Siete millones de personas carecen de acceso a agua segura

Durante el XXVIII Congreso Nacional del Agua, realizado este fin de semana en Mar del Plata, se revisaron los múltiples desafíos y posibles soluciones para gestionar este recurso en un país federal. Y las cifras alarmaron: 19 millones no accede a cloacas y 200.000 hogares no tienen inodoro.

11 de agosto, 2025 | 18.24

Las amplias salas del Hotel Provincial, de Mar del Plata, cuyos ventanales dan a la vastedad del Océano Atlántico, albergaron el último fin de semana fructíferos intercambios sobre los desafíos que plantea precisamente el manejo del agua, un tesoro tan valioso como poco valorado en los centros urbanos. Fue durante las sesiones del XXVIII Congreso Nacional del Agua, que congregaron a más de 1400 investigadores, técnicos, proveedores, integrantes de asociaciones civiles y funcionarios llegados de todo el país, además de especialistas de Brasil, Chile, Paraguay, Bolivia, Estados Unidos, Japón y Países Bajos.  El programa abarcó un amplio rango de temas, desde el estado de los glaciares, hasta el riesgo hídrico en ciudades, la gestión de cuencas y los problemas que introduce el cambio climático, entre otros. 

Uno de los más urgentes es, sin duda, la falta de acceso a agua segura que, como ya constató hace mucho la Organización Mundial de la Salud, hace más por la salud pública que los avances tecnológicos de vanguardia

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El mapa demográfico de la Argentina arroja una población de casi 47 millones de personas, de las cuales el 93% vive en ciudades y unos 3.600.000 en áreas rurales. De estos últimos, alrededor de 1.300.000 lo hace en forma “agrupada” y más de 2.200.000, dispersos en viviendas alejadas una de otra. Según el último registro de la Red Nacional de Barrios Populares, hay 6.467 barrios de alta vulnerabilidad. 

Pero según números de la Asociación Argentina de Ingeniería Sanitaria y Ciencias del Ambiente (Aidis) una radiografía de las brechas de acceso a servicios de agua, saneamiento e higiene, muestra un déficit lacerante: más de 7.000.000 (16%) carecen de acceso a agua por red pública; 19 millones (casi el 42%) no accede a cloacas;  200.000 hogares no tienen inodoro y 400.000 personas practican defecación al aire libre, una situación crítica para la salud y para el ambiente.

En la zona rural “agrupada”, un 91% accede a agua por red o pozos protegidos gracias a cooperativas, o empresas municipales o provinciales. En la “dispersa”, un 61% accede a agua por red o pozo, pero un 39% no tiene acceso al agua de forma adecuada.

En cuanto al saneamiento, un 58% de la población rural agrupada tiene pozos ciegos, cámaras sépticas o red, pero apenas algo más del 4% de los que habitan en la zona rural dispersa tiene acceso a inodoro con descarga a red pública. El 27% tiene acceso inseguro al agua y lo hace a través de ríos, lagunas, lagos. Los programas iniciados en la gestión anterior están paralizados. 

En los barrios populares del país viven unos 5 millones de personas que no tienen prácticamente acceso a agua y saneamiento. Más del 90% mantiene conexiones informales (una manguera que muchas veces está pinchada conectada a una canilla y apoyada sobre zanjas). En cuanto al saneamiento, solamente alrededor del 10% tiene acceso a red cloacal. La mayoría utiliza pozos ciegos, cámaras sépticas, letrinas. La falta de infraestructura sanitaria agrava el riesgo para la salud pública. En muchos casos, los servicios son gestionados por los propios vecinos, que al principio reciben ayuda de los municipios para comprar bombas, cloro, pero después se tienen que arreglar como pueden. Si se quedan sin cloro, la bomba sigue funcionando y provee agua insegura. Y si se rompe la bomba, no hay más agua…

El anuncio de la privatización de Aysa volvió a poner sobre el tapete la controversia sobre si conviene que la provisión de agua quede en manos de entidades públicas o privadas, otro tema de Conagua 2025. Por supuesto, si se deja en manos de las últimas, éstas privilegiarán zonas en las que puedan imponer tarifas más alta y con menores tasas de “incobrabilidad”. Para paliar estos problemas, el Instituto Nacional de Tecnología  desarrolló un sistema de “captación de agua de lluvia o cosecha de agua” que adaptó a comunidades dispersas, con la particularidad de que entrenó a los pobladores, ellos mismos hicieron las obras, se sienten parte de las mejoras y contribuyen a su mantenimiento.

Una experiencia ejemplar en Puerto Madryn

Otro tipo de solución para la preservación de este recurso indispensable es el que desarrolló Mauricio Faleschini, investigador del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos del Centro Nacional Patagónico (Cenpat), Conicet, en Puerto Madryn, ciudad ubicada sobre el Golfo Nuevo, en el norte de la Patagonia, bahía en la que, de mayo a diciembre, llegan a reproducirse las ballenas francas australes.  

