Kéfir: el fermento natural que equilibra tu microbiota y fortalece tu salud

Este fermento ancestral del Cáucaso sorprende con beneficios para la microbiota intestinal y la inmunidad. ¿Vale la pena incorporarlo a tu dieta diaria?

20 de noviembre, 2025 | 13.59

El kéfir, conocido como el “oro blanco” de la microbiota, se está posicionando como un aliado natural para mejorar la salud digestiva y el sistema inmunológico. Originario de las montañas del Cáucaso, este fermento ancestral está compuesto por una comunidad viva de entre 30 y 60 microorganismos que interactúan para beneficiar al organismo.

Según estudios publicados en bases científicas como PubMed y BMC, aunque la investigación en humanos todavía es limitada, los primeros resultados sugieren que el kéfir puede ayudar a regular la digestión, modular la respuesta inmune y restaurar el equilibrio microbiano intestinal.

El kéfir se produce a partir de gránulos blancos y gelatinosos que contienen bacterias lácticas y levaduras. Durante la fermentación de azúcares, estos microorganismos generan compuestos activos como ácido láctico, dióxido de carbono y etanol, que transforman el líquido base en una bebida probiótica rica en microorganismos vivos.

“Es una simbiosis natural entre levaduras y bacterias que se potencia en ese entorno compartido”, explicó César Casavola, presidente de la Sociedad Argentina de Médicos Nutricionistas (SAMENUT).

El origen del kéfir se remonta a tradiciones del Cáucaso, donde se fermentaba leche en recipientes de piel de cabra sin lavar. Así se descubrió esta bebida ácida y duradera, llamada kéfir, palabra turca que significa sensación de bienestar.

Beneficios comprobados y potenciales

La mayoría de las investigaciones son in vitro o en animales, pero sugieren que el consumo regular de kéfir favorece la diversidad microbiana intestinal. Bacterias como Lactobacillus kefiranofaciens, L. plantarum y levaduras como Saccharomyces cerevisiae producen ácidos orgánicos y un polisacárido llamado kefiran que mejoran el ambiente intestinal, reduciendo el pH y desplazando bacterias dañinas.

Este efecto prebiótico es especialmente útil tras tratamientos con antibióticos o en períodos de estrés, ya que promueve el desarrollo de bacterias beneficiosas como Lactobacillus y Bifidobacterium, al tiempo que suprime microorganismos nocivos, explicó Casavola.

Además, una microbiota equilibrada mejora la absorción de minerales esenciales como calcio y magnesio, lo que potencia la disponibilidad de vitaminas y otros nutrientes, destacó la nutricionista Milagros Sympson (M.N. 12067).

Un estudio en pacientes críticos publicado en BMC Medicine mostró que el kéfir ayudó a reducir la disbiosis intestinal, un desequilibrio común en situaciones de salud comprometida.

Contribuye a normalizar el tránsito lento y aliviar el colon irritable.

En cuanto a la digestión, el kéfir ayuda a normalizar el tránsito intestinal y puede aliviar problemas como el colon irritable, diarrea o estreñimiento. “Su capacidad probiótica y la reducción del pH colónico favorecen estos efectos”, aseguró Casavola.

También es beneficioso para quienes tienen intolerancia a la lactosa, ya que produce enzimas que facilitan su digestión. Los péptidos y ácidos generados actúan localmente para reducir la inflamación y fortalecer la barrera intestinal, lo que impide la entrada de toxinas y patógenos, explicó Sympson.

“Los efectos inmunomoduladores del kéfir provienen tanto de las bacterias como de los compuestos sintetizados durante la fermentación”, agregó Casavola, mencionando que algunos péptidos activan respuestas inmunes específicas contra infecciones.

Sympson recordó que gran parte del sistema inmunológico está en el intestino, por lo que mantener su equilibrio es clave para una respuesta defensiva óptima.

Cómo preparar y consumir kéfir

El kéfir puede prepararse en casa colocando los gránulos en un frasco con leche (animal o vegetal) o agua con azúcar. La fermentación se realiza a temperatura ambiente durante 24 a 48 horas. Luego se cuela, se reutilizan los gránulos y la bebida se conserva en la heladera.

Respecto a la dosis, Casavola recomendó consumir entre 100 y 200 ml diarios para obtener efectos comprobados. “Lo fundamental es la constancia, que el kéfir sea de buena calidad y que se acompañe con una alimentación equilibrada”, concluyó Sympson.