El sloughi, también conocido como lebrel árabe o bereber, enfrenta una batalla crucial por su supervivencia. Originario del norte de África, este perro de elegante silueta que acompañó a tribus nómadas durante siglos hoy está en peligro de extinción. En Túnez, su último refugio, apenas quedan 200 ejemplares puros.
Un legado histórico en peligro
Inmortalizado en mosaicos romanos encontrados en Túnez, el sloughi fue durante siglos el compañero inseparable de las tribus nómadas. Con su pelaje corto y color arenizo, este veloz cazador ayudaba en la supervivencia de estas comunidades, persiguiendo conejos y protegiendo el ganado.
"Era un perro rústico pero noble, el orgullo de los nómadas", explica Olfa Abid, veterinaria tunecina que dedica su vida a proteger la raza. Lo curioso es que, en una región donde tradicionalmente los perros eran considerados impuros, el sloughi siempre fue la excepción: podía entrar en las tiendas y comer con sus dueños.
El sloughi posee una silueta esbelta y atlética, con patas largas y músculos definidos que reflejan su herencia como corredor del desierto. Con una altura de 66-72 cm (machos) y 61-68 cm (hembras), su estructura ósea es sólida pero ligera, pesando entre 20-28 kg.
La cabeza alargada con stop poco marcado y el hocico estrecho evidencian su linaje de lebrel. Sus movimientos son fluidos y potentes, capaces de alcanzar 40 km/h, rasgo clave para perseguir presas en terrenos abiertos.
Las amenazas que enfrenta la raza
Hoy, tres factores principales ponen en riesgo al sloughi:
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La hibridación no controlada: Criadores introducen razas extranjeras para mejorar el rendimiento en competencias, diluyendo la pureza genética.
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La urbanización: El sedentarismo de las tribus nómadas redujo su utilidad práctica.
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El tráfico internacional: Su linaje puro lo hace codiciado en Europa, donde se pagan fortunas por ejemplares auténticos.
"Lamentablemente, el sloughi tunecino está en vía de desaparición", advierte Abid, quien tiene tres hembras de esta raza (Nemcha, Zina y Zouina) y lucha por concientizar sobre su conservación.
El plan para salvarlo
La Central Canina Tunecina (CCT) trabaja desde hace dos años en un ambicioso proyecto:
- Censar los ejemplares puros que quedan
- Establecer un estándar racial oficial
- Implementar un programa de cría controlada por 3 generaciones
- Buscar el reconocimiento internacional de la raza
"Hay que cuidar esta herencia como lo hacemos con sitios arqueológicos", dice Hatem Bessrour, un ingeniero agrícola dueño de Cacahuete, su sloughi. El objetivo es que la Federación Cinológica Internacional reconozca al sloughi como raza tunecina, dándole visibilidad global.
Festivales y tradición viva
En Douz, ciudad en el límite del desierto, cada año se realiza un festival donde los sloughis demuestran sus habilidades de caza. Este evento, que atrae a turistas y criadores, es clave para mantener viva la tradición.
Nabil Marzougui, criador de la zona, pide al gobierno que implemente políticas de protección: "Heredamos este perro de nuestros ancestros. Sin medidas, pronto solo quedaran híbridos sin identidad".
¿Por qué importa salvarlo?
Más que un animal, el sloughi es:
- Un símbolo cultural de las tribus nómadas
- Un eslabón vivo con prácticas ancestrales
- Un tesoro genético por su adaptación al desierto
Como dice Olfa Abid: "Proteger al sloughi es proteger parte de nuestra historia". Su lucha no es solo por un perro, sino por conservar una conexión única con el pasado.