Quien haya conocido Madryn hace unas décadas la recordará rodeada del típico paisaje árido o semiárido de la región, pero eso está cambiando gracias a la reutilización de líquidos cloacales, tecnología desarrollada y adaptada por Faleschini y colegas en el Laboratorio de Oceanografía química y Contaminación de Aguas, estudiando el funcionamiento de sistemas de tratamiento de líquidos cloacales, municipales e industriales, principalmente de la industria pesquera. El científico también estudia los procesos químicos que ocurren en los fondos y barros de lagunas de estabilización, así como potenciales usos de estos barros para compost o para la absorción de metales.

“Es un sistema de tratamiento natural, sencillo, de bajo costo y que está muy difundido en el interior del país, pero limitado en los grandes conglomerados por la necesidad de superficie –explicó Faleschini–. En la Argentina, la excepción es la ciudad de Mendoza, que destinó más de 200 hectáreas para el tratamiento de sus líquidos cloacales mediante laguna, estabilización y reutilización”.

Algunos de sus beneficios saltan a la vista: se revierte la potencial contaminación de un cuerpo de agua que reciba esos líquidos, se ahorra agua potable, ya que el líquido recuperado puede emplearse para el riego ornamental o productivo. “Y puede impulsar la economía generando nuevas superficies de riego, que además tienen rendimientos económicos superiores, porque este líquido viene con nutrientes, con materia orgánica –subraya el investigador–. En sus metas de desarrollo, la ONU incluyó formalmente la reutilización de líquidos cloacales como un posible promotor de la eliminación o mitigación de la pobreza”.

Madryn conjuga los tres elementos que pueden traccionar la reutilización. Por un lado, clima semiárido, el agua dulce para consumo viene de lejos, del Río Chubut, lo que la vuelve costosa y sujeta a una importante variabilidad. Sufrió sequías, pero también (recientemente) lluvias torrenciales que modificaron la turbiedad e impidieron la normal potabilización del agua. Y al mismo tiempo cuenta con una zona costera de importante valor turístico y ambiental. 

Mauricio Faleschini, durante su exposición de la experiencia en Puerto Madryn

Allí conviven dos sistemas independientes. Uno antiguo, que funciona desde inicios de la década del 80, que consiste en lagunas con aireación mecánica. Hoy sigue operativo en pequeña escala y recibe unos 1.000 m³ por día.

En 2001, cuando ya estaba quedando obsoleto, comenzó a funcionar sobre unas 50 hectáreas el sistema hoy conocido como “Cota 130”, ya alejado del crecimiento planificado de la ciudad. En la actualidad recibe unos 20.000 m³ diarios asociados con unos 80.000 habitantes conectados a cloacas. Consiste en dos lagunas en “U”, con una estación de bombeo para distribuir el líquido que, de acuerdo con la normativa vigente en la provincia referida a su calidad sanitaria (bacterias y huevos de parásitos), clasifica dentro de la categoría A; o sea, cumple con la máxima exigencia, que permite un riego irrestricto. “La municipalidad, en su ordenanza, fue un poco más conservadora, si se quiere, y está bien: decidió que no permite el riego de cultivos que se consumen crudos y que crecen cerca del suelo, como la lechuga –destaca el científico–. Sin embargo, hay un amplio rango de posibles usos. Todo espacio verde en Puerto Madryn está asociado con riego y con agua de reúso porque no hay otra fuente. Gracias a ella, se pudieron desarrollar loteos para viviendas y también emprendimientos productivos de alfalfa y frutales en cercanías de la planta de tratamiento. En otra iniciativa, de mayor escala (2000 hectáreas), los vecinos tienen acceso a agua de reúso (el que quiere se conecta y el que no quiere, no) y pueden regar sus parques, su forestación o generar emprendimientos productivos. Allí ya se instalaron cultivos de plantas aromáticas, alcaparras, olivares, bodegas, e incluso una atracción turística, porque se invita a la comunidad a tomar el té y cosechar almendros, nueces, visitar su fábrica de dulces. Todo íntegramente regado con este suministro, que si uno conoce el paisaje habitual de la Patagonia costera, le cuesta creerlo. También se conectó hace poco un parque forestal en el que antes los productores tenían que depender de camiones de agua potable y ahora ya se están viendo unos brotes verdes hermosos. Uno de ellos es un viñedo que ya está comercializando la producción”. 

En colaboración con un emprendimiento privado, Faleschini y colegas del Conicet también hicieron los primeros estudios de riego y producción de cannabis medicinal con agua de reúso. Cuando la ley lo permitió, el emprendedor amplió su apuesta, obtuvo muy buenos resultados y ya está comercializando semillas y aceite. 

Otra aplicación que requiere menos inversión es la carga de camiones regadores para plazas y boulevards a los que no llegan las cañerías, y también calles de tierra en las que es necesario mitigar el polvo en suspensión. “Por supuesto, es una tecnología que lleva su tiempo y exige decisión política –concluye Franceschini–. Pero se puede empezar con pequeñas experiencias. Cada municipio y o empresa podrá o decidirá en qué, cómo o cuánto de su líquido residual quiere reutilizar”.

