Entre las islas del sudeste asiático y Oceanía, se encuentra una barrera biogeográfica fascinante que captura la atención de investigadores desde hace siglos. La famosa línea de Wallace, conceptualizada en el siglo XIX por el naturalista británico Alfred Russel Wallace, delimita un área donde las especies de animales evolucionaron de forma independiente y nunca cruzaron de un lado a otro.
Esta línea se extiende desde el estrecho de Lombok y separa las faunas de Asia y Australia. Del lado asiático, en islas como Sumatra, Borneo y Java, predominan especies como elefantes, tigres y rinocerontes, los cuales llegaron a estas zonas en épocas de nivel de mar más bajo. En cambio, al este de la línea, en Nueva Guinea y Australia, los marsupiales, monotremas y aves como las cacatúas marcan la diferencia. Este fenómeno no solo afectó a mamíferos, sino que también se observó en reptiles y peces.
Incluso las especies voladoras se vieron limitadas, ya que la geografía insular y los climas diferentes hicieron que los intercambios entre especies fueran complicados. Mientras el sudeste asiático mantuvo un ambiente húmedo y tropical, Australia se desarrolló en climas más secos, lo que fomentó la divergencia evolutiva. Wallace formuló su teoría al observar islas cercanas, notando un contraste notable en la distribución de especies como aves y mamíferos que se volvían escasos al cruzar de una isla a otra.
Esto lo llevó a postular que las diferencias entre islas cercanas eran mucho más significativas que entre continentes lejanos. Con el tiempo, otros estudios continuaron refinando esta teoría, integrando datos sobre la tectónica de placas, lo que ayudó a explicar la formación de esta barrera biogeográfica.
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Efectos de la Línea de Wallace
La línea de Wallace se tradujo en efectos concretos en la biodiversidad. El estrecho de Lombok, que tiene menos de 32 kilómetros de ancho, simboliza una división clara en la composición de especies de ambas regiones. Durante glaciaciones, esta barrera se mantuvo firme, impidiendo conexiones terrestres que pudieron haber permitido la mezcla biológica. Aunque la línea no se percibe de manera visual, su impacto es notable. A pesar de ciertas excepciones, como murciélagos y ciertos reptiles que lograron cruzar, la separación siguió siendo contundente. El desplazamiento de la placa australiana, por su parte, llevó consigo una fauna única que se aisló de los linajes asiáticos.
Más recientemente, investigaciones genéticas aportaron información fresca sobre este tema. Un estudio de 2023 analizó más de 20.000 especies de vertebrados y demostró cómo la fauna asiática migró hacia áreas húmedas en el este, mientras que la fauna australiana se limitó a ambientes más secos. Esto reafirmó la persistencia del aislamiento y su rol en la evolución de las especies, consolidando a la línea de Wallace como un ejemplo clave de cómo los límites naturales influyen en la biodiversidad del planeta.