El Ministerio de Salud de la Nación dio a conocer que pondrá en marcha un nuevo esquema de ingreso a residencias médicas que, según anunció, eliminará presuntas ventajas que el sistema vigente otorgaría a profesionales formados en otros países. Para esto, modificará el esquema de evaluación, otorgándoles cinco puntos extras “a quienes rindan el Examen Único de Residencias habiéndose formado en el país”.
Pero según un documento que firman Martin Recanatti, doctor en sociología (Eidaes-Unsam), Emiliano Lopez, médico clínico graduado en la UBA y especialista en gestión pública (Untref), y Claudio Ortiz, médico especialista en Salud Pública, la decisión está basada en premisas falsas y desvía la atención del verdadero problema que disuade a los graduados de comprometerse con el entrenamiento en una especialidad, que no es la competencia en inferioridad de condiciones con profesionales formados en otro país, sino la degradación de los sueldos y condiciones laborales.
“Si bien es cierto que hay un número de residencias ocupadas por extranjeros –dice López, que fue director nacional de Talento Humano del Ministerio de Salud de la Nación entre 2020 y diciembre de 2023–, no es porque la competencia es desleal. Los que venimos trabajando el tema desde hace muchos años lo que vemos es que muchos argentinos no eligen ciertos lugares porque las condiciones son malas, el trabajo es excesivo…”
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De acuerdo con López, Recanatti y Ortiz, aunque los médicos de países vecinos llegan con un promedio de la carrera un poco más alto, lo mismo les sucede a egresados de las insituciones privadas. Por otra parte, en el examen les va bastante peor que a los de las universidades nacionales. “Entonces, no tienen chance de competir, no pueden entrar, por ejemplo, en un puesto del Garrahan; solo puede hacerlo si un argentino no lo quiere ocupar –afirma el especialista–. Lo que está pasando y es grave, es que hay muchos argentinos que no están eligiendo nuestras residencias porque pueden ganar lo mismo o más haciendo otras cosas. [Con esta medida] no están favoreciendo a los argentinos; están desfavoreciendo a los extranjeros, eso sí. No es verdad que los argentinos no consiguen residencias porque no les da la nota”.
La modificación del esquema de evaluación fue comunicada por el Ministerio de Salud de la Nación a través de su página oficial (https://www.argentina.gob.ar/noticias/los-medicos-formados-en-argentina-tendran-prioridad-en-las-residencias) y redes sociales. Allí informan que “el actual sistema no contempla las marcadas diferencias entre el sistema educativo argentino y los del exterior, lo que genera una desventaja inaceptable para nuestros médicos”.
Una lectura rápida lleva a pensar que se beneficiará a profesionales formados en el país y que “los extranjeros” son la causa de un problema que se viene arrastrando desde hace años, pero que se hizo visible para la opinión pública a partir del conflicto en el Hospital Garrahan y otros. Pero los autores del documento argumentan que esto es una falacia, ya que el contraste no se da entre local y foráneo, sino entre los aspirantes de universidades públicas y los de otras instituciones.
Hasta ahora, para acceder a las residencias que permiten formarse en una especialidad médica, los aspirantes debían atravesar un examen de múltiple opción de 100 preguntas. El “orden de mérito” dependía del resultado de esta prueba escrita por 0,5 más el promedio de la carrera. “En esta fórmula, el examen representa el 83,33 % del resultado del ranking y el promedio de la carrera representa el 16,67 %. Es decir, el examen tiene un peso cinco veces mayor que el promedio”, detallan.
Efectivamente, los que se formaron en instituciones extranjeras, pero también privadas, tienen un promedio de la carrera más alto que los postulantes formados en universidades nacionales. Pero sucede que las notas que obtienen estos últimos en el examen de admisión superan en por lo menos cinco puntos a los formados en instituciones privadas y en unos 15 puntos a los que provienen de instituciones extranjeras. “Es decir, que si se tiene en cuenta el peso que tiene el promedio (menor que la nota) y el resultado de la nota del examen (superior de aquellos que estudiaron en instituciones nacionales), no existe tal desventaja para nuestros estudiantes por sobre los extranjeros”, agregan. Esto es lo que muestra información pública sobre “Caracterización Sociodemográfica de Postulantes que Rindieron el Examen Único”, del Observatorio Federal de Talento Humano en Salud, creado a finales de 2022.
