El acercamiento de sectores alejados a la Iglesia tras el rol social del Papa: "Francisco tuvo una mirada político-religiosa más amplia que sus antecesores"

En una entrevista con El Destape, Fortunato Mallimacci, sociólogo, docente e investigador del Conicet, analizó el impacto social y político del papado de Francisco. 

21 de abril, 2025 | 09.19

El papa Francisco marcó un antes y un después en la visión de las personas, religiosas o no, sobre la Iglesia. Con su discurso humanista, fue un sumo pontífice que "logró ampliar los límites" de la institución que lideró durante doce años, tal como explicó en esta entrevista con El Destape el sociólogo especialista en religión, docente e investigador del Conicet Fortunato Mallimacci. 

En una comunicación telefónica de casi una hora, Mallimacci explicó el impacto del papado del argentino en, principalmente, países que en la segunda mitad del Siglo XX podrían haber sido descriptos como del tercer mundo. "Son personas y tienen derechos", fue la idea central de los años del papa Francisco como líder de la Iglesia Católica, marca Mallinacci. "Tuvo una mirada político-religiosa más amplia que sus antecesores", explica. Y hay evidencia: una encuesta que hizo el Conicet en el 2019, y que el sociólogo recuerda en esta entrevista, expone que una mayoría lo apoya, mientras un tercio de los consultados, independientemente de sus creencias religiosas, lo sigue por ser "un líder humanista", en tanto otro tercio, principalmente católico, está en contra porque "se mete con la política". 

- ¿Hubo una reivindicación de la figura del Papa en el último tiempo? 

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-  El catolicismo es un mundo de grupos, de miradas, de opciones, de movimientos, de culturas. Continuamente está en movimiento. Ese movimiento es lo que le ha permitido durante cientos o miles de años seguir teniendo presencia. La gente dice "¿por qué la tiene?, ¿cómo la tiene?". Desde la mitad del siglo XX, allá por los 60 o los 70, empezó un proceso muy fuerte de transformación, de aggiornamiento dicen algunos, de reformas dicen otros, que sigue hasta el día de hoy. Ya no era una religión que va de arriba para abajo, donde están las verdades, sino que hay que hacerlo con el pueblo, con los pobres, con las comunidades. Se llamaba pueblo de Dios. No es una institución perfecta que tiene la verdad y que están el Papa, los obispos, los curas, sino que a eso se le dijo "no, esto no va." ¿Y por qué lo hacen? Lo hacen porque entra en una crisis de cómo las personas en aquellos mediados del siglo XX hasta hoy se relacionan con lo sagrado o, en el caso del catolicismo y del cristianismo, con la figura de un Jesús que viene de los libros, pero a su vez viene de una larga tradición.

Otra perspectiva que existe es que esa Iglesia Católica construye un mundo muy europeo, respondiendo los problemas europeos, a los aristócratas, a los burgueses o a los trabajadores europeos. En esa gran transformación decide primero elegir un Papa polaco (Juan Pablo II), ya con todo lo que significó en aquel momento sobre el comunismo, el anticomunismo, el rol que tenía la iglesia, la creación de sindicatos y luego decide un Papa alemán (Benedicto XVI), que renuncia. Esto es importantísimo para entender una institución que, durante siglos y siglos, el que la dirigía se tenía que morir como si fuera un rey y decide que ahora no, se puede renunciar. Esto de alguna manera va a transformar el cargo de Papa, que casi nadie lo discutía, siempre se discutían los entornos. No se discutía el liderazgo, sino los entornos. Ahora no, porque ese cargo se mundanizó, se democratizó y generó un proceso interesante que es que muchos católicos que ni se animaban a hablar en contra de esa persona sagrada empezaron a criticarlo. 

- Y después se eligió a un argentino...

-  Y en el caso de este papado, a diferencia tanto del polaco como del alemán, decidió que acepte todas las críticas. Acá hubo una transformación muy fuerte porque estaba la Sagrada Congregación para la fe, que tenía el mandato del mundo entero de decir "este se equivocó, este se tiene que ir, a este hay que controlarlo, a este no hay que dejarlo hablar". Eso, Francisco dijo que no va más. Es un gesto fuerte. Porque se sacó de encima una comisión que se metía por todo el mundo. Así se persiguió a a los curas del tercer mundo, a los teólogos de la liberación o a los de Lefebvre del otro lado. Francisco dijo: "No, acá todos tienen espacio". 

