Guerra comercial: en qué lugar queda la relación Argentina-China y las limitaciones del gobierno libertario

Mientras se abre paso la reconfiguración del comercial mundial, analistas consultados por El Destape advirtieron sobre la oportunidad para colocar más productos argentinos en el país asiático. Trabas de la política libertaria, el FMI y los intereses de Beijing en la región.

12 de abril, 2025 | 11.42

En un escenario comercial convulsionado y que enfrenta una reorganización de los principales actores de la economía mundial, no son pocas las voces que alertan sobre el posicionamiento de Argentina, las consecuencias para las producciones exportables del país, así como las nuevas posibilidades de cara a una reconfiguración en proceso. Sobre ello, diferentes analistas consultados por El Destape advirtieron que la actual guerra comercial entre China y Estados Unidos puede representar, potencialmente, una gran oportunidad para colocar productos locales en el país asiático, en reemplazo de los de origen norteamericano. Sin embargo, no puede obviarse que entran en juego también el alineamiento del gobierno de Javier Milei con Washington, a la vez que no hay que desconocer los intereses de Beijing en la región. 

De esa manera, mientras el mundo sigue de cerca la vorágine de la “guerra comercial”, el devenir de la relación bilateral Argentina-China así como la del Mercosur en su conjunto, no pasó desapercibido para la propia agencia oficial del país asiático que, en un artículo de esta semana, señaló que el nuevo panorama podría fortalecer los vínculos con América Latina en la medida en que “la cooperación de ganancia recíproca sea cada vez más amplia”. Por otro lado, este jueves y tras confirmarse el nuevo acuerdo del gobierno de La Libertad Avanza con el FMI, Argentina y China renovaron el total del tramo activado del acuerdo bilateral de swap (USD 5.000 millones) por un plazo adicional de 12 meses.

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Todo esto ocurrió después de que el mundo sintiera el shock generado por la suba de aranceles a las importaciones determinada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el pasado 2 de abril. Si bien ante la escalada de la “guerra comercial” el mandatario norteamericano finalmente suspendió por 90 días las tarifas que había impuesto a más de 70 países, siguió encalando el conflicto con China al fijar un aumento de 145% en los aranceles, de aplicación inmediata, mientras el país asiático determinó un arancel general del 125% para productos de EE.UU.

Presente y futuro de Argentina-China

Estas semanas estuvieron atravesadas por el recrudecimiento de la “guerra comercial” de Estados Unidos-China con repercusiones en todo el mundo. Tras las subas arancelarias del país norteamericano a los productos que ingresan desde más de un centenar de países, el gigante asiático, así como la Unión Europea, respondieron en la misma sintonía, aunque con especial repercusión en el intercambio bilateral de las dos grandes potencias globales y en un nuevo round que promete seguir en estos días. "Nuestras proyecciones preliminares sugieren que el comercio de mercancías entre ambas economías podría disminuir hasta en un 80%", alertó la Organización Mundial del Comercio (OMC), sobre el impacto macroeconómico que trasciende a ambos países. 

En tal contexto, analistas consultados por El Destape dejaron en claro que el momento actual se comprende a partir de una serie de factores estructurales que afectan a la economía estadounidense, así como de disputas de larga data entre EE.UU.-China. “El creciente déficit fiscal de Estados Unidos, impulsado por un gasto público desbordado y una reducción de ingresos fiscales, ha generado un contexto de endeudamiento acelerado que pone en entredicho su capacidad para cumplir con compromisos financieros, alimentando temores de un posible default en el mediano plazo. A esto se suma un sostenido proceso de desindustrialización y la caída del sector manufacturero, que ha debilitado la competitividad internacional del país y minado su base productiva, con claras implicancias para la competencia geopolítica global”, precisó el historiador Francisco Taiana, en diálogo con este medio.  

