Por qué el papa Francisco no veía televisión desde 1990

Tras la muerte del sumo pontífice, Jorge Bergoglio, se dieron a conocer diferentes aspectos personales de su vida privada. 

21 de abril, 2025 | 18.43

En una entrevista íntima y llena de revelaciones, el recientemente fallecido Papa Francisco confesó que no veía televisión desde 1990, una decisión que tomó por una promesa personal. Fue durante la noche del 15 de julio de ese año cuando Jorge Mario Bergoglio, entonces sacerdote, le hizo una promesa a la Virgen del Carmen: dejar de mirar televisión. Y desde entonces la cumplió.

La entrevista, publicada por el diario argentino La Voz del Pueblo, de la ciudad bonaerense de Tres Arroyos, también dejó entrever el lado más humano del Pontífice. Francisco admitió que no navegaba por internet y que solo leía un periódico, La Repubblica. Incluso se enteraba del estado de su querido San Lorenzo, el club de sus amores, por boca de un guardia suizo que le actualizaba la tabla cada semana.

Cuándo se elige nuevo Papa: la fecha estimada

En medio del luto por la muerte del Papa Francisco, ocurrida en la madrugada del 21 de abril, la Iglesia Católica ya se encuentra organizando el complejo proceso que llevará a la elección de su sucesor. La noticia del fallecimiento del pontífice argentino conmocionó al mundo entero, pero también activó un protocolo milenario en el Vaticano: la Sede Vacante. Esta etapa marca la ausencia de un Papa en funciones y habilita al Colegio Cardenalicio a comenzar con los preparativos para un nuevo cónclave.

El funeral de Francisco se desarrollará entre el cuarto y sexto día desde su fallecimiento, y el velatorio se extenderá por tres jornadas consecutivas. Mientras tanto, los cardenales del mundo empiezan a ser convocados a Roma, donde se definirá quién será el nuevo líder espiritual de más de 1.300 millones de católicos. Se estima que el cónclave se iniciará entre 15 y 20 días después del fallecimiento del Santo Padre, lo que sitúa la fecha clave para la elección en algún momento previo al 17 de mayo.

Este proceso será seguido con atención por fieles, medios y líderes políticos alrededor del planeta. Entre los nombres que suenan como posibles sucesores se encuentran seis cardenales que ya circulan como favoritos, aunque como suele suceder en la historia del Vaticano, el elegido podría ser una sorpresa.

Cómo y dónde se celebra el Cónclave papal: qué significado tiene

El cónclave, que se celebra en la Capilla Sixtina, es una tradición centenaria que conjuga espiritualidad, secreto y simbolismo. Solo los cardenales menores de 80 años tienen derecho a votar. Durante el cónclave, estos cardenales permanecen completamente aislados del exterior para garantizar la pureza del proceso y evitar cualquier tipo de presión o influencia externa. La votación se realiza en estricto secreto y se necesita una mayoría de dos tercios para que un candidato sea electo Papa.

El protocolo papal estipula que si ningún candidato obtiene la mayoría requerida, las papeletas se queman y el humo que sale de la chimenea es negro, señal de que todavía no hay decisión. En cambio, cuando se llega a un acuerdo, el humo blanco anuncia al mundo que hay un nuevo pontífice. Poco después, el cardenal protodiácono aparece en el balcón de la Basílica de San Pedro para pronunciar la emblemática frase: Habemus Papam.

En 2013, ese momento marcó la elección del cardenal Jorge Bergoglio como el primer Papa latinoamericano, un hecho que transformó el rostro de la Iglesia Católica en el siglo XXI. Su sucesor, a elegir en las próximas semanas, no solo heredará el papado sino también los desafíos de una institución en tiempos de cambio.

La atención mundial estará puesta en cada paso de este proceso, que conjuga tradición, oración y política interna del Vaticano. Mientras se suceden los homenajes y misas en memoria de Francisco, el mundo católico ya empieza a mirar hacia adelante, esperando al nuevo guía que tendrá la misión de continuar con el legado de fraternidad, cercanía y justicia social que caracterizó al pontífice argentino.

La elección de un nuevo Papa no solo representa una transición en la jerarquía eclesiástica, sino también una oportunidad para marcar el rumbo futuro de la Iglesia. En un mundo convulsionado, la figura del próximo Pontífice será clave para tender puentes, promover el diálogo interreligioso y renovar el vínculo con los fieles, especialmente los jóvenes.