostrar videos de feminismo y política”, la profesora “se para frente a la clase y mirando fijamente a mi hija pregunta si saben lo que está pasando entre Israel y Palestina”, para después, según la denuncia, decir que “Netanyahu es de derecha y tiene ideas retorcidas” y que “todos los israelíes son genocidas”.
“Estábamos cumpliendo con el programa escolar en relación a la celebración de los 40 años de democracia, hablamos del Terrorismo de Estado y evaluamos si se podía hablar de genocidio en este caso. Fue otra alumna la que sacó el tema a raíz de un video de Tik Tok”, dice Contreras. Esa alumna no declaró en el juicio contravencional y el resto de las alumnas que sí lo hicieron en Cámara Gesell se contradijeron en esta parte. Pero más allá de eso ¿es legítimo analizar de este modo lo que sucede dentro de un aula?
“Lo cierto es que de ninguna manera podría haber dicho que todos los judíos son genocidas. Mi posición fue de neutralidad, de referirme a la ONU y de proponer seguir investigando. Yo no digo lo que pienso en el aula porque no es mi tarea. Mi tarea es invitar a alumnos y alumnas a encontrar sus conclusiones”, agrega la docente.
En la denuncia, el padre de la adolescente contesta a la pregunta de por qué cree que la docente actúa así contra su hija: “No lo sé, sólo sé que esta profesora siempre está hablando de movimientos feministas, política y lenguaje inclusivo”. Y menciona como antecedente que su hija mayor también fue su alumna y que tuvo que retirarse de la clase por negarse a ver la película XXY. Ese hecho fue en 2018, concuerda Contreras, cuando en el aula había un adolescente trans al que acompañó desde los contenidos de la ESI que molestaron a la familia y hoy en día han sido puestos es jaque desde el gobierno nacional.
Los argumentos que usó el juez Maximiliano Boga Doyhenard para condenar a Ana Contreras no distan mucho de la denuncia inicial. La prueba es la Cámara Gesell a la adolescente y dos de sus amigas, también el testimonio del padre aunque se desestimaron los testimonios ofrecidos por la defensa por no haber estado en el aula, aunque tampoco el padre estuvo en la misma. El “maltrato psicólogico” por el cual la condenan es esa escena inicial en el aula y unas miradas que habrían cruzado en pasillos de la escuela, a pesar de que desde aquella escena, la docente tomó licencias, la alumna quedó exceptuada de estar en sus clases y prácticamente no hubo contacto. Ana Contreras, además de los “días-multa” deberá hacer un curso de “reeducación” en convivencia escolar en la Universidad de La Pampa, donde también es docente.
“Debemos inclinarnos ante el peso/ de estos tiempos oscuros./ -cita Dani Zelko en Oreja Madre. Mi cuestión judía, el libro que acaba de editar Caja Negra- Decir lo que sentimos/ no lo que se supone que debemos sentir”. La cita es de una traducción de Nicanor Parra de unos versos de Shakespeare. El libro es un largo canto de duelo sobre el estado del mundo. Dice de su cuestión judía lo que lo une y también lo que lo separa irremediablemente. Dice lo que no se quiere escuchar, lo que es necesario decir.