La violencia sigue golpeando a la nueva Siria: crónica de un sangriento atentado en Damasco

Se trató del ataque más grave de los últimos tiempos contra la comunidad cristiana. Una explosión provocó una masacre dentro de una iglesia ortodoxa. Mató al menos 25 personas y dejó 65 heridos. Escenas de la peor violencia política y religiosa. 

23 de junio, 2025 | 15.57

Los domingos en Damasco son días hábiles para la gran mayoría de los sirios según el calendario del Islam. Se asiste a la oficina, los verduleros ponen sus mesas en las calles, los negocios de comida encienden sus hornallas, los restaurantes abren sus puertas, los vendedores de combustible colocan los bidones de bencina en la acera. La vida se activa para una nueva semana de calor intenso en el verano damasquino. Pero para la comunidad cristiana sigue siendo un día especialmente santo. Los devotos se reúnen cada domingo en la misa de las 6 de la tarde en las iglesias. En el barrio popular de mayoría cristiana de Al-Dwela se encuentra el templo ortodoxo de Mar Elías donde alrededor de 300 feligreses de clase obrera oran todas las semanas. La última fue trágicamente distinta.

Mar Elías está ubicada en la esquina de la avenida principal, es la entrada y punto neurálgico para los miles de habitantes del barrio popular de Al-Dwela. El tráfico en la calle suele atascarse. Taxis, camionetas y buses pelean por ser los primeros en pasar. Entre la orquesta de bocinazos tres atacantes aparecieron caminando con normalidad. Al infiltrarse por la entrada principal “comenzaron a disparar sus AK 47”, cuenta Karam, uno de los testigos en el lugar. “Los guardias de la Iglesia intentaron frenarlos para que no lleguen al templo” cuenta el damasquino. Durante el forcejeo en la puerta Butors Bshara y Jereus Bshara abrazaron al atacante cuando detonó su cinturón cargado de explosivos para defender a las personas en el interior. “Los tres se pulverizaron en el acto”, contó a El Destape Karam. 

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A las 18:30 el cielo retumbó y la tierra tembló. Muchos creyeron que se trató de algún artefacto de los combates entre Israel e Irán que suelen desarrollarse en el espacio aéreo sirio. Muchas veces los restos de misiles estallados en el aire alcanzan a algún ciudadano con mala suerte. Pero no, en las esquinas gritaban “Tajeer, Tajeer” (bomba en árabe). Se trató del ataque más grave de los últimos tiempos contra la comunidad cristiana.

La escena fue desgarradora. Quienes estuvieron cerca de la explosión corrieron una suerte indescriptible. El shock fue total. En llanto corrían los sobrevivientes. Perdidos por la conmoción en las esquinas la gente se agarraba de la cabeza, otros se arrodillaban para calmar el dolor. La desesperación invadió las almas de todo el barrio.

Mientras algunos sobrevivientes salieron corriendo en estampida sin comprender qué sucedía, los automovilistas y choferes de minibus funcionaron como ambulancias. En una de ellas llevaban un herido al que le aplicaban ejercicios de reanimación. Con ayuda de otros vecinos lograron despejar el tránsito pesado para abrir camino hacia el Hospital Sanit Louis o al Hospital de Damasco. Desde este último, la médica general Sham de 30 años cuenta que recibieron a más de 25 heridos entre 15 y 70 años con múltiples traumatismos, huesos rotos y heridas abiertas. Entre ellos había 3 mujeres que fallecieron pero sin conocerse su identidad hasta el momento. La explosión arrasó todo lo que había dentro y asesinó al menos 25 personas e hirió a 65, confirmaron desde el Ministerio de Salud. 

El ataque sectario abrió varios interrogantes para la comunidad cristiana. Primero, ¿quiénes fueron? Desde el gobierno atribuyeron al Estado Islámico el ataque; sin embargo, la milicia no publicó ninguna declaración oficial. Algunos de los testigos del lugar comentaron que no hablaban árabe, otros sostuvieron que nunca dijeron una palabra. Todos coincidieron en que vestían de negro. La segunda pregunta es ¿por qué la iglesia de Mar Elías? Difícil saberlo. Existen diversas especulaciones. Sin embargo, “se cree que puede ser uno de los primeros ataques de varios por venir, ya que la iglesia fue amenazada varias veces”, contó Shadi, un habitante de Al-Dwela. 

