Las tormentas eléctricas dejaron de ser una rareza estacional para convertirse en fenómenos cada vez más frecuentes, a los que debemos prestar atención para evitar pérdidas que van de lo económico a lo humano. En casi todas las regiones de la Argentina, los datos muestran una tendencia sostenida: hay más días con tormenta que hace 50 años. Lo que antes ocurría de forma esporádica, hoy se vuelve más común y, en algunos casos, más peligroso.
En zonas urbanas densamente pobladas como el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde conviven millones de personas con una vasta red eléctrica, telecomunicaciones y estructuras metálicas elevadas, las tormentas eléctricas implican un riesgo real y considerable. No sólo por los accidentes personales que pueden provocar, sino también por los cortes de luz, la destrucción de electrodomésticos, la afectación de las comunicaciones y las pérdidas económicas que pueden alcanzar los millones de pesos.
“El noreste es la región donde más creció la cantidad de días con tormenta, con un incremento promedio de 22,5 días por año. Le siguen Cuyo con 11,5, la región central norte con 9,5, la central sur con 5,5, el noroeste argentino con 2 y la Patagonia con 1,5”, comentó la vocera del Servicio Meteorológico Nacional, Cindy Fernández.
“Se considera tormenta cuando se escucha un trueno. Puede llover o no, pero si hay truenos, hay tormenta”, aclara. Y explica que la formación de nubes del tipo cumulonimbus —de gran desarrollo vertical— está asociada a la energía disponible en la atmósfera: “Eso, en general, quiere decir calor”.
A mayor temperatura, mayor capacidad del aire para retener vapor de agua, lo que se traduce en lluvias más intensas y más condiciones para la formación de tormentas. Este crecimiento se da en todas las estaciones del año, aunque es más pronunciado durante la primavera y el verano.
Respecto a las descargas eléctricas, Fernández aclara que se suelen confundir los términos. “Rayo es la descarga, ese canal de energía que va de nube a nube, al suelo o a un objeto. El relámpago es un fogonazo de luz. Trueno es el sonido que escuchamos después. Son tres formas distintas de percibir el mismo fenómeno”.
En zonas como el AMBA, donde hay una gran densidad de estructuras metálicas, antenas y edificios, las posibilidades de impacto directo pueden incrementarse, aunque la mayoría de los rayos no tocan el suelo, sino que ocurren entre nubes.
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Más tormentas, más riesgo urbano
La Dra. María Gabriela Nicora, investigadora del CONICET y jefa del Departamento de Electromagnetismo y Luz del CEILAP, coincide en el diagnóstico: “En gran parte del país está aumentando la frecuencia de días con tormentas”. Y aunque aún no se puede afirmar que las tormentas sean más intensas, hay una clara señal de crecimiento en la actividad eléctrica.
Según detalla, las zonas con más descargas eléctricas coinciden con regiones donde las condiciones para la formación de tormentas convectivas son frecuentes: Córdoba, el Litoral y el Noroeste Argentino (NOA). En el AMBA, si bien no es una de las regiones con más rayos por kilómetro cuadrado, su infraestructura y densidad poblacional vuelven a cada descarga potencialmente riesgosa.
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“Los rayos pueden provocar incendios, cortes de luz, dañar electrodomésticos o afectar las comunicaciones. Las aseguradoras reciben muchas denuncias por daños eléctricos tras tormentas”, señala Nicora. Y agrega: “Lo importante es que la infraestructura esté protegida con sistemas adecuados, y que las personas sepan cómo cuidarse”.
Sobre la relación con el cambio climático, Nicora advierte que, si bien no se puede afirmar de forma directa que haya más rayos, un planeta más cálido sí implica más condiciones para la formación de tormentas. “Esa relación todavía se está investigando. En Argentina trabajamos para entender cómo incide el cambio climático en la actividad eléctrica y qué impacto social puede tener”, concluye.
Qué daños provocan los rayos y cómo prevenirlos
Durante tormentas eléctricas, las descargas pueden causar subas repentinas de tensión en la red domiciliaria. Esto no sólo pone en riesgo electrodomésticos costosos, sino que también puede generar incendios o accidentes.
Por eso, Facundo Zinga (MN: R003326), electricista matriculado explica que existen tres niveles de protección:
1. Infraestructura general
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Contar con pararrayos en edificios o casas de gran altura permite desviar las descargas directamente al suelo.
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Mantener en condiciones el tablero eléctrico, con llaves térmicas, disyuntores y una instalación actualizada, es clave para evitar daños.
2. Dispositivos de protección
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Los descargadores de sobretensión transitoria se instalan en el tablero principal y desvían los picos de tensión hacia tierra.
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Los protectores de tensión individuales se colocan en los tomacorrientes y protegen electrodomésticos puntuales, como computadoras, televisores o heladeras.
Ambos dispositivos requieren una puesta a tierra bien ejecutada. Sin ella, su efectividad se reduce a cero.
3. Hábitos seguros durante una tormenta
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Desenchufar todos los artefactos eléctricos ni bien se aproxima la tormenta.
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Evitar ducharse o manipular griferías, ya que las cañerías metálicas pueden conducir electricidad.
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Alejarse de ventanas, puertas y estructuras metálicas.
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No usar teléfonos fijos ni manipular instalaciones eléctricas.
Tras ser consultadas, fuentes del ENRE (Ente Nacional Regulador de la Electricidad) en relación a los daños en electrodomésticos: “cuando el daño se produce a partir del impacto de un rayo, eso se considera caso de fuerza mayor, y no es atribuíble la responsabilidad del mismo a la distribuidora”.
Por otra parte, “cuando el daño se produce a partir de una falla en las instalaciones operadas por la distribuidora, la responsabilidad recae en la empresa y debe hacerse cargo de la reparación o reposición de los artefactos dañados. Si la empresa le responde al usuario de manera desfavorable o no le responde, el usuario puede iniciar un reclamo ante el ENRE completando este formulario” respondieron desde el organismo.