El palacio de Buenos Aires que tardó casi 20 años en construirse

El Palacio Pereda, sede de la Embajada de Brasil desde 1945, es un tesoro arquitectónico en Retiro. Conocé su historia y curiosidades.

03 de julio, 2025 | 19.08

El Palacio Pereda, una joya arquitectónica poco transitada en Retiro, es hoy la sede de la Embajada de Brasil y lleva impresionando a todos desde 1945. Este impresionante edificio, que tardó 19 años en ser construido, destaca no solo por su belleza, sino también por el hecho de que su diseño corrió a cargo de tres arquitectos distintos.

Los orígenes del palacio se remontan a los inicios del siglo XX, cuando el médico Celedonio Tomás Pereda y su esposa, María Justina Girado, decidieron dar vida a esta mansión. Los trabajos comenzaron en 1917, bajo la dirección del arquitecto francés Louis Martin, quien tenía la ambiciosa tarea de replicar el estilo del Museo Jacquemart André de París. Sin embargo, Martin dejó el proyecto en 1919, ya que la idea de tener una escalera principal idéntica a la del museo resultó incompatible con el reducido espacio del hall de entrada.

 

Esto llevó a que los propietarios reclutaran a otro arquitecto, Julio Dormal, quien continuó con el trabajo hasta su muerte en 1924. Finalmente, por recomendación de Dormal, un talentoso alumno tomó las riendas del proyecto y lo concluyó en 1936. Solo dos años después de la inauguración, el embajador João Batista Luzardo quedó cautivado por la arquitectura del palacio y se convirtió en ferviente defensor de su adquisición por parte del Gobierno de Brasil.

Cómo se convirtió el Palacio Pereda en la embajada de Brasil

La compra oficial se concretó en 1944, justo un año antes del fallecimiento de Celedonio. Historiadores señalaron que los herederos no dudaron en vender la mansión ya que recibieron a cambio la antigua sede de la Embajada de Brasil, que estaba ubicada sobre la Avenida Callao al 1500, y una considerable cantidad de hierro en barra.

Desde su conversión en embajada, el Palacio Pereda mantuvo su esplendor original gracias a restauraciones en 1989 y 2015. Aquellos que se animen a descubrir este emblemático lugar no solo disfrutarán de su hermosa fachada de piedra natural, sino que también podrán admirar los salones del primer piso, que lucen magníficos techos pintados por el renombrado artista catalán José María Sert.

Por último, conviene aclarar que la planta baja alberga oficinas y que el resto del palacio está dedicado a las habitaciones privadas del embajador, lo que convierte esta visita en una experiencia única y exclusiva.

Brasil compró el Palacio Pereda en 1944 a los herederos de Celedonio Tomás Pereda.