Esto es importante porque él creyó que es necesario abrir esa institución, dar espacios, recrearla. El otro paso que él dio, distinto a sus antecesores, es esta idea de que esa institución que tiene una curia, que es la curia romana, también hay que transformarla, hay que cambiarla. Esto le va a costar, no pudo hacerlo tanto. Pero la idea es que había que salir, que lo que era un obispo, un cura, un Papa no tenía que quedarse en ese lugar, sino hacia afuera. Antes se llamaba misionar, pero en este caso dice "no, todos". Y el primer ejemplo que da es cuando él va a Lampedusa, esa islita de Italia donde miles y miles de personas en el Mediterráneo llegan y miles más se mueren y dice: "Son personas y tienen derechos". Con eso, deja en claro que es una manera de entender al catolicismo muy fuerte. Ese va a ser su discurso hasta el final, no solo para esos migrantes, sino para otros derechos: trabajadores, campesinos, de la diversidad sexual. Son personas y tienen derechos. Y a partir de ahí, él va construyendo en las visitas que va haciendo por distintos países del mundo esa otredad, en la cual esa Iglesia Católica, dice, tiene que acompañarla. Toma a los descartados de un capitalismo salvaje, de la propiedad privada, del mercado individualista, que solo piensa en la ganancia.

- ¿Qué lectura hacés de los viajes que hizo Francisco después de Lampedusa

Cada vez que vino para América Latina, una de sus maneras era ir a Chile, Bolivia, Perú, México, y pedir perdón, por la idea del perdón por los delitos. El mayor ejemplo de eso fue cuando fue a Bolivia, que Evo Morales le regaló una hoz y un martillo, hecho cruz, el cual le dijo, "Bueno, los movimientos sociales...". Y ahí dijo: "Dios quiere a los movimientos sociales, la Iglesia quiere a los movimientos sociales, los movimientos sociales tienen un rol muy importante para defender a los más pobres". La iglesia esto sí lo había hecho con el movimiento obrero. La Iglesia católica es fundadora de la OIT, de la Organización Internacional del Trabajo, porque dice que los obreros frente a los burgueses pierden, entonces hay que estar acompañándolos. La otra gran impronta que él le da es con los otros movimientos religiosos que hay en el mundo. Para los que dirigían el catolicismo, los islámicos no eran una religión verdadera. Y Francisco dice: "No, todas las religiones hablan del mismo Dios". No solo va a decir "sí, yo me hago cargo", sino que va dos veces a Cuba a reunirse con el patriarca de Moscú, también lo fue a ver a Fidel cuando estaba vivo. Viniendo de América Latina, Francisco tuvo una mirada política-religiosa un poco más amplia que sus antecesores. No porque sea mejor, sino porque los otros vienen de Europa, siempre estuvieron ahí y su mundo es Europa. Les cuesta. Éste (Francisco) viene de América Latina y su mundo es Latinoamérica. ¿Cuál es el mensaje global? La Iglesia Católica y el Papado quieren convertirse, quizás, en la principal voz humanista en un mundo cada vez más a la derecha, a la extrema derecha, del mercado, del odio, de destruir lo que hay. Y, de hecho, se ha convertido en eso. 

En 2015, Francisco se reunió con Fidel Castro en Cuba.

- ¿Y cómo describís el impacto de este discurso en la Argentina? 

- Se lee que habla para la Argentina, como que el único país del mundo en Argentina. Pero, al mismo tiempo, la Argentina es el único lugar del mundo donde él es Bergoglio. En otros lugares, el carisma que adquiere es por el cargo de Papa; lo que hizo como obispo, como cura, qué se yo. En la Argentina no, en la Argentina él es Bergoglio. Es un Bergoglio que es interesante por su vida, por todos los problemas que tuvo, las ambigüedades cuando era superior de los jesuitas, cuando los curas fueron secuestrados por La Marina, el contacto que él tuvo con las Fuerzas Armadas, los distintos problemas que hubo. A su vez acá era el obispo que acompañaba los curas villeros, era el obispo que acompañaba el diálogo interreligioso y era el obispo de la Ciudad de Buenos Aires que quería mantener su autonomía con el poder y se lo hizo notar a varios. Y esos fueron los conflictos que tuvo, sobre todo, con el gobierno peronista, ¿no?  El día que lo nombran Papa, podés tomar todos los diarios de marzo de 2013, la oposición antiperonista dice "al fin, va a haber un Papa que va a seguir mostrando lo que es el peronismo, las discusiones con el peronismo, el autoritarismo, que esto, que lo otro". Incluso la Ciudad de Buenos Aires se embandera con el amarillo y el blanco, la plaza de al lado del Teatro Colón se llama la Plaza del Vaticano, el tour por donde él había vivido es organizado por el Gobierno de la Ciudad. Pero luego las visitas que él empieza a recibir, en esta idea de que él tiene de defender a los pobres, a los descartados, a veces tiene más afinidades.con la gente que viene del movimiento peronista o socialista o de defensores de los derechos humanos, que con aquellos que aparecen apoyando a grandes empresarios o grandes grupos financieros. Hoy, las críticas a Bergoglio o al papado de Francisco están mucho más en aquellos que lo apoyaron en el 2013. En cambio, aquellos que en el 2013 estaban en contra de él parecen mucho más cercanos. 

