La presión por ser perfectos: el impacto de las redes sociales en la autoestima de los adolescentes

Según estudios, la adolescencia se ve influenciada por las redes sociales y el uso de dispositivos digitales en jóvenes. Enterate cómo influencian en ellos.

18 de abril, 2025 | 05.00

Cada vez más adolescentes en Argentina sienten la presión de alcanzar estándares de belleza irreales, impulsados por las redes sociales. La obsesión por la perfección física no solo se refleja en la exposición constante a imágenes retocadas, sino también en el aumento de jóvenes que consideran someterse a cirugías estéticas.

Según la American Society for Aesthetic Plastic Surgery, el 20% de los procedimientos estéticos se realizan entre los 18 y 24 años, y esa cifra no para de crecer.

La problemática ya forma parte del debate escolar, donde docentes, psicólogos y familias buscan respuestas a una realidad que afecta la salud mental de los menores. La tecnología, que avanza a pasos agigantados tanto en comunicación como en estética, se convierte en un arma de doble filo. Plataformas como Instagram y TikTok presentan filtros como Facetune o Bold Glamour, que transforman rostros y cuerpos en versiones irreales de sí mismos, generando una peligrosa disociación entre imagen y autoestima.

La vulnerabilidad, un sentimiento común en la juventud

“Los adolescentes viven un momento de gran vulnerabilidad emocional. La autoestima juega un rol clave en la decisión de someterse a un tratamiento estético. Pero es fundamental que los jóvenes comprendan los límites de la cirugía y no basen su bienestar en estándares inalcanzables”, explicó el cirujano plástico Luciano Catterino, especialista en medicina estética. Para el profesional, el rol de los padres es crucial: deben estar atentos y disponibles para dialogar sobre estos temas con sus hijos.

La dismorfia de la selfie es uno de los trastornos que más preocupa. Consiste en la obsesión por parecerse a las imágenes retocadas con filtros digitales. Se trata de una variante de los trastornos dismórficos corporales (TDC) y se ha vuelto cada vez más común en adolescentes, quienes muchas veces no logran diferenciar entre la imagen real y la versión "mejorada" que ofrecen las apps.

Las consecuencias del uso excesivo de redes sociales no se limitan a la estética. Estudios indican que esta adicción se asocia con ansiedad, depresión, trastornos del sueño y abandono escolar, especialmente en personas de entre 16 y 26 años. El sistema de recompensa del cerebro se activa con cada “me gusta” o comentario positivo, lo que refuerza la conducta adictiva y la necesidad de validación externa.

La depresión es un síntoma en la adolescencia.

En este contexto, los influencers también juegan un papel importante. Muchos de ellos comparten sus experiencias con tratamientos estéticos y tienen un impacto directo en la percepción de sus seguidores, generando aspiraciones que no siempre están al alcance ni son saludables.

Catterino fue contundente: “No aconsejo realizar cirugías antes de los 18 años. La madurez emocional es tan importante como la física. Los profesionales deben actuar con ética, sin alimentar expectativas irreales y priorizando siempre la salud del paciente”.

Mientras tanto, en las escuelas argentinas se abren espacios de reflexión para abordar el fenómeno y generar conciencia, de hasta dónde llegará la obsesión por la perfección. La respuesta está en una sociedad que debe revisar sus propios estándares y cuidar, sobre todo, a sus jóvenes.