Stand by: las negociaciones bonaerenses entre PRO y LLA esperan a la CABA

El PRO quiere cerrar listas nacionales y provinciales en la misma mesa. Charlas de control de daños y el temor a un peronismo dividido. El gobierno apuesta por negociadores que no lleven el apellido Macri.

04 de mayo, 2025 | 00.05

Las negociaciones bonaerenses entre el PRO y La Libertad Avanza entraron en un estado de somnolencia. Después de la última foto de los representantes provinciales del PRO con las patas nacionales libertarias, y después de la demarcación del terreno por parte de Mauricio Macri, todo entró en stand by. Con la inminencia de la elección porteña, a nadie se le ocurre pensar en darle un impulso contundente a las conversaciones hasta el 19 de mayo. Al menos, en eso, ganó el ex presidente.

Las conversaciones, sin embargo, existen en forma constante. En especial aquellas que están orientadas al control de daños. Ejemplo claro es lo que sucedió con Sebastián Pareja, líder libertario bonaerense y armador de Karina en el territorio. Dijo, esta semana, que los macristas estaban regalados y sus dichos no le cayeron bien a nadie, aunque los negociadores se encargaron de aclarar que no se refería a ellos sino a los que ya se fueron.

A priori, los que todavía están en el PRO y quieren acordar con los libertarios, no se consideran piezas de muestra gratis, sino medianamente caras. No van a saltar o pactar por nada. Pero ni ostentosos ni regalados, su categoría pareciera acercarse más a la de un artículo típico de promociones 2x1.

En el PRO suena lógico cerrar las negociaciones nacionales y provinciales en la misma mesa. Buenos Aires tendrá los comicios divididos de los cargos a nivel país, pero los cierres de alianzas y de listas serán muy próximos en el tiempo. Se espera que se adelanten los plazos provinciales por una cuestión de organización pero, aún así, no habrá mucho más de 30 días entre lo local y lo macro.

Por lo tanto, si bien habrá dos concurrencias a las urnas, las conversaciones finales deberían ser en una misma instancia para que nadie se lleve una sorpresa. No parece adecuado negociar lugares en las listas seccionales sin saber cuánto tocará en la nacional.

En ese escenario, un problema que aparece en la mente anticipatoria de la dirigencia es el peronismo. Unido, es muy difícil de vencer pero permite la épica, el rejunte para triunfar sobre un mal poderoso. Es un incentivo para acordar. Dividido, puede generar inconvenientes en la negociación. Al repartir el voto entre dos opciones pejotistas, los libertarios podrían no necesitar al PRO.

Sobre esto, en filas amarillas advierten que la partición del Justicialismo no necesariamente redundará en una división de los votos en partes iguales (convenientes para el gobierno), dado que una de las dos opciones podría imponerse a todos, a partir de una victoria contundente dentro de su propia interna. Pero no sería el escenario más probable en estos momentos.

Por eso, en el PRO venden que, aún con el peronismo fraccionado, no es lo mismo un triunfo ajustado que uno holgado. El macrismo sería la garantía de una victoria cómoda. La pregunta es cuánto podría costarle, al gobierno, ese capricho accesorio, poco necesario.

El upgrade puede ser caro o barato. Si un auto sale 10 y su próximo modelo cuesta 20, probablemente el trabajador de clase media prefiera quedarse con el primero. Pero si cuesta 12, tal vez se estire y prefiera el más moderno.

O sea, si los amarillos piden mucho, los libertarios no van a querer gastar de más sólo para ganar por una mayor distancia respecto del segundo. Pero, si salen baratos, por ahí invierten unos pesos. Por eso, ni regalados ni ostentosos, están en promoción.

“Controlamos casi todo, salvo a Mauricio”, se dijo desde el ala negociadora. Todas estas conjeturas están atadas a los humores de Macri, pero también al de los libertarios que poco colaboran con lograr la paz. Por eso, las charlas de control de daños son internas pero también hacia afuera, para explicar y subtitular lo que se quiso decir. Como hizo Cristian Ritondo cuando aclaró los dichos del jefe PRO sobre los dirigentes comprados.

La pata negociadora asegura que tanto Mauricio como Jorge Macri quieren llevar la voz cantante en el acuerdo con el gobierno, pero la Casa Rosada no quiere e impulsa a Guillermo Montenegro, Diego Santilli y Ritondo a que se planten y sean ellos los que manejen las conversaciones. El jefe del PRO en Buenos Aires ya aclaró que es él, por mandato del partido local y nacional, el encargado de gestionar las charlas con los libertarios.