- ¿Atribuís este cambio en los grupos que apoyaron a Francisco a sus palabras humanistas o a los gestos que tuvo o no tuvo directamente con la política del país?

Creo que tiene que ver con un Papa que piensa más a nivel global y no solo en la sociedad argentina. El papado está hecho para eso. Vos representás a una comunidad, 1200, 1300 millones de personas, y esa Iglesia hoy desea ser más voz de los pobres, de los descartados, de los insultados, de los que quedan rechazados. Esto es algo que es muy propio de la enseñanza social de la iglesia: la idea del Estado, el Estado que acompañe, estar en contra del mercado y mucho más del mercado desregulado. Acá "el Dios mercado" ha encontrado en la Iglesia católica resistencia de todo tipo, y de larga data, no solo de ahora. Además, si hay algo que la Iglesia Católica y la mayoría de los grupos religiosos se oponen es a ese individualismo que fomenta el odio, la crueldad, evita el trabajar juntos. Ese individualismo como centro de un mercado meritocrático.

- Y este discurso tan político que tuvo Francisco, ¿vos considerás que es el de la Iglesia o, como hacia afuera, también generó tensiones hacia adentro?

- Es que no hay un discurso de la iglesia. En su momento estaba Juan Pablo II con todas sus políticas de apoyar a a Reagan, apoyar a la Thatcher, en contra del socialismo realmente existente, de perseguir a los curas, a las monjas y a los movimientos que él considerabe herejes, subversivos. Y hubo reacciones. Hacía política como Francisco. En esto hay que ser claros: el catolicismo piensa lo político como parte de su misión religiosa. Y acá es innegable que hay tensiones. Cuando uno investiga siempre va viendo qué grupos se posicionan y cómo y hoy esos esos grupos que se oponen al actual Papa por su humanismo, por su apertura, comienzan a ser mucho más acompañados que en otras épocas históricas por los grandes grupos de poder económicos, mediáticos y financieros. Esto es lo interesante de lo que vivimos hoy en el 2025: como el discurso de Trump, el discurso de Putin o el discurso de Lula, lo religioso forma parte de la manera de presentarse en sociedad. Ya no está más la idea de que lo religioso es atávico, es del pasado, que hay que dejarlo atrás, que es ignorancia porque somos científicos. No, lo ves cada vez más cuando empieza a haber grupos católicos, cristianos y judíos que acompañan a los grupos de poder económicos, financieros y políticos a nivel global y casi todos ellos están en contra del Islam, de otros grupos católicos, judíos y evangélicos. Donde cada uno se posiciona es importante porque esto te muestra que ese catolicismo es un mundo que logra diversas presencias. Hoy la crítica a Francisco es una crítica fuertísima, de decir '¿por qué vos te metes tanto con los pobres? ¿qué es eso de los derechos? ¿qué es eso de estar con los migrantes?'. Eso lo escuchás de nuestro Presidente en las conversiones ultra conservadoras. 

- Está claro que todos saben qué piensa el Papa sobre distintos temas sociales y políticos. ¿Esto hizo que genere simpatía en sectores que no tienen nada que ver con la Iglesia? 

