Alejandro “Marley” Wiebe encendió las alertas al revelar que se opuso a una intervención durante el parto por vientre subrogado -al que accedió para convertirse en padre por segunda vez- y generó polémica por la falta de respeto de la gestante y perspectiva de género. Profesionales y referentes del parto respetado en la Argentina cuestionaron el accionar del conductor que podría haber puesto en peligro la vida de la gestante y el procedimiento de una práctica que es ilegal en nuestro país.
Durante una reciente entrevista, Marley contó detalles sobre el parto de su hija ocurrido el 28 de diciembre de 2024 en Oklahoma, Estados Unidos, a través de gestación subrogada y reveló que tuvo complicaciones por lo que debieron asistir a la gestante porque estaba en riesgo de vida. Sin embargo, contó que el médico le consultó a él si quería que la intervenga a lo cual se opuso “porque quería un parto natural”. Finalmente, debió acceder porque la mujer perdía mucha sangre, según él mismo relató.“Había mucho sangrado y me habló de un aparato que parece una aspiradora para acelerar el momento. Yo quería que fuera un parto natural”, contó.
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Ante este relato, profesionales de la salud y referentes del parto respetado en la Argentina cuestionaron el accionar del conductor y su “poder sobre la vida de la gestante” como también la ética profesional durante el parto subrogado. Hicieron referencia a la ausencia de la voz de la embarazada y el trato respetuoso del binomio madre-hijo. Asimismo, se generó un planteo profesional sobre cuáles son las condiciones que deben cumplirse para acceder a dicho tratamiento, que actualmente no es ilegal en nuestro país.
En este marco, el ginecólogo y obstetra, Carlos Psevoznik, cuestionó el procedimiento y sostuvo que “los inconvenientes surgen cuando no hay un marco legal regulatorio que no solo contemple el derecho de la persona que busca ese hijo sino también, y por sobre todo, los derechos de la receptora”. Remarcó que “está claro que salvo excepciones no es solidaridad sino una transacción comercial y el lugar de la gestante suele ser poco considerado, ya que es sin dudas la parte más débil de la cadena, siendo sometida muchas veces, por no decir todas, a contratos abusivos quedando a merced de la buena voluntad del contratante”.
En este sentido, se refirió al relato del conductor y apuntó que más allá de las implicancias médico legales preguntarle sobre el procedimiento al pagador “es una muestra de todo lo que no debe hacer un médico en ese momento”. “Al ser un procedimiento oneroso, que mueve grandes sumas de dinero, se presta a negociaciones espurias de todo tipo” y apuntó que “la mujer que lleva el embarazo no suele recibir más del 5% del total del paquete”.
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En coincidencia, el jefe de la División Obstetricia del Hospital de Clínicas de la UBA (MN 69.333), Darío Didia, cuestionó el accionar de Marley y reflexionó sobre la importancia del binomio durante el proceso de parto y enfatizó que debe ser la prioridad. “Siempre que uno tiene estos casos (necesidad de una intervención) tiene que tener en cuenta los tres participantes, la mujer que pone el óvulo, el hombre que pone el espermatozoide y la mujer que pone el vientre en este caso. Entonces, de esta manera hay que compartir las decisiones con los estos tres protagonistas dentro de lo que sería la sala de parto o el parto en este caso”, enfatizó.
“Lo que hay que tener en cuenta es la opinión de los tres y buscar el mejor resultado médico para el binomio, entre la madre y el hijo. Me parece que cuando uno alquila un vientre no lo hace dueño de la persona, la persona en cierta medida también está haciendo más allá de lo económico un favor porque no es sencillo tomar la decisión de alquilar el vientre”, agregó.
En coincidencia, Graciela Stuchlik, referente del parto respetado, criticó al conductor y del profesional de la salud y sostuvo que “existe una ausencia de perspectiva de género en el procedimiento que parecería un trámite”. “No hubo cuidado de la mujer y en su discurso el conductor demuestra una postura en la que él decidía sobre el cuerpo de la gestante”, apuntó.
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“En su discurso no aparece ni nombrado el cuerpo ni la mujer como persona y esto representa simbólicamente que ese cuerpo es un objeto y ni siquiera tuvo relevancia su opinión sobre lo que necesitaba y lo que estaba pasando durante el parto. Faltan muchas miradas amorosas y de respeto en este parto y parecería un trámite”, cerró.
Psevoznik lanzó un cuestionamiento clave a la hora de pensar en el vientre subrogado: “Una pregunta sin una respuesta clara aún cuales son las condiciones que deben cumplirse para acceder a dicho tratamiento. Hoy parece que la única es contar con el dinero para costearlo”.