El queso es uno de los alimentos más comunes en las heladeras de las personas, dado que es un ingrediente típico de decenas de platos muy populares. Al respecto de cómo almacenarlo, suele haber dudas en relación al material ideal para su envoltura, pero se conoció qué es lo mejor para almacenar esta comida.
El papel film o el papel aluminio son las alternativas más corrientes a la hora de almacenar el queso, pero se supo que no son las ideales ya que no permiten que el ambiente en el que está este producto renueve su aire, por lo que los hongos se desarrollan con más rapidez. Lo ideal sería comprar papel especial para quesos, que viene con una superficie porosa y hace que el alimento se ventile de manera constante.
A pesar de la existencia del papel especial para queso, hay algunas opciones que no fueron creadas específicamente para este uso pero funcionan muy bien: papel vegetal o de horno. Para un mejor mantenimiento del queso, se recomienda también colocarlo con el papel envolvente dentro de un contenedor que no esté tapado de manera hermética.
Los quesos blandos puede llegar a durar dos semanas almacenados de esa manera: el sector de la heladera más adecuado para guardar este producto es el cajón de la verdura. En caso de que aparezca moho en quesos duros, solo hay que cortarle la parte afectada; en caso de que suceda en quesos blandos, hay que tirarlo.
Aportes del queso beneficiosos para la salud
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Fortalece los huesos y dientes gracias a su alto contenido de calcio y fósforo.
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Contribuye al desarrollo muscular por sus proteínas de alta calidad.
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Aporta energía debido a su contenido en grasas saludables y calorías.
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Favorece el sistema nervioso gracias a las vitaminas del grupo B, especialmente la B12.
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Ayuda a la salud intestinal si contiene probióticos, como en algunos quesos fermentados.
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Es fácil de incorporar a la dieta por su versatilidad y variedad de sabores y texturas.
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Puede ser una opción para personas con intolerancia a la lactosa, ya que algunos tipos tienen niveles muy bajos o nulos de lactosa (como el parmesano o el gouda madurado).
Tipos de queso ideales para una picada
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Queso cheddar: sabor intenso y textura firme, ideal en cubos.
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Queso gouda: suave y ligeramente dulce, combina bien con frutas o fiambres.
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Queso brie o camembert: cremoso y suave, perfecto para untar en pan o galletas saladas.
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Queso azul (roquefort o gorgonzola): fuerte y picante, va muy bien con nueces y miel.
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Queso gruyere o emmental: sabrosos y ligeramente dulces, se sirven en finas láminas o cubos.
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Queso provolone: especialmente el ahumado o curado, aporta un toque robusto.
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Queso parmesano: en escamas o trozos, aporta un sabor salado y profundo.
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Queso de cabra: suave o curado, ideal para aportar variedad en sabor y textura.
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Queso cremoso saborizado: como los untables con hierbas o pimienta, para acompañar tostadas.
Las claves para hacer una buena provoleta
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Primer consejo: lo importante es comprar un buen producto, y para ello es necesario considerar que puede costar caro. Las más baratas pueden no ser ideales para cocinar en la parrilla.
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Segundo consejo: es recomendable que la provoleta salga del empaque 24 horas antes del asado. Esto provocará que se estacione y adquiera una costra ideal para mandarla al fuego.
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Tercer consejo: usar un recipiente de metal para cocinar a la provoleta porque el aluminio generará que la misma se funda más rápido y se vuelva muy aceitosa.
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Cuarto consejo: que la porción de provoleta no sea finita, porque se transformará en una costra y no se podrá disfrutar de su sabor.
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Quinto consejo: solo se necesita un poco de aceite o manteca, que esto depende de la elección de las personas, y el fuego tiene que estar muy fuerte para que se forme la costra.