El obispo Musa, representante del patriarcado de Damasco en el corazón de la ciudad vieja, explicó que “estamos viviendo amenazas desde la caída de (Bashar al) Assad, algo que no sucedía anteriormente”. Tras su extensa barba denunció que hace 6 meses llegan cartas, pintadas, mensajes de odio en redes sociales, entre otro tipo de medios, con promesas de asesinato “a todos los infieles” o “ustedes son los próximos”. Aunque los cristianos son una de las confesiones más antiguas del país, el obispo se muestra firme. “Desde el año 60 que estamos en esta Tierra”, dijo el Obispo y continuó: “No nos van a expulsar”. Según Musa, por miedo “cientos han abandonado el país", pero prometió enfundado en su sotana negra: "No nos vamos a ir”. 

Pese a que en la iglesia de Al Mariamiyeh no tienen certeza de dónde vino el ataque, el gobierno actual liderado por Ahmad al-Shara apuntó la responsabilidad al grupo terrorista Estado Islámico (ISIS) a pesar de que no fuera reivindicado por ninguna organización armada. “Pudo venir de cualquier lado”, dijo el obispo ortodoxo Arcelios y agregó: “Estamos preocupados porque vemos que el gobierno dice que nos va a proteger, pero no hace nada”. En la ciudad de Homs, ubicada en el centro occidental del país, se han vivido diversas escenas de ataques contra cristianos. Sin ir muy lejos, dos semanas antes, un domingo 8 de junio, atacantes abrieron fuego contra la Catedral Ortodoxa Siria en aquella ciudad, afortunadamente sin heridos.  

“La comunidad cristiana siempre ha enfrentado amenazas y acoso”, explicó la periodista especializada Audrey M-G. “Desde hace mucho tiempo temen al nuevo gobierno, compuesto principalmente por miembros del Movimiento por la Liberación del Levante Sirio (HTS en sus siglas en árabe)”, sostuvo la periodista franco-brasileña. “En 2016, cuando HTS tomó el control de la ciudad de Jirs Al Shugur, 750 viviendas civiles fueron saqueadas por la organización Guardianes de la Revolución y el partido islamista turco”, recordó.

Aunque festejaron la caída del régimen de Al Assad a finales de 2024, las minorías etno-religiosas viven amenazadas o son atacadas directamente en Siria Al menos dos episodios de gran escala revivieron escenas de la guerra civil que azotó el país durante más de una década después de 2011. En marzo pasado, más de 1,500 alauitas fueron asesinados en enfrentamientos y masacres en Homs, Latakia y Tartus, la mayoría de ellos civiles, mujeres y niños. Lo mismo sucedió con la comunidad drusa entre abril y mayo, luego que un líder religioso (desde Alemania) insultara al profeta Mahoma en un grabación que se viralizó. El resultado fue cuatro días de ataques sectarios y alrededor de 140 muertos.

Crónica de un atentado en Damasco

Desde el gobierno aseguraron que se trató de “grupos fuera de la Ley”, pero en ambos casos actuaron las autodenominadas y conocidas “Unidades de Comando Suicida” y los “Batallón de Infiltración”. Son grupos armados sin insignia que no actúan oficialmente bajo el manto del Ministerio de Defensa. Para las autoridades, son “grupos aislados que buscan desestabilizar el país explotando las diferencias religiosas”.

Más allá del reparto de responsabilidades, lo único certero es que para los obispos no está garantizada la seguridad de ninguna de las minorías en el país. Y no es un dato aislado. La estabilidad sigue estando lejos bajo la nueva Siria post Al Assad. Por eso, mientras Medio Oriente marcha hacia una guerra de proporciones regionales, Siria no logra alcanzar la paz que se merece tras catorce años de atrocidades.