En relación consideró que “aunque el aspecto comercial del conflicto no debe ser subestimado, sus raíces profundas se encuentran en una disputa estratégica de largo aliento entre grandes potencias. Estados Unidos, como potencia hegemónica en declive relativo, ha adoptado un enfoque cada vez más confrontativo para intentar frenar el ascenso de China. Si bien la retórica y el estilo estrafalario de Donald Trump lo convirtieron en el rostro más visible de esta confrontación, no debe pasarse por alto que la política anti-China constituye uno de los escasos puntos de consenso entre demócratas y republicanos”. En sentido semejante se expresó Ludmila Mattern, integrante del Observatorio de Relaciones Internacionales de la Fundación Igualar al indicar, “no se trata de una cuestión estrictamente comercial, Estados Unidos viene atravesando un proceso de declive de su matriz productiva, con empresas norteamericanas que, incluso, han llevado adelante un proceso de relocalización de sus cadenas productivas. Se trata de un país que consume mucho pero ya no produce tanto, entonces también tiene que importar más”, explicó.

Por su lado, un documento del centro especializado en política exterior, OCIPEx, planteó que “estamos ante otro capítulo en la guerra de aranceles que comenzó en 2017 y evidencia un contexto de reorganización estratégica de los principales actores de la economía mundial”. Así, “días antes del anuncio de Trump, China lideró dos hechos de alto voltaje internacional: el encuentro del presidente Xi Jinping con los CEOs de empresas multinacionales globales, y una reunión celebrada por cancilleres de Japón, Corea del Sur y China, con el objetivo de mejorar el libre comercio en la región”, indicaron. A su vez, Taiana planteó que tras las recientes políticas arancelarias impulsadas por la administración Trump y la reacción posterior de Beijing “se pone en entredicho el futuro del dólar como moneda de referencia global, ya que la creciente fragilidad fiscal estadounidense debilita su rol como garante del sistema financiero internacional”.

Es importante destacar que en este escenario global volátil, diferentes producciones regionales de nuestro país podrían verse directamente afectadas por las decisiones de Estados Unidos, a partir del arancel del 10% que se adicionaría a las alícuotas que los exportadores ya pagan en la actualidad. Esto impactaría en los despachos nacionales de carne vacuna, limones, aceites, vinos, arándanos, maní, mostro, ajos, energía, minerales, insumos agrícolas y químicos, siendo Estados Unidos el tercer destino de envíos al exterior (8,7% del total). A su vez, como detalló esta nota, las provincias más perjudicadas serían Buenos Aires, Santa Fe, Chubut y Córdoba. Esto se suma al impacto desfavorable que ya generó para Argentina el arancel norteamericano del 25% a las importaciones extranjeras de acero y aluminio (en 2014 el país proveyó de aluminio a EE.UU. por un total de USD 515 millones, mientras que las colocaciones de hierro y acero sumaron USD 112 millones). 

Ahora bien, no son pocas las voces que señalan que el momento actual podría ser una oportunidad para colocar más producciones argentinas en el país asiático. “En principio, la actual guerra comercial potencialmente representaría una gran oportunidad para Argentina. La creciente rivalidad entre las dos potencias podría abrir espacios para que países como el nuestro diversifiquen sus vínculos internacionales y fortalezcan relaciones con socios estratégicos no tradicionales”, consideró Francisco Taiana, Magíster en Estudios Chinos por la Universidad de Pekín. En perspectiva histórica sumó que “desde el establecimiento de relaciones diplomáticas formales en 1972, el vínculo con Beijing supo ser una de las relaciones bilaterales más estables, dinámicas y fructíferas que haya tenido Argentina en el último medio siglo. Este lazo superó cambios de gobierno y contextos internacionales diversos”. Para el investigador, “en un mundo cada vez más tensionado por la competencia entre grandes potencias, profundizar esta relación podría ofrecerle a Argentina una ventana de oportunidad para insertarse de forma más activa y soberana en el escenario global”.

En términos de compatibilidad económica, mientras China demanda alimentos, energía y minerales —sectores en los que Argentina tiene ventajas comparativas—, a nivel local se necesitan inversiones, tecnología e infraestructura, rubros en los que China ha mostrado un creciente interés. 

