Hacer una buena salsa de tomate es casi un arte. Y como ocurre con muchas preparaciones clásicas, hay tantas recetas como cocineros en el mundo. Algunos prefieren el tomate fresco, otros el enlatado; algunos la cocinan durante horas, otros la hacen en minutos.
Lo cierto es que no es lo mismo preparar una salsa para una pizza que para acompañar unos fideos o formar parte de un guiso. En cada caso, cambian los ingredientes, los tiempos y los secretos. Uno de esos trucos de cocina, que se transmiten entre generaciones, es el de agregar una pizca de bicarbonato de sodio. Pero, ¿para qué sirve exactamente?
Para qué sirve ponerle bicarbonato de sodio a la salsa de tomate
El bicarbonato de sodio cumple una función clave en la cocina cuando se trata de corregir sabores. En el caso de la salsa de tomate, su objetivo principal es reducir la acidez natural del tomate. Este fruto, aunque sabroso y versátil, contiene compuestos como el ácido cítrico y el ácido málico, que pueden hacer que la salsa resulte demasiado ácida o incluso con un dejo amargo. Al cocinarla, esa acidez puede acentuarse, generando una sensación algo punzante o “áspera” en el paladar.
El bicarbonato, al ser un compuesto alcalino, neutraliza esa acidez y suaviza el sabor final. El resultado es una salsa más equilibrada y agradable, ideal para platos en los que se busca un perfil más amable al gusto, como unas pastas rellenas, una lasaña o incluso un estofado.
Asimismo, además de suavizar la acidez y mejorar el sabor, este pequeño truco también tiene otros efectos positivos. Por un lado, mejora la textura, ya que hace que los tomates se descompongan de manera más uniforme y evita que la salsa quede demasiado espesa o pastosa. Por otro, puede contribuir a reducir la acidez estomacal para quienes son sensibles a los platos muy ácidos.
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Cómo usar bicarbonato en la salsa de tomate: paso a paso
- Prepará la salsa como de costumbre, ya sea con tomate fresco, triturado o en conserva.
- Cuando la salsa esté caliente y en plena cocción, agregá una pizca de bicarbonato de sodio, entre 1/4 y 1/2 cucharadita por litro de salsa.
- Hacelo de a poco, ya que un exceso puede alterar el sabor general y dejar un gusto algo jabonoso.
- Observá la reacción: notarás que la salsa burbujea. Es normal; el bicarbonato está reaccionando con los ácidos del tomate y liberando dióxido de carbono.
- Dejá que se asiente: a medida que la cocción continúa, las burbujas disminuirán y el sabor ácido también.