El gobierno de Javier Milei sigue con su contabilidad creativa para mostrar resultados gaseosos. Esta vez lo hace con anuencia del Fondo Monetario Internacional. El organismo dio el visto bueno al equipo económico que conduce el ministro Luis Caputo para tomar más deuda con la cual cumplir con los requisitos mínimos de reservas que le impuso para ampliar su préstamo al país en 20.000 millones de dólares. El Gobierno no tiene un plan económico ni productivo que redunde en un ingreso genuino de divisas, a lo que se suma la restricción autoimpuesta de mantener un dólar atrasado –para que parezca que las condiciones financieras son estables—, con lo cual incrementar la bola de nieve de deuda es la única política en agenda de los “cráneos” de La Libertad Avanza. Como sucedió durante la administración macrista, la emisión contra deuda volverá a generar un cúmulo de pesos sin respaldo –cuando se fuguen los dólares que ingresaron al carry trade—, lo que presionará sobre el tipo de cambio, aún más que en la actualidad.
Cuando el humo libertario se disipe quedará la herencia concreta, la cual se presenta como una de las peores –sino la peor—de la historia argentina. Mientras siguen los anuncios vacuos con los que Milei se envalentona para maltratar y amenazar a periodistas y economistas que alertan sobre la inminente debacle, se sigue alimentando una burbuja financiera que, cuando estalle, dejará al país contra las cuerdas y sin posibilidad de reacción.
El problema incorpora un componente geopolítico que complica la posibilidad de apartar la hojarasca humeante. Estados Unidos necesita un socio “bobo” y adoptó a Milei, su más ardiente fan, para hacer pie en la región. Esto derivó en que el FMI vuelva a ser la vista gorda con la Argentina en sus problemas y le amplíe casi un 50 por ciento el préstamo que tomó Macri y que otros organismos, incluso el Tesoro estadounidense, le den fondos frescos, líneas de contingencia o un “blindaje” para la ficción del dólar estable.
Otro préstamo político
El Gobierno y el FMI firmaron un acuerdo bajo la Facilidad Extendida (EFF) por 20.000 millones de dólares a cuatro años, con las condicionalidades habituales para estos casos. Con el ajuste salvaje llevado a cabo por Milei en el gasto, las metas de déficit y emisión de pesos ya están sobre-cumplidas y solo queda la de acumulación de reservas, clave para diagnosticar la capacidad de pago del país deudor. La meta es acumular 5.000 millones de dólares en reservas netas para junio de 2025.
Las revisiones de ese objetico serán trimestrales en junio, septiembre y diciembre de este año, y marzo de 2026, con desembolsos de 700 millones de dólares en cada una de las siete revisiones hasta 2029. El incumplimiento podría suspender los desembolsos, presionando las reservas y el tipo de cambio. El organismo, en su panorama global publicado este lunes, advierte que el comercio exterior –diferencia entre exportaciones e importaciones—será deficitario este año, lo que implica que habrá mayor gasto de divisas que ingreso de dólares en el Banco Central.
En el reporte de octubre pasado, el organismo esperaba que el país tuviera tanto en 2025 como en 2026 un superávit comercial de 0,6 por ciento del PBI. En el documento de abril cambió su estimación por un déficit comercial de 0,4 por ciento en 2025 y uno de 0,3 por ciento en 2026.
Sin incentivos para liquidar, con un dólar que se atrasa cada vez más frente a una inflación que no logran frenar, los exportadores de granos seguirán reteniendo su cosecha (al menos, la parte que no necesiten para cumplir con sus compromisos). La baja en el precio del crudo en medio de la guerra comercial que desató el esquema de aranceles que impone Donald Trump reducirá además el saldo energético. La pregunta es de dónde sacará el Gobierno los dólares para pagar la deuda y cumplir con las metas de acumulación de reservas.
Milei y el equipo económico afirmaron con mucha contundencia en los últimos días que el Central solo comprará dólares en el piso de la banda. Es decir, a valores de hoy, solo lo haría si los oferentes aceptan desprenderse de sus divisas a 1.000 pesos y convalidar un valor absurdamente bajo que profundiza el atraso cambiario. Frente a este escenario, cobra relevancia la posibilidad de cubrir con préstamos fuera del otorgado por el FMI la meta de reservas.
El inflador de Caputo
El programa de facilidades extendidas tiene, como es habitual en los programas del FMI, metas de reservas netas. El stock a fin de 2024 era negativo en 2.200 millones y al martes de la semana pasada era negativo en 9.400 millones. El Fondo exige tener un saldo negativo de 2.700 millones hacia el 13 de junio, es decir, 6.700 millones más que antes del desembolso. Para fin de año el Fondo pide tener reservas netas positivas de 1.800 millones de dólares, es decir, 11.200 millones más que el último martes.
“El FMI aclara en la página 101 de su informe que los desembolsos realizados por el organismo durante este año se contarán como pasivos del BCRA a la hora de medir reservas netas, una manera de decir que la acumulación de dólares tiene que ser en exceso de lo girado por el Fondo”, señala el informe de la consultora 1816. El organismo aclara que los objetivos de reservas netas deben cumplirse neteando todo lo que ocurra con los precios internacionales de los activos y monedas que componen el activo y el pasivo en moneda extranjera del BCRA. Esto significa que si el oro, los DEGs o los yuanes se mueven de precio y eso altera el stock de reservas netas, las metas se ajustan en igual cuantía.
Sin embargo, abre la puerta a que se computen fondos desembolsados por otros organismos. El Gobierno informó oficialmente que espera desembolsos de organismos (sin el FMI) por 3.600 millones en los primeros dos meses de la flexibilización del mercado cambiario. El miércoles de la semana pasada entraron al país los primeros 1.500 millones de dólares del Banco Mundial. “Como el FMI habilita a contar adentro de las reservas netas los giros acumulados de organismos por 3.061 millones de dólares hasta fin de junio (ver cuadro) y el Ministerio de Economía dice que llegarán 3.600 millones hasta la mediados de año, podemos asumir que el país podrá contar un flujo de 2.796 millones que servirá para acercarnos a la diferencia que había entre el stock de reservas al último martes y el stock de reservas de la meta de junio”, estima el documento de 1816.
En la otra columna del balance del BCRA se acumulan los vencimientos. Hasta el 13 de junio, próxima meta de reservas, el país debe pagarle algo más de 600 millones de intereses al FMI en mayo y cerca de 600 millones a otros organismos, entre capital e intereses. A esos números habría que sumar los casi 450 millones que tendrá que pagar el Banco Central por los vencimientos de Bopreal en los próximos 60 días. Si el Tesoro o el Central fueran a emitir deuda externa al sector privado, el Staff Report en su página 102 aclara que los primeros 1.500 millones de dólares de emisión bruta implicarán un ajuste al alza de la meta de reservas. “En otras palabras, si el BCRA consigue un repo por 2.000 millones de dólares, como ya pre anunció, solo 500 millones acercarán al país a su meta de reservas”, agrega la consultora.
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“Aun teniendo en cuenta que el país podrá sumar los desembolsos de organismos (sin FMI) para acercarse a su meta de reservas netas, el sector público necesitará acumular en el mercado único y libre de cambio o vía emisiones de deuda (adicionales al REPO) unos 5.100 millones de dólares en menos de dos meses para poder cumplir con el primer objetivo trimestral que impuso el Fondo”, agrega 1816.
En un contexto en el que el superávit comercial viene cayendo, la capacidad del Gobierno de comprar reservas en el corto plazo dependerá de la voluntad del agro de vender rápido la cosecha, pero también de la política monetaria del BCRA. De mantenerse esta política monetaria agresiva y la ficción de la estabilidad cambiaria, es de esperarse que las tasas de interés en pesos en términos reales vayan creciendo y el tipo de cambio se vaya apreciando, habilitando compras del BCRA. En el mismo sentido, la eventual colocación de Bopreal por 3.000 millones de dólares, en caso de no hacerse contra emisión de pesos por otro concepto, también podría afectar las condiciones de liquidez, impulsando la apreciación de la moneda.
Este combo deja una burbuja que solo se sostiene bajo un esquema piramidal de ingreso de fondos frescos constantes. Cuando se corte la cadena de la bicicleta de Caputo y los inversores golondrina se lleven los dólares –ampliados por el carry trade—en la Argentina quedará una bola de pesos sin dólares de respaldo y un cúmulo de deuda aún más insostenible. Cuando se anunció el ingreso de dólares el Gobierno deslizó en los medios la idea de una supuesta “neoconvertibilidad”, para dar cuenta de un esquema de base monetaria fija con un respaldo (dólares) que crecen. Por lo pronto, lo que se prevé es un final que puede ser todavía más traumático que el que dejó el sostenimiento del “uno a uno” que instauró el ex ministro de Economía Domingo Cavallo.