El Gobierno llega a octubre con escasez de dólares y sin canales viables para conseguirlos antes de las elecciones, lo que dispara varios interrogantes respecto de cómo manejará la presión devaluatoria en un contexto económico recesivo y de desplome del poder adquisitivo de los ingresos. Una devaluación, de cara los comicios nacionales de medio mandato, sólo empeoraría la transferencia de recursos en desmedro de los sectores ya postergados; pero ni el Tesoro ni el Banco Central tienen poder de fuego para aguantar una corrida. La dupla que integran el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente Banco Central, Santiago Bausili, apostó todas las fichas al ingreso de divisas vía deuda con organismos de créditos y bancos “amigos” y, para el mediano plazo, en el arribo de inversiones. Lejos de una nueva promesa de lluvia de capitales privados (la anterior fue con Mauricio Macri), el círculo rojo no vinculado a actividades extractivistas redujeron en un 25 por ciento sus inversiones respecto de 2023.
Desde que asumió, la gestión libertaria de Javier Milei es testigo de la partida de más de una decena de firmas multinacionales de Argentina. Entre las empresas que han abandonado el país se encuentran nombres emblemáticos como Mercedes-Benz, Telefónica, Walmart, Falabella, HSBC, Itaú, Procter & Gamble (P&G), Clorox, Petronas, Enap Sipetrol, ExxonMobil y Makro. Sobre la base de los datos de los balances publicados a junio en la Comisión Nacional de Valores –en su mayoría consignados por El Destape-, la inversión de las empresas denominadas “grandes” del “sector no energético” (que incluye Adeco Agro, Aluar, Arcor, Central Puerto, Cresud, Holcim, Ledesma, Loma, Mirgor, Molinos, Telecom, Ternium, TGS y TNG) está un 25 por ciento por debajo del último trimestre de 2023 y un 50 por ciento por debajo del pico de Macri.
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Esta salida de capitales no es un fenómeno aislado, sino que se enmarca en un contexto de creciente deterioro de la inversión extranjera directa (IED). Un reciente informe elaborado por economistas de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA advierte que el país perdió terreno en el mapa global de la IED, registrando en los primeros meses de 2025 el menor ingreso desde que se inicia la serie en 2006, tal como difundió la colega Eugenia Rodríguez. El resultado es que las principales variables de la “economía tradicional” (situación de trabajadores y empresas no vinculadas al sector energético) retrocedieron en 2024 y el segundo trimestre de 2025, de acuerdo con los dato nacionales que publica el INDEC. Esa caída se agravó en mayo y junio, según los datos oficiales, y continuó en agosto (de acuerdo con estimaciones privadas).
Economía de enclave
El pleno al que se jugó el Gobierno fue la aprobación del Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones (RIGI), vinculado principalmente a actividades extractivas. A partir de la desregulación planteada en ese esquema, el mileísmo prometió en menos de un año alcanzar inversiones por un total de 50.000 millones de dólares. Sin embargo, en el primer año de vigencia del RIGI, el Ejecutivo aprobó siete proyectos por un total de 13.067 millones de dólares, principalmente en minería, energía e hidrocarburos, mientras que uno fue rechazado y otros 13 esperan el visto bueno oficial.
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Pese a que el esquema incluye inversiones en el sector petrolero, las empresas del sector no incrementaron significativamente sus gastos de capital. De hecho, en la mayoría de los casos lo redujeron. “Al desagregar entre empresas, se verifican dinámicas heterogéneas: en tanto que YPF está 10 por ciento por debajo de los máximos de 2016 y Pampa Energía 30 por ciento por debajo del pico de 2019, Vista Energía, que se creó en marzo de 2017, está 20 por ciento por encima de los anteriores récord, más que compensando el retroceso de las otras dos empresas”, señaló un informe del Centro de Estudios del Banco Provincia.
Este magro resultado, según el relevamiento del Observatorio RIGI, no alcanza para revertir en términos agregados la menor inversión del resto de la economía no vinculada al extractivismo y la exportación de materias primas. Caída del consumo interno, atraso cambiario (inflación escalando por encima de la corrección cambiaria), apertura importadora indiscriminada, altos costos logísticos (por precio de combustible) y de insumos, son los principales problemas que reconocen las empresas, según sus estados financieros presentados a las autoridades bursátiles. De hecho, la mayoría de las empresas –incluyendo el sector financiero—informó fuertes desplomes en sus resultados netos respecto a un año atrás.
La minería, con un 60 por ciento de los proyectos presentados, se posiciona como el sector con mayor participación, destacando las inversiones en litio y cobre en provincias como Catamarca, Salta y San Juan. El artículo también menciona proyectos en el sector de hidrocarburos, enfocados en el incremento de las exportaciones de Vaca Muerta. Es por esto que Neuquén es la única de las 24 provincias con una tasa de creación de puestos de trabajo que de natalidad, o lo que es lo mismo, donde “no cae el ratio de empleo por habitante”, señaló el documento del Bapro.
El horizonte recesivo
Fuera de la contabilidad “más que creativa” del gobierno de La Libertad Avanza, donde ven crecimiento donde no lo hay, desde febrero de este año el estimador mensual de la actividad económica (medida por el INDEC) arroja una caída semestral del 1,3 por ciento, que anualizada da una contracción de 3,1 por ciento. En julio, las consultoras coinciden en una contracción del 0,3 por ciento y para agosto ya se prevé una caída, post apretón monetario, del 1,4 por ciento.
“La economía no sólo no se recuperó en julio y agosto, sino que profundizó su caída, y es probable que llegue a octubre en terreno negativo (dos meses de crecimiento en los primeros diez del año)”, según el documento que realizó el Departamento de Investigaciones Económicas del Banco en conjunto con investigadores de la Facultad de Exactas de la UBA.
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En julio, el dólar subió más de 10 por ciento y el deterioro se habría profundizado. En agosto, el costo de financiamiento de las empresas saltó de la zona de 60 a la del 80 por ciento nominal anual, y el crédito se contrajo más de 1 por ciento en el promedio mensual (-9 por ciento los adelantos de cuenta corriente y 2,5 por ciento los documentos, que al tener plazos más largos tardan más en reaccionar). Con estos números, la actividad no se habría recuperado en los últimos dos meses. “Considerando que septiembre arrancó turbulento en el frente cambiario, y que difícilmente las tasas cedan a lo largo del mes, la economía llegaría a octubre en terreno negativo: al estancamiento del segundo trimestre (0,1 por ciento, le seguiría un rojo en el tercero”, señala el documento.
De confirmarse las estimaciones, la producción ingresaría virtualmente en una etapa de recesión (dos trimestres consecutivos sin crecimiento), aunque no técnicamente. Tuvo un trimestre empatado, por el rebote de abril (1,4 por ciento), último mes en terreno positivo, y único entre febrero y el octubre electoral y otro en clara caída. “En este escenario, la economía de la provincia de Buenos Aires debería crecer más de 5 por ciento en septiembre para que el tercer trimestre no cierre por debajo del segundo. Algo que hoy parece poco más que imposible”, concluye el informe.