- Por supuesto. En la última encuesta que nosotros hicimos, que está ahí en el Conicet, que es de 2019, pero la seguimos trabajando hasta el día de hoy, vos encontrás que una mayoría lo apoya a Francisco, después tenés casi un tercio que lo apoya porque es un gran líder humanista y otro tercio muy religioso que está en contra porque se mete con la política. Esto es la Argentina actual. Toda esta discusión se está dando hoy muchísimo, mucho más que en otras épocas. Porque ese religioso es buscado hoy por la mayoría de los grupos políticos. Fíjate vos, la que dirige la alternativa por Alemania es una católica, que al mismo tiempo está en pareja con una mujer y tienen dos hijos. Lo mismo pasa en el mundo protestante de los Estados Unidos, católicos también, europeos, argentinos, y en el resto de América Latina. Sucede con África también. Está mostrando cierta dificultad de los partidos políticos, sobre todo los que quieren defender derechos y acompañar a minorías, de encontrar representaciones y, muchas veces, desde esos mundos religiosos aparecen apoyándolo, sumándose o siendo la voz de estos grupos.

En la campaña de las elecciones en Argentina de 2023 una de las críticas más fuertes que tuvo Milei fue por sus ataques al Papa...

- Eso lo marcó a fuego. Y lo que es interesante en eso es que, si bien el catolicismo se va transformando en América Latina y va perdiendo cantidad de fieles, sigue teniendo un peso específico importante. En las distintas fuerzas sociales y políticas, hubo un crecimiento del evangelismo, se habló mucho de la experiencia de Salvador, de la experiencia de Bolsonaro y, sin embargo, muchos creían que el discurso del actual presidente iba a convocar masivamente a ese mundo evangélico y encontramos que se identifica mucho más con una manera de ser judío. Esto abre, para los que investigamos nuevas aperturas, interrogantes sobre cómo es esto, cómo es posible, cómo se da, cómo hoy hay divisiones en el interior del mundo católico, del mundo evangélico y del mundo judío que se hacen en el espacio público. Esto es importante porque te muestra que esa es una dimensión que sigue teniendo peso cultural, social, político y simbólico, algo que no se puede dejar de lado.

- Aunque a veces su discurso se interpretara como dirigido a la Argentina sin serlo, sí a veces habló de temas puntuales, como la represión a jubilados. ¿Es disruptivo que hable tan claro sobre temas específicos de la política argentina? 

 - No, para nada. Lo hace disruptivo cuando hay una hegemonía política, mediática o de redes que lo pone como disruptivo. Cuando Juan Pablo II decía que había que matar a todos los comunistas, que había que echarlos de todos lados, no pasaba nada. Nadie decía "uy, qué papa político." Los grandes diarios y los grandes medios no lo decían. Parecía que ese tenía que ser el discurso. Esto es lo que me parece importante siempre tener presente: cada vez hay más grupos que hacen suyas las manifestaciones religiosas y las reinterpretan por afuera o por arriba de las instituciones religiosas. 

- En una entrevista que diste en 2023 dijiste que quería ampliar los límites de la Iglesia, ¿dirías que lo logró? 

- Sí, lo ha logrado. Lo que sucede en instituciones como la Iglesia, la institución católica, es que para seguir lográndolo hay que perseverar en el largo plazo. Los sentidos comunes de los que uno tanto habla, la relación de fuerzas... Si algo saben los grupos religiosos es cómo trabajar eso en el largo plazo. Por eso, cuando te menciono el encuentro de todos los obispos del mundo a mediados del siglo XX donde pidieron hacer estos cambios, se trata de un intento fuerte de apertura. Sin embargo, la apertura no es "hacete católico y vení al templo". La apertura es decir "cuando defendemos a un hermano, una hermana y, sobre todo si son pobres heredados, eso es lo que quiere nuestro Dios". Ahí hay una transformación, un quiebre epistemológico, fenomenal, que está abierto, como está abierto en la política también hoy. 

- Y estos límites que decís que logró ampliar y que necesitan de una continuidad a largo plazo, ¿dependen de qué haga el próximo Papa o de qué hagamos nosotros con lo que hizo él? 

- Si algo te muestran, aun para la teoría social, los mundos religiosos, es que es una combinación de personajes carismáticos y estructuras de sentimientos de largo plazo. No es ni el papado ni las personas solas, sino que en ese diálogo permanente que hay uno aprende. Los grupos religiosos son comunidades de interpretación del largo plazo. Pero no depende ya más solo de lo que ellos hagan ahí adentro: depende de la situación política, cultural, de los derechos humanos. Cuando el Papa recibe a las Madres de Plaza de Mayo, a las Abuelas, y resulta que después sale alguien que dice "no, eso es un curro, el curro de los derechos humanos". A mí me parece interesante, porque hay vasos comunicantes que permiten procesos de largo plazo o, a veces, interrupciones. Y a esta altura de la vida ya nadie puede decir a dónde vamos, ¿no?.