En medio de la gran variedad de joyas arquitectónicas que se encuentran en Buenos Aires, hay un palacio que data de 1930 que puede visitarse gratis. En el corazón de Vicente López, a pocos minutos de la Ciudad de Buenos Aires, se erige este tesoro que fusiona historia, arte y cultura. Ubicado en Gaspar Campos 861, fue declarado de interés municipal y se encuentra en proceso de ser reconocido como Patrimonio de Interés Nacional.
Se trata del Museo Palacio Raggio, un palacio que llama la atención por su belleza pero más por su peculiar historia. La misma se remonta a 1913, cuando fue adquirido por Lorenzo Raggio, un empresario ítalo-argentino, como residencia de verano para su familia. Tras su fallecimiento, su hijo Rómulo Raggio heredó la propiedad y la transformó, junto a su hermano Andrés, en una residencia de estilo academicista francés. La familia Raggio se destacó por su compromiso con la ciencia y el arte, realizando importantes donaciones, como la de las Escuelas Técnicas Municipales Raggio.
En 1961, Miguel Raggio fundó la Fundación Rómulo Raggio, inicialmente dedicada a la investigación botánica. El 30 de agosto de 1983, la fundación inauguró el Museo de Arte de la Fundación Rómulo Raggio, que Miguel dirigió hasta su fallecimiento en 2007, y que hoy en día sigue en funcionamiento.
Actualmente, el museo ofrece una amplia variedad de actividades culturales, incluyendo exposiciones de arte, conciertos, talleres y visitas guiadas. Destaca el salón de música, adornado con un marouflage del artista francés Marcel Jambon, conocido por su trabajo en la Ópera de París y el Teatro Colón. El jardín que rodea el palacio alberga esculturas y árboles centenarios, como jacarandás, tipas y cedros, creando un oasis de tranquilidad en medio de la ciudad.
MÁS INFO
El Museo Palacio Raggio abre sus puertas de lunes a viernes de 13 a 17, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de sumergirse en la historia y el arte en un entorno único. Para más información sobre actividades y eventos, se puede consultar su cuenta de Instagram.
Un pueblo de Jujuy estuvo incomunicado hasta 2008 y ahora es un destino turístico
Hasta no hace mucho, llegar a Caspalá era una verdadera travesía. Este pequeño pueblo jujeño, ubicado a más de 3.000 metros de altura en el departamento Valle Grande, permaneció prácticamente desconectado del resto del país hasta 2008. Por entonces, el acceso era posible solo a pie o a caballo, a través de estrechos senderos de montaña que desafiaban incluso al viajero más experimentado. Sin embargo, lo que en su momento fue una desventaja, hoy se convirtió en uno de sus mayores atractivos: la posibilidad de encontrarse con un rincón intacto en el tiempo, donde la tradición y la naturaleza conviven en armonía.
Con apenas 350 habitantes y rodeado por la majestuosidad de los cerros y el río Caspalá, este pueblo se transformó en un emblema del turismo rural y sostenible. Sus calles empedradas, sus casas de adobe con techos de paja, y la cálida hospitalidad de su gente permiten vivir una experiencia auténtica, lejos del bullicio y el ritmo acelerado de las grandes ciudades. No hay hoteles de lujo ni grandes desarrollos turísticos: los visitantes se alojan en casas familiares, lo que les permite compartir de cerca la vida cotidiana de la comunidad.
El gran punto de inflexión en su historia fue la construcción de la Ruta Provincial 73, inaugurada hace 15 años. Con sus 115 kilómetros de curvas y paisajes imponentes, esta vía finalmente conectó a Caspalá con Humahuaca y el resto de Jujuy. A partir de entonces, el pueblo comenzó a abrirse al mundo sin perder su esencia.
El reconocimiento internacional no tardó en llegar. La Organización Mundial de Turismo lo distinguió con el cuarto puesto entre las “Mejores Villas Turísticas del Mundo”, destacando sus valores culturales, su respeto por el entorno natural y su promoción de un estilo de vida rural y comunitario. Este galardón no solo impulsó el turismo, sino que también fortaleció el orgullo de los caspaleños por su tierra y su historia.