Mientras ajusta a jubilados y recorta pensiones en discapacidad sin justificación, el Gobierno reconoció que sigue subsidiando la tarifa de luz que pagan los usuarios de altos ingresos. De esta manera, la dolarización del sistema y la entrega en bandeja del negocio a las empresas sientan las bases de un esquema que castiga a los usuarios de bajos ingresos.
El secretario coordinador de Energía del Ministerio de Economía, Daniel González, participó en el programa de streaming oficialista Carajo junto al ministro de Economía, Luis Caputo, y al presidente del Banco Central, Santiago Bausili. Allí, González vivió un incómodo momento cuando Bausili le consultó por qué él había vuelto a ver que en su propia factura de gas figuraba que recibe subsidios al consumo. A González no le quedó más alternativa que reconocer que las familias de altos ingresos recibían subsidios a la luz y el gas por el fuerte aumento de las facturas durante el invierno.
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"No trasladamos al 100% el aumento del costo, sobre todo en invierno, aunque sí lo trasladamos fuera de la temporada alta”, se justificó González. Según había dictado el propio gobierno libertario, los usuarios residenciales de altos ingresos (N1) habían dejado de recibir subsidios durante el primer semestre de 2024. En mayo, hasta el vocero presidencial había anunciado con orgullo la suspensión de subsidios a usuarios que residían en Puerto Madero, una medida presentada como una deuda de la gestión anterior, que nunca pudo implementar un esquema de segmentación tarifaria.
El subsidio es el otro
De acuerdo a la Fundación Encuentro, el costo energético mayorista en dólares subió considerablemente contra 2024. En julio 2025, el costo monómico del MEM (Mercado Eléctrico Mayorista) rondó U$S 96,8 por megavatio-hora (MWh) según Cammesa -cuando fuentes privadas lo llevan a 103 U$S/MWh- frente a US$ 94/MWh en julio del año pasado. El salto se explicó, entre otros factores, por importaciones más caras (promedio U$S 106/MWh), por el plan de contingencia energética y por el encarecimiento de combustibles.
Entonces, aunque las tarifas subieron abruptamente para la población por la decisión de pagar más cara la energía, todos siguen subsidiados. Según cuadros técnicos de la fundación, el precio de 96,8 U$S/MWh es un valor "muy elevado para la energía en comparación con otros mercados". En este caso, los subsidios "no son aplicados para asegurar tarifas asequibles para los distintos segmentos de la población", sino que representa una "transferencia de ingresos de la gente (que no puede elegir cómo contrata) a las empresas generadoras, que han visto su remuneración incrementada en dólares".
Como la mayor parte de la generación eléctrica se paga en dólares, el efecto de la devaluación es fuerte. A los usuarios le cobran en pesos fijados a principios de mes y a las generadoras hay que pagarles al tipo de cambio vigente. Esa brecha se denomina como subsidio implícito y lo cubre el Tesoro. "En resumen, no hay tarifa plana real. Aunque se hayan depurado casos puntuales, el precio regulado medio no cubre el costo del sistema, y por eso ´volvieron´ los subsidios para todos los segmentos, incluido N1," aseguraron las fuentes de la fundación. De hecho, en el N1, el pico la cobertura fue del 56,3%, con un subsidio implícito equivalente al 43,7%.
"En mayo el Gobierno anunció la baja de subsidios a 15.500 usuarios de alto ingreso (Puerto Madero y countries) diciendo que no iban a pagar más subsidios. Eso era y es una mentira. Con precios estacionales -los que pagan los usuarios- por debajo del costo, incluso esos usuarios no cubren 100% del costo y el recorte puntual no elimina el subsidio sistémico", señalaron las mismas fuentes. El Destape consultó a la Secretaría de Energía por este contrapunto pero no tuvo respuesta.