Desde el OCIPEx pusieron el ojo, a su vez, en “los desafíos de China con un consumo interno deprimido, incluso frente a las medidas de estímulo fiscal y monetario que se vienen tomando, y que harán que necesite conseguir nuevos vínculos comerciales y/o profundizar los existentes para poder colocar sus caudalosos excedentes exportables. La medida tomada por EEUU podría incluso ser una oportunidad para que China continúe expandiendo sus vínculos alrededor del mundo”, subrayaron.

En sintonía, esta semana la agencia oficial de noticias Xinhua de la República Popular China, publicó un artículo titulado “China y América Latina se dan la mano a través del océano para una cooperación cada vez mayor”, en el señala que el nuevo escenario podría ser una alternativa para fortalecer los vínculos de América Latina con el gigante asiático. “Cooperación de beneficio mutuo es el concepto clave de estas relaciones. En los últimos años, los lazos económicos y comerciales se han profundizado y fortalecido continuamente y, de cara al futuro, China y América Latina seguirán marchando de la mano, mientras que el camino de la cooperación de ganancia recíproca será cada vez más amplio”, dice parte del texto oficial.

“Argentina tiene una relación comercial con China muy sólida, de hecho, nos compra mucho más de lo que compra a Estados Unidos y nosotros le compramos más de lo que importamos de Norteamérica. En ese sentido, este contexto puede ser una oportunidad para profundizar el vínculo en términos de ampliar volúmenes y, dependiendo de factores también políticos, podría ser una oportunidad, para colocar algunos productos que Estados Unidos no le vendería más a China y que Argentina produce y sí podría vender. Es una posibilidad que no descarto”, sumó por su lado Mattern, idónea en Mercado de Capitales (CNV). Asimismo, pensando a nivel de América Latina, agregó que “podría pensarse más como una oportunidad para nuestro país en el marco del Mercosur y respecto del mercado europeo, si finalmente todo este escenario deriva en un verdadero hueco en las importaciones chinas”. 

Trabas políticas y necesidad económica

"Estos países nos están llamando. Me están besando el trasero. Se mueren por llegar a un acuerdo", señaló Trump luego de anunciar la suspensión por 90 días los aranceles a más de 70 países. En ese último sentido, las decisiones políticas del resto de los países y en especial del gobierno argentino, son clave no sólo respecto del comercio con EE.UU. sino de cara al nuevo marco de posibilidades comerciales que podría abrirse en el mediano y largo plazo entre Argentina y China.

“La diplomacia errática, agresiva y espasmódica del gobierno de Javier Milei ha provocado un severo deterioro en los vínculos sino-argentinos. Esta situación se debe, en gran parte, a una reorientación diplomática fuertemente ideologizada y marcada por una subordinación gratuita a Washington, cuyos supuestos beneficios, si es que llegan a concretarse, aún se encuentran lejanos y difusos. El costo inmediato ha sido el enfriamiento de una de las relaciones bilaterales más sólidas y fructíferas que Argentina había construido en las últimas décadas”, evaluó Taiana, autor del libro “Argentina, China y el mundo (1945-2022)”. Sin embargo, también sostuvo que “la diplomacia china ha sabido distinguir entre la coyuntura política actual del gobierno libertario y los intereses de largo plazo que Beijing mantiene con la República Argentina”. En este contexto, y aprovechando el carácter federal del país, “muchos de los desarrollos más prometedores se están dando en el ámbito de la diplomacia subnacional, lo que representa hoy una de las mayores esperanzas para que Argentina pueda capitalizar esta nueva coyuntura internacional y sostener su inserción en un mundo crecientemente multipolar”, explicó.

Finalmente, desde el OCIPEx plantearon que “desde que Milei se hizo cargo de la primera magistratura, la subordinación estratégica hacia EEUU propiciada no se corresponde con beneficios concretos para el país, sino que pone en peligro la soberanía, profundiza la vulnerabilidad de la nación, así como también de la población, en el marco de una Guerra Comercial que no distingue adversarios de aliados”.