Agua y cambio climático

El Congreso Nacional del Agua posee una larga historia en el país. Se viene desarrollando desde 1963 y en esta edición contó con un fuerte apoyo del gobierno de la Provincia de Buenos Aires (estuvieron presentes el gobernador, Axel Kicillof, y su ministro de Infraestructura y Servicios Públicos, Gabriel Katopodis) y del Consejo Federal de Inversiones (CFI). Se inició con la entrega de un doctorado honoris causa de la Universidad Nacional de Mar del Plata a la doctora Celeste Saulo, ex directora del Servicio Meteorológico Nacional y en la actualidad primera mujer y primera latinoamericana en ser elegida Secretaria General de la Organización Meteorológica Mundial con sede en Ginebra, Suiza. Después de agradecerlo visiblemente conmovida, en su conferencia inaugural subrayó la necesidad y la urgencia de transformar el conocimiento en medidas concretas conjugando una mirada humana, técnica y ética que lo ponga al servicio del desarrollo y de la calidad de vida. 

“Pasaron 35 años [desde el Acuerdo de París] y las acciones siguen siendo insuficientes  –destacó–. Pronosticar el tiempo es la manera de prepararse, mitigar o adaptarse. Desde la meteorología podemos contribuir a que los países minimicen los impactos, pero es necesario acelerar la producción de conocimiento y además mejorar el acceso a esa información”.

Entre las buenas noticias, mencionó que desde 1880 hasta 2025, la calidad de los pronósticos promediada a nivel global fue mejorando en todo el mundo. El horizonte de anticipación es cada vez mayor. Y la brecha entre los países del hemisferio Norte y Sur disminuye desde 1970 gracias a los satélites. “El pronóstico a siete días hoy en el Sur tiene la misma calidad que el que tenían los pronósticos del Norte a tres días hace décadas”. 

También están en marcha notables avances tecnológicos, como “gemelos digitales” del sistema terrestre, modelos que integran el estado del agua, de la atmósfera, los mares, los hielos y que se utilizan como un laboratorio para analizar el impacto de grandes obras en el sistema. “Tienen una altísima precisión y hay varias iniciativas de esta naturaleza”, explicó Saulo. 

Y, como no podía ser de otro modo, se trabaja en aplicar la inteligencia artificial al pronóstico del tiempo. Por ejemplo, se desarrolló una herramienta dedicada para cada región y cada usuario llamada “Forecast-in-a-box”. “La estamos probando en Malawi, África, para ver si de este modo podemos hacerla más accesible y cerrar las brechas –comentó–. Necesitamos datos, modelos, pero también mucha imaginación para que los avances lleguen a los que más los necesitan”. 

En cuanto a los impactos económicos y humanos del cambio climático, insistió en que en las últimas décadas el crecimiento es exponencial. Desde 1970, el 91% de los desastres estuvieron relacionados precisamente con el agua. Uno de los aspectos más preocupantes de este problema es el retroceso de los glaciares. “Se estima que ya perdieron 9000 gigatoneladas de agua –subrayó–. Si pensamos que una persona necesita para su uso diario 100 litros por día, esa cantidad es lo que necesita toda la población del mundo para tener 31 años de agua potable”. 

La ciencia anticipa, recordó Saulo, pero es la sociedad la que tiene que tomar las decisiones. Como dijo Eduardo Jordán, ex intendente municipal de San Antonio de Areco y expresidente de Saneamiento de Areco (Sanear), que también expuso en Conagua: “Cada gota vale”.

Para Juan Carlos Bertoni, ex director del Instituto Nacional del Agua (INA) y miembro del Comité Permanente de los Congresos Nacionales del Agua, esta edición se destacó por su gran concurrencia, la permanencia constante de los asistentes hasta la última actividad en ambos días (a sala llena en la mayoría de los casos, la presencia física de destacados especialistas, tanto de países desarrollados como de países del Cono Sur, el nivel técnico-científico como también de gestión pública de las exposiciones magistrales, y también de las mesas de debate y sesiones técnicas, la gran cantidad de jóvenes investigadores en ciencia y tecnología ligada a los recursos hídricos y a los procesos socioeconómicos y ambientales asociados y la gran cantidad de trabajos presentados, pese a la actuales trabas al desarrollo de las actividades de ciencia y tecnología en el país. "Pese a las dificultades por las que actualmente atraviesan tanto las universidades como los organismos de ciencia y tecnología, la comunidad técnico-científica y de gestión pública demostró, una vez más, un compromiso constante con el desarrollo del conocimiento, en pos de promover el desarrollo sostenible que los argentinos precisan –opinó Bertoni–. Se vivió la gran importancia de la presencia del Estado (tanto de los organismos nacionales como provinciales), en los temas que hacen al interés de toda la población. La gran cantidad de jóvenes trazó en cierta forma un paralelismo con aquello que la ciudadanía vivió días atrás al acceder al streaming de la expedición del CONICET al fondo marino".