Constanza Taricco no “desapareció”. Se refugió. En agosto del año pasado, algunos medios y, especialmente el Poder Judicial de Córdoba, la pintaron como una fugitiva, una madre que había "secuestrado" a sus propios hijos. Su versión es otra: Constanza se escondió para proteger a Mei, de 10 años, y a Ariel, de 6, de una decisión judicial que los obligaba a separarse de ella y viajar a Alemania con su expareja, S.H, padre biológico sólo del menor. Recientemente, tras agotar todas las instancias judiciales en Argentina para evitar que ese hombre al que había denunciado por violencia de género, lleva su caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), denunciando al Estado por vulnerar los derechos de sus hijos y criminalizarla.
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En diálogo con El Destape, Constanza explicó que su caso llegó hasta tribunales internacionales por la negligencia del Estado en la protección de los derechos y garantías no solo de sus dos hijos que, insistentemente, declararon que no querían abandonar su país y a su madre para irse a Alemania con el progenitor de Ariel. Ellos no sólo no tenían contacto frecuente con él en los últimos años, sino que tampoco brindaba a Constanza las cuotas alimentarias pertinentes.
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El caso plantea una discusión profunda sobre la aplicación del Convenio de La Haya de 1980 sobre Restitución Internacional de Menores y su interacción con otros tratados internacionales que protegen los derechos de las infancias. "Argentina firmó el Convenio de La Haya, pero también es parte de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, que va por encima de cualquier otro tratado. Eso es lo supremo que se tiene que respetar, y no lo hicieron", explicó a este medio Natalia Lescano, abogada de Constanza.
La Justicia desoyó a la mujer y sus dos hijos, y falló a favor del ciudadano alemán: los niños debían irse con él. “Fue ahí que decidí irme a un refugio con ellos, esperando que pasara la fecha del vuelo y ganar tiempo. Yo sabía que esto tenía consecuencias penales, pero esas consecuencias eran mucho peor si me quedaba en casa esperando a que vengan a buscarlos”. Pero lo que no imaginó era el operativo policial que desplegaría la Justicia para buscarla: "Fue como si buscaran a una delincuente, una secuestradora de menores. Así es como estoy denunciada ahora: por sustracción de menores".
La Justicia de dicha provincia emitió una orden de captura, y las fotos de Constanza y sus hijos comenzaron a circular en las redes. Finalmente, Constanza decidió entregarse, pero bajo condiciones. El Polo de la Mujer de Córdoba intervino para que el proceso de detención fuera menos traumático: "Ellos exigieron que no fuera a la cárcel y se hicieron cargo del arresto domiciliario. Fueron clave para que pudiera seguir con mis hijos".
Pero la fiscalía no se detuvo. "Me imputaron por secuestro, de 2 a 5 años de cárcel. Inventaron una historia en la que yo me había ido con mis hijos y me escondí con la ayuda de cinco mujeres. Hicieron allanamientos, incluso a personas que casi no conocía. Fue un delirio".
Distintas organizaciones de derechos humanos han intentado ayudar a Constanza en esta lucha legal, alegando “violencia institucional” y “falta de perspectiva de género”. Sin embargo, Constanza no logró ganar esta pulseada y él se llevó a uno de sus hijos. "El Estado argentino no aplicó la perspectiva de género en este caso, ignorando el contexto de vulnerabilidad de la madre y priorizando la palabra del padre. Esto constituye una forma de violencia institucional", reza la denuncia presentada ante la CIDH, a la que este medio tuvo acceso.
Revinculación forzada
Mientras tanto, la Justicia avanzaba con su objetivo: revincular a los niños con su padre. En las primeras visitas, los niños contaban que mantenían videollamadas con S.h. Pero un día, sin previo aviso, S.H apareció en persona. "Me contaron que cuando mi hija lo vio, no quería entrar, pero la forzaron. Salió llorando, temblando, y abrazó a mi abogada. Le dijeron que su abuelo se había ido, aunque él estaba afuera esperándola. Fue tortura psicológica".
Luego, Mei le contó a su madre lo que sucedió: "Ella dice que salió corriendo y que la agarraron del brazo para calmarla. Le mintieron, le dijeron que su abuelo no estaba. Es inhumano lo que le hicieron". Ariel salió más tranquilo, él sí era hijo de S.H, y cada tanto S.H lo llevaba por la ciudad “a pasear”, espacio habilitado por este centro de revinculación.
Pero el peor día llegó cuando Ariel, el hijo menor, no volvió de uno de esos encuentros. "Tardaban mucho. Yo llamaba a mi papá, al custodio, a todos. A las 10 de la noche, llegó un móvil policial con un oficio de la jueza: Ariel tenía vuelo para irse con su progenitor a Alemania a las 11 de la mañana del día siguiente. Dijeron que habían tenido una 'entrevista' con el nene, en el hotel de S.H, a las 7 de la tarde. Que allí le preguntaron si se quería ir con su padre y que, hipotéticamente, dijo que sí. ¿Qué iba a decir un niño de 6 años en esa situación? En todo caso, estaba claramente condicionado. Y andá a saber cómo se lo preguntaron, qué le dijeron". Ariel no volvió a ver a su madre ni a su hermana. Se fue sin sus cosas, sin “su juguete favorito”.
