Ricardo Vilca fue mucho más que un maestro rural de Humahuaca: con su guitarra y su estilo único en el folklore, logró conquistar a figuras del rock nacional como León Gieco, Ricardo Mollo y Skay Beilinson. Este músico jujeño, fallecido en 2007 a los 53 años, dejó un legado musical que hoy se redescubre gracias al documental "Vilca, la magia del silencio", estrenado en la plataforma kinoa.tv.
El film, dirigido por Ulises De la Orden y Germán Cantore, recorre la vida del autor de temas como "Guanuqueando" –que Divididos popularizó– y revela cómo Vilca supo combinar los ritmos ancestrales de la Quebrada con la música clásica y barroca, creando una obra que trasciende las fronteras regionales. Según De la Orden, "Ricardo Vilca fue uno de los artistas más trascendentes del noroeste argentino de las últimas décadas", aunque por años su música permaneció oculta en el silencio de la Puna.
Con una trayectoria marcada por la humildad y la conexión con su tierra, Vilca fue profesor de música en comunidades alejadas de Jujuy durante 16 años. Recorrió parajes, escuelitas precarias y caminos de ripio en su moto, enseñando y transmitiendo su pasión a niños y jóvenes. Su música, que mezclaba lo social con la historia milenaria de la región, se reflejó en canciones instrumentales como "Llamita", inspirada en esos viajes docentes entre llamas y montañas.
Además de su labor pedagógica, Vilca desarrolló una carrera musical que lo llevó a grabar discos como líder de "Ricardo Vilca y sus Amigos", con álbumes como La Magia de mi raza (1993), Nuevo día (2000) y Majada de sueños (2003). Su estilo, alejado de las convenciones del folklore tradicional, despertó admiración y también rechazo en algunos sectores, pero conquistó a músicos de renombre que lo invitaron a compartir escenarios y grabaciones.
Una de las anécdotas más conocidas es la relación con Ricardo Mollo, quien quedó fascinado con "Guanuqueando" hasta el punto que muchos creen que es un tema de Divididos. "Después de escuchar ‘Guanuqueando’, Mollo lo buscó por toda la Puna, lo encontró, lo invitó, ensayaron y se subieron juntos al escenario", recordó el director del documental. También Skay Beilinson lo invitó a tocar en Cosquín Rock 2004, tras quedar embelesado por su sensibilidad y sus ritmos andinos.
La historia de Ricard Vilca
León Gieco, otro gran admirador, le puso letra a su tema "Plegaria de sikus y campanas", rebautizándolo como "Rey mago de las nubes". Esta canción, que Vilca solía interpretar en la Fiesta del Tantanakuy en Humahuaca, refleja la conexión espiritual con su tierra, donde el sonido de las campanas y la música están presentes desde la cuna.
El documental también muestra la faceta más humana y sencilla de Vilca. En una entrevista, contaba que su profesora de música le dio el "arroz con leche", porque tocaba la guitarra con la mano derecha pero la melodía salía con la izquierda, lo que dio origen a su particular forma de componer. Asimismo, se lo ve ofrendando a la Pachamama, simbolizando su profundo respeto por las tradiciones y el paisaje puneño.
Su vida estuvo marcada por un constante equilibrio entre la bohemia y la necesidad de soledad. En Humahuaca creó "El árbol de la amistad", una reunión que sus hijos continúan celebrando con guitarreadas y comidas típicas. "Él priorizaba la idea de compartir con el otro, porque Vilca básicamente era el encuentro", sintetizó Gabriel Plaza, periodista y voz del documental.