En los últimos tres años, la proporción de inscripciones de extranjeros en el Concurso Unificado varió entre el 21 y el 29%.
Por eso, destacan que el argumento de la “desventaja inaceptable” es falaz. “Hay información concreta, puntual en el tablero de información que creamos nosotros y está en la página del Ministerio de Salud, donde se pueden ver las notas de los formados en el exterior, de los privados y de los de universidades nacionales. Ahí se ve que las notas de 2024 de los egresados de estas últimas rondan los 67 puntos, pero para los formados en el exterior el promedio es de unos 50. O sea, como 15 puntos de diferencia. Les va peor. No porque sean menos inteligentes ni nada de eso, tiene que ver con que el examen está formulado sobre los programas que tienen nuestras universidades públicas. No nos estaban sacando los puntos. Eso no es real”.
Para los especialistas, si lo que se pretende es valorar “el esfuerzo de nuestros médicos”, el gobierno debería garantizar y fortalecer el financiamiento del sistema universitario nacional, generando las condiciones para seguir formando a profesionales de excelencia. “Lo realmente importante es hacer que las residencias sean un lugar convocante, de interés, como sucedía hace 30 años –comenta López–. Yo hice mi residencia en el Hospital de Clínicas. Uno sentía que quería hacerlo, disputaba un lugar. Hoy, en CABA los residentes cobran 1.300.000 pesos mensuales, en la Provincia de Buenos Aires, 1.200.000 pesos, en los hospitales nacionales, 700.000 u 800.000 pesos…”
“En escenarios marcados por la crisis o el malestar social, estas dinámicas encuentran en la migración un blanco funcional, útil para desviar la atención de conflictos estructurales internos. Lo paradójico del caso es que estamos ante un gobierno que, por un lado, adopta posturas que aparentan proteger a los profesionales argentinos frente a una supuesta amenaza extranjera, articulando discursos xenófobos, medidas discriminatorias y estrategias para desalentar la inmigración, incluso la de profesionales de la salud, y por otro, implementa políticas públicas orientadas al vaciamiento y la desfinanciación del sistema educativo, sanitario y del estado nacional en su conjunto”, sintetizan.
Por otro lado, tampoco es cierto, como comentó el presidente en una entrevista televisiva, que en otros países los residentes no reciban pago o incluso paguen para hacerlas, sino que reciben un sueldo. Si en realidad se pretende asegurar que quienes se formaron en el país continúen el camino de la residencia, no deben hacer más que dar lugar a los reclamos de las y los residentes, a los del Hospital Garrahan, a los del Hospital Bonaparte y de todas las residencias a las que descartan con las medidas implementadas de público conocimiento, aclaran. “Ahora, vos vas a cualquier sanatorio u hospital público después de las 12 del mediodía y te va a atender un/a residente –dice López–. Está naturalizado, pero no se reconoce en términos remunerativos. Ni en Israel, ni en los Estados Unidos, ni en Alemania, ni en España, ni en México los residentes pagan por entrenarse como especialistas. Les pagan”.
La decisión de modificar el esquema de evaluación de residencias todavía no se reglamentó, pero sería parte de una estrategia que avanzaría con dejar de financiar las residencias, lo que implicaría un retroceso de más de 20 años. “Hoy, el financiamiento forma parte de la partida presupuestaria del Ministerio, pero eso se lo van a pasar a los hospitales. Si ocurre eso será un hito –explica López–. Porque en realidad las residencias les importan a quienes puedan contratarlos de manera más flexible, que son las instituciones privadas. Es lo que venimos viendo”.
El documento concluye con una advertencia: “Inclinar la cancha en contra de residentes extranjeros puede derivar en otra forma (una más) de despoblar nuestros hospitales públicos, como medida para justificar su desmantelamiento y más privatización, o estimular la oferta de trabajadores disponibles, para instituciones que mantienen políticas de flexibilización laboral. Si queremos revertir las tendencias sobre la falta de elección de residencias, las propuestas deben ser serias, reales, informadas y construidas por todos los actores que hoy participan en la formación de profesionales de la salud en nuestro país, en particular incluyendo a los y las residentes, y no con eslogans falaces”.