“Me volví loca”. Constanza no sabía a qué parte del país europeo se lo llevaban, no pudo hablar siquiera con él y entró en crisis. "La policía me decía que me calmara, que iba a empeorar las cosas”. Desde entonces, Mei y Constanza mantienen relación con Ariel por videollamada.
"La Justicia ignoró sus voces"
El 28 de julio de 2023, el Juzgado de Villa Dolores, en la provincia de Córdoba, ordenó la restitución de los menores a Alemania. Constanza Taricco apeló la decisión, denunciando una valoración errónea de la prueba y la falta de escucha efectiva a los niños. Sin embargo, el 21 de septiembre de 2023, la Cámara de Apelaciones de Córdoba confirmó la sentencia. Finalmente, el 25 de junio de 2024, la Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó el recurso extraordinario presentado por Taricco, declarándolo "inadmisible" sin emitir fundamentos.
Con esta decisión, quedó firme la sentencia que ordena la restitución de los niños y su traslado a Alemania. "Mis hijos expresaron claramente que no quieren irse, que su vida está acá y que separarlos de mí les genera un daño enorme. Pero la justicia ignoró sus voces", denunció Constanza.
"El progenitor presentó documentación falsa, incluyendo un domicilio en Alemania donde no reside. Las autoridades judiciales no verificaron esta información, lo que constituye una grave negligencia", explica el documento presentado ante la CIDH, en claro desbalance con la investigación “exagerada” que pesó sobre Constanza. Ella denuncia que el sistema judicial no consideró su rol como madre ni el contexto de violencia de género que vivió con S.H.
Además, reveló que Cancillería confirmó que no se había librado ningún oficio para que Ariel viajara a Alemania con su padre, lo que expone una grave negligencia del Estado argentino. "Yo había avisado que el domicilio que él declaró era falso, pero nadie lo verificó. Fueron demasiados errores".
Natalia Lescano respalda la denuncia y subraya que el Estado argentino incumple tratados internacionales al no garantizar una debida defensa para la madre ni un debido proceso para los niños. "Este caso expone la falta de perspectiva de derechos humanos en la aplicación del Convenio de La Haya. Argentina firmó este convenio, pero también es parte de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, que va por encima de cualquier otro tratado. Eso es lo supremo que se tiene que respetar, y no lo hicieron".
Lescano también destaca que el Estado argentino actuó como cómplice en este caso. "La Corte Suprema rechazó revisar el caso sin siquiera tomarse el tiempo de analizarlo. Los equipos técnicos y las autoridades judiciales ignoraron las pruebas presentadas por Constanza y desestimaron los testimonios de los niños. Es un sistema que falla y que criminaliza a las madres que intentan proteger a sus hijos".
Constanza también denuncia que el Estado no le brindó información sobre el paradero de su hijo ni garantías para su bienestar. "Nadie me llamó para decirme: 'Tu hijo llegó bien, está bien, empezó con la terapia y lo vamos a estar acompañando'. Tuve que contratar una abogada en Alemania e iniciar un proceso de régimen de visitas y custodia por mi cuenta. Es una negligencia muy fuerte del Estado para con un ciudadano argentino. Mi hijo nació en Argentina, y el Estado lo abandonó".
Esto también fue presentado como argumento de la denuncia ya que, tal como el documento expresa, "el Convenio de La Haya establece que, en casos de restitución internacional, deben garantizarse condiciones seguras para el retorno de los niños. En este caso, no se brindó ninguna garantía a la madre sobre el bienestar de sus hijos en Alemania".
"Acá hay un desvalor a la palabra de la mujer y falta de perspectiva de género en este proceso de restitución internacional", afirma Natalia Lescano, abogada de Constanza. "A la CIDH le estamos haciendo ver cómo procede la Argentina en situaciones de restitución internacional, vulnerando los derechos de los niños, a quienes no se los escuchó como se debería haberlos escuchado. No se puso un abogado del niño, a pesar de que estamos en un país y en una provincia donde existe una ley específica que lo garantiza. Hubo una forma de actuación típica del modelo tutelar que se supone que ya habíamos superado".
Constanza sigue luchando. "Quiero que se sepa la verdad. No soy una delincuente, soy una madre que protege a sus hijos. Mis hijos merecen crecer juntos, con su mamá, en un entorno seguro y amoroso". Mientras tanto, la CIDH tiene en sus manos un caso que podría cambiar la forma en que Argentina aplica el Convenio de La Haya. Porque, como dice Constanza, "los niños no son paquetes que se pueden enviar de un país a otro. Son personas con derechos, con voces que merecen ser escuchadas". Su caso se ha convertido en un símbolo de la lucha de muchas madres que enfrentan un sistema judicial que las desoye: “No voy a parar hasta que mis hijos estén juntos de nuevo', dice con determinación”.