La pérdida de 1637 millones de dólares de las reservas del Banco Central en apenas diez jornadas hábiles no es otra cosa que una corrida cambiaria.
Esto es lo que está padeciendo el gobierno de Javier Milei en estos días pese a que el ministro de Economía, Luis Caputo, sigue confundido.
Afirmó que no hay corrida porque no suben las cotizaciones de los dólares financieros sin mencionar las intervenciones oficiales, vía el Banco Central y el Banco Nación, en el mercado secundario de bonos para evitar el aumento.
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La prueba de la existencia de la corrida es la desesperación por frenar la sangría de reservas con el reiterado anuncio de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
La estrategia oficial para conseguir este objetivo es tan desordenada e imprecisa que cada intervención pública de Milei y Caputo solo incrementa el grado de incertidumbre dominante entre financistas, acelerando la corrida.
El viernes, el Banco Central siguió entregando dólares a un precio barato, teniendo en cuenta que existe consenso en que habrá un ajuste al alza del tipo de cambio oficial, al vender 192 millones de dólares.
El riesgo de un colapso cambiario
El ministro de Economía, Luis Caputo, afirmó en la XXIII Conferencia Anual sobre Regulación y Supervisión de Seguros en América Latina, en la Bolsa de Comercio, el jueves a la mañana, antes de la apertura de los mercados, que no había corrida cambiaria porque los dólares financieros subieron poco.
Caputo no iba a participar de este evento pero pidió participar con la expectativa de que sus palabras iban a frenar la corrida. No lo logró.
Una corrida no se define por el alza de las cotizaciones del billete verde, sino por la cantidad de dólares que tiene que entregar el Banco Central para evitar la suba.
Cuando aumenta el precio es porque la entidad monetaria se queda con pocas divisas de intervención. En este caso, la corrida se profundiza cuyo desenlace es el colapso cambiario.
No es la situación actual, pero si se demora el acuerdo con el FMI con el correspondiente desembolso inicial, y si Milei y Caputo continúan haciendo declaraciones desde nebulosas hasta ridículas, este riesgo se agiganta.
Informan que el paquete total será de 20 mil millones de dólares, pero no se saben los montos de cada tramo de los desembolsos, a cuánto ascenderá el primero de ellos, la suma de libre disponibilidad para intervenir en el mercado cambiario, ni cómo será la nueva política cambiaria.
¿Cuál será el monto del desembolso inicial del paquete financiero del FMI?
Demasiadas dudas para frenar la corrida cambiaria, además aparece un dato clave (el monto del desembolso inicial) que neutraliza la capacidad de aliviar tensiones en el momento del anuncio del acuerdo: cuántos de esos dólares del FMI podrá utilizar el Banco Central sin restricciones.
La consultora de la city 1816 informó que, de los 311 programas aprobados por el FMI desde el año 2000, en el 59% de los casos el primer desembolso no llegó al 20% del monto total del programa (que, en este caso, es de 20.000 millones de dólares) y, en el 92% de los casos, ese primer desembolso no llegó al 50% del monto total.
De los 85 programas firmados por el Fondo desde el año 2018, solo tres tuvieron un primer desembolso superior al 50% del programa y, en ninguno de esos casos, el monto de ese primer desembolso llegaba, en términos absolutos, a los 2000 millones de dólares.
Concluye que “en otras palabras, parece claro que Argentina está buscando una vez más un trato especial por parte del organismo”, porque Caputo reclamó un elevado porcentaje del desembolso inicial del paquete global de 20 mil millones.
Los 6000 millones de dólares estimados como giro inicial representan el 30% del total, en línea con la política tradicional del Fondo.
Cuándo empezó esta corrida cambiaria
La fuga del peso no es una novedad. Diferentes gobiernos la han padecido, con más o menos intensidad. La más extrema de los últimos años fue durante los dos mandatos de Cristina Fernández de Kirchner, quien tuvo que convivir con una corrida cambiaria permanente durante ocho años.
Mauricio Macri empezó a sufrir una en los dos últimos años de su gobierno, y Alberto Fernández pudo administrar la corrida con menos presión por la rigidez del sistema de control y administración del mercado de cambio, definido como “cepo”.
El caso de Milei resulta particular porque la corrida se gatilló por la escasa habilidad en la gestión económica-financiera, y no tanto por las razones estructurales que la justificarían, como el déficit cambiario, la evaporación del superávit comercial y el incremento del desequilibrio en la cuenta de servicios (turismo).
La huida del peso comenzó con desafortunadas declaraciones del ministro Caputo, primero poniendo en duda cuál será el régimen cambiario emergente de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario, y luego evitando dar precisiones sobre el monto de la asistencia financiera del organismo.
La misma historia del 2018 y con el mismo personaje
Milei corre a golpear las puertas del FMI porque Caputo fracasó en conseguir el financiamiento en dólares en el mercado de capitales internacionales. El resultado extraordinario del blanqueo le permitió extender la bicicleta financiera (carry trade, en jerga de la city) en el segundo semestre del 2024.
El pleno en el paño especulativo estaba en la apuesta a reducir el riesgo país a niveles de 400 puntos, para conseguir, este año, el acceso a dólares con la colocación de bonos.
Llegó a bajar hasta 550 puntos y el contexto externo, con el desembarco de Donald Trump en la Casa Blanca, alteró el panorama. El riesgo país repuntó y se ubica en el rango de los 720-800 puntos.
Las puertas de divisas del mercado internacional se mantuvieron cerradas y corrieron desesperados a los brazos del FMI.
Caputo hizo lo mismo en el gobierno de Macri: luego de emitir títulos de deuda en dólares por unos 9000 millones de dólares, en enero de 2018, los financistas de Wall Street adelantaron que era la última ronda.
En abril de ese año, el JP Morgan decidió realizar las ganancias acumuladas con el carry trade de las Lebac (Letras del Banco Central), y Macri con Caputo salieron corriendo a buscar el auxilio del FMI. También lo anunciaron cuando todavía estaba abierta la negociación.
En ambas ocasiones el Fondo, con Trump en la Casa Blanca, salió al rescate político del gobierno con asistencia financiera para la campaña electoral: la presidencial con Macri y la de medio término con Milei.
El recorrido es tan parecido que hasta resulta inverosímil que suceda como si no se supiera cuál será el saldo de esta operación financiera ruinosa y políticamente desastrosa.
Una desconocida, hasta ahora, espada de Damocles
La incertidumbre acerca de cuál será el nuevo régimen cambiario que surgirá de la firma del acuerdo con el FMI, dudas generadas por el propio Caputo y amplificadas por Milei, aceleraron el cierre de las posiciones del carry trade. Esto aumentó la demanda de dólares.
En este contexto, los exportadores disminuyen la venta de dólares (las liquidaciones bajaron de 120 a 20 millones diarias), reduciendo la oferta de divisas en el mercado, mientras los importadores aumentan la demanda de dólares para apurar pagos a proveedores.
Ambos comportamientos se originan en el interrogante sobre cuál será el tipo de cambio oficial, que ya no se moverá con el ajuste mensual del 1%.
A este panorama crítico se le suma otro factor identificado en el último reporte de la consultora PxQ, del economista Emmanuel Álvarez Agis: los vencimientos de la deuda externa privada.
El informe explica que parte de la buena performance del Banco Central en el mercado cambiario, hasta ahora, tuvo que ver con el ingreso de divisas por préstamos comerciales y financieros en dólares.
Esto derivó en un aumento del stock de deuda externa privada y de los préstamos bancarios en moneda extranjera en el sistema financiero local.
“Las dudas acerca del esquema cambiario en el marco del acuerdo con el FMI podrían derivar en alteraciones de esta dinámica, puesto que el aumento de las expectativas de devaluación incrementa la probabilidad de un desapalancamiento en dólares del sector privado”, apunta.
Aquí aparece la pregunta clave: “¿De qué magnitud?”.
“Según la última información publicada por el Banco Central, hay deuda externa privada comercial con vencimientos pactados a entre 0 y 3 meses por 27.400 millones de dólares”. Un pequeño porcentaje de este total, lanzado a conseguir los billetes verdes para cancelar deuda (“desapalancamiento”), incrementará las turbulencias del mercado cambiario.
Provocar una corrida pese a tener casi todo a favor
Javier Milei llega a esta instancia de estar ahogado en el frente cambiario pese a gozar de un escenario local e internacional muy favorable:
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Tiene el apoyo de los grupos económicos locales.
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Recibe el respaldo del mundo financiero local y del exterior.
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Disfruta de un amabilísimo trato de la poderosa red de medios de comunicación nacionales.
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Dispone de una amplia cobertura de la prensa internacional destacando su figura política.
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Tiene de aliado a los Estados Unidos de Trump, que facilita la negociación de la ampliación de un préstamo del FMI, cuando un análisis riguroso de la capacidad de pago del deudor, así como de la administración eficiente de la cartera crediticia del organismo, derivaría en que Argentina no podría calificar.
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Aprovechó el desconcierto de la oposición política y, pese los pocos senadores y diputados propios, logró la aprobación de casi todas las iniciativas en el Congreso.
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Contabilizó un balance comercial récord en el 2024 (18.899 millones de dólares) y un fabuloso blanqueo de capitales (el saldo total fue 32.151 millones de dólares incluyendo bienes y, de ese monto, 22.165 millones corresponden a dinero en efectivo depositado en cuentas bancarias).
Con todo esto a favor, Milei está sufriendo para conseguir un acuerdo de salvataje del FMI.
¿Qué tan malo tenés que ser en el manejo de un gobierno, pese a tantas variables políticas, económicas y financieras favorables, para llegar a la actual situación de desesperación, quedando a merced de unos miles de millones de dólares del